27. Ley

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Esa noche, Anne comenzó su misión de atrapar al ladrón. Se encontraba en un casino. Tenía curiosidad sobre cómo el ladrón conseguía deshacerse de los sueños. Entre los presentes, halló un hombre con capa. Fue su primera sospecha. Vio que sacaba algo del bolsillo y fue inmediatamente a detenerle. Al verla, echó a correr, saliendo del establecimiento. Una vez fuera, Anne perdió su pista. Cuando miró hacia atrás, vio que el casino estaba ardiendo y una figura huía, desapareciendo como por un portal.

Anne consiguió transpasar el portal antes de que este se cerrara y se encontró en otro planeta. Realmente en los sueños todo era posible. En ese planeta, los animales y las personas intercambiaban sus roles. Era realmente extraño ver un perro paseando un humano. O un león domando a un trapecista. Más raro aún que una hiena enseñara chistes a un payaso.

"Esto es demasiado para mí", pensó Anne. De nuevo, uno de los animales le llamó la atención. Tenía un antifaz y una capa.

- ¿Qué te crees, el Zorro?- se rió Anne.

El animal se giró hacia ella y ciertamente era un zorro. "Muy astuto", pensó, "siendo un animal no puedo esposarle ya que la pata está recta y además, las esposas son mucho más grandes".

El zorro fue hacia un embalse cercano y al estar encima del gran muro que sostenía el agua, se convirtió en elefante. Empezó a dar saltos hasta que la pared se rompió y toda la ciudad quedó inundada. Entonces tomó forma de águila y voló hacia otro sueño. Anne usó su habilidad para controlar los sueños mediante su voluntad e hizo posible que le aparecieran alas en la espalda que la llevaran tras el águila.

Aterrizó en un barco pirata y vio un enmascarado con capa en el timón. En vez de ir a él, fue él quien se acercó a ella y comenzaron un duelo de espadas. El pirata tenía fuerza y Anne no tenía muy buen manejo de la espada, por lo que solo le daba tiempo a bloquear sus movimientos aunque no a contraatacar. Retrocedía mientras el pirata avanzaba hacia ella, hasta que llegó al borde del barco y tras ella solo estaba el mar. Entonces dio un salto, aprovechando sus alas y aterrizó en otro lado del barco.

Cuando alzó la mirada no vio a nadie, y mientras se preguntaba dónde había desaparecido el pirata, la respuesta llegó afilada, cortando sus alas. Sintió un escalofrío. Trató de hacer que volvieran a crecer pero no lo consiguió. Fuera lo que fuera que el ladrón hacía en los sueños, era permanente. Por eso Edward pidió tan urgentemente a Anne que le atrapara. Entonces lo comprendió. Y tuvo mucho miedo. ¿Qué pasaría si él la mataba o le hacía algún corte? ¿En la realidad se verían los efectos o quizá solo cuando volviera al mundo de los sueños?

Mientras sentía la punta de la espada rozar su espalda, apuntándola, una voz susurrando al oído le advirtió:

- Y eso que solo estoy jugando contigo. Imagina qué pasaría si me pusiera serio. Quiero que le des un mensaje al príncipe.

- Dáselo tú mismo.

El pirata soltó una carcajada.

- Viendo tu condición yo que tú me callaba- dijo mientras volvía al timón.

Anne se dio la vuelta y dio unos pasos hacia él.

- ¿Cuál es el mensaje?

- ¿Así que al final lo llevarás? Ven aquí, te lo diré.

Anne vio su oportunidad y se acercó lentamente, con algo de miedo y nerviosismo por lo que iba a hacer a continuación. En el momento que el pirata acercó sus labios al oído de Anne, ella sacó las esposas y por poco consiguió su objetivo, si no fuera por que él las enganchó con la espada y las lanzó al mar junto con la espada de ella. Anne se quedó sin defensa alguna.

- Esa es la primera parte del mensaje.

Anne se dejó caer, debilitada por el nerviosismo y el miedo. Y además la rabia de la derrota. El pirata se agachó y le dijo:

- Aún no he acabado. Dile a su majestad el príncipe de mi parte que se vaya olvidando de su reino y de su reina. Perderá los dos antes de la boda.

- ¿Eso es todo?

- Sí.

Dicho eso, creó un portal, y antes de salir, se detuvo un momento.

- ¿Sabes? Aunque no eres una amenaza para mí, tienes agallas al enfrentarte así a mí e incluso atreverte a esposarme. Me gusta. Te recordaré.

Con un rápido movimiento, se inclinó y la besó bruscamente, tras lo cual se dio la vuelta, pasando por el portal.

- Y esto es para que tú me recuerdes a mí.

- Cómo si pudiera olvidar...- murmuró Anne.

- Por cierto, yo que tú me iba de aquí.

Eso fue lo último que oyó antes de que el portal se cerrara. Anne no entendió a qué se refería hasta que oyó el sonido de las olas romper contra las rocas de un acantilado. Rápidamente fue al timón y trató de dar la vuelta, pero el viento iba en su contra y la corriente la llevaba irremediablemente hacia el naufragio. Anne no vio más opción que saltar al agua agarrada a una tabla de madera, ya que no sabía nadar muy bien. De pronto, Edward apareció y llevó a Anne a la orilla.

- ¿Hay alguien más en el barco?- preguntó Anne.

- Eso no importa. No debemos intervenir ya que esta es una pesadilla creada por los recuerdos de un marinero. Los sueños creados por personas de la realidad no se pueden cambiar. Solo puede cambiarlo el que lo sueña.

Anne se quedó tendida en la arena, secándose al sol.

- El ladrón me mandó darte un mensaje...

- Ya lo sé. Lo vi todo. ¿Recuerdas que soy el futuro rey de este mundo? Puedo controlar los sueños y puedo ver cualquiera de ellos cuando quiera.

Anne no se sorprendió. En los sueños todo era posible. Pero el tono de voz de Edward indicaba que no le hizo gracia lo que vio.

- Yo hice lo que pude...- intentó ella justificarse.

- Él también... Y todo lo que hace, sabe muy bien por qué lo hace...

Estaba enormemente irritado y se le notaba. Anne se preguntó si vio cuando la besó y si tuvo algún tipo de efecto en él. Seguramente no. Desconocía los sentimientos del príncipe y estaba confundida, pero de todas formas él se casaría... No dejaba de usar esa excusa para dejar de pensar en todo ello. Pero era lo que tenía.

- Gracias por salvarme.

- He recuperado las esposas. Has tenido suerte de que descubriera este sueño de entre millones por casualidad, si no, quién sabe...

Edward le entregó las esposas.

- Asegúrate de que no vuelva a escapar. Si no le atrapas, serás tu la que pague en su lugar con tu libertad. Es la ley. Y desgraciadamente, hay leyes de este mundo que yo no puedo cambiar ni quitar. Mi función como futuro rey es cuidar de que la ley se acate.

Anne asintió preocupada. Edward se marchó y ella despertó. Durante el día, tenía otras cosas de las que preocuparse.

Hazte REALIDAD o Conviérteme en SUEÑO #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora