23. La prometida

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Anne empezó a actuar en el ensayo mientras sostenía en su mano el anillo que había salido del mundo de los sueños con ella. Cuando terminó, de camino hacia las escaleras del escenario no estuvo atenta y se precipitó por ellas. Todos fueron rápidamente a ayudarla y ver si estaba bien. Dave, que estaba presente porque quería ver los ensayos, observaba la escena con detalle. Al levantarse se dio cuenta de que no tenía el anillo y se puso a buscarlo como loco. Los demás volvieron a sus puestos y siguieron con el ensayo. Rosalie se acercó a Anne y le dijo:

- ¿Qué has perdido?

- Un anillo...

Anne abrió los ojos como platos al ver que en el dedo anular derecho de Rosalie se encontraba el anillo.

- ¿Por qué llevas puesto mi anillo?- se enfadó Anne.

- Lo encontré en el suelo y no pude resistirme a probármelo. Lo siento...

Trató de sacarlo pero por mucho que lo intentaba no podía. Anne sintió que le faltaba el aire. Empezó a marearse por el estrés repentino que le causó aquello.

- Lo siento de verdad- se desesperó Rosalie, cada vez más nerviosa al ver que el anillo se había quedado encajado-. Creo que me venía un poco pequeño. Entró fácilmente pero ahora...

Un pensamiento cruzó la cabeza de Anne: ¿Y si el anillo se materializó porque la prometida era real? No pudo soportar más lo que estaba ocurriendo y perdió el conocimiento.

Abrió los ojos una vez en la cama. Vio a Dave sentado en el borde de la cama, esperando que despertara. Anne se dio cuenta de que no estaba en su propia casa, sino en la de Dave.

- ¿Qué te ha ocurrido?

- La caída fue demasiado dura- mintió ella-. Déjame descansar.

Dave la dejó sola, preocupado. Fue a su habitación y se quedó viendo la tele hasta quedarse dormido. Era ya de noche y ambos estaban dormidos. Se reencontraron en el mundo de los sueños. Anne seguía en estado de shock. Aunque sabía que debía avisar al príncipe. Dave fue a buscar a Cezare y mientras, Anne fue al palacio a buscar a Edward. No le encontró por ninguna parte, por lo que decidió ir a sus aposentos. Llamó a la puerta pero nadie respondió.

Decidió entrar y al llegar junto a su cama lo encontró durmiendo. Le llamó pero él seguía durmiendo. La cama era demasiado grande como para alcanzar a tocarle, por lo que se subió a la cama y gateó hasta quedar a su lado. Se le quedó mirando mientras su corazón latía con fuerza. Justo cuando iba a tocarle el brazo para tratar de despertarle, Edward abrió los ojos y sorprendiéndola, la tumbó mientras él quedaba encima, sujetándole ambas manos. El corazón de Anne iba a mil y su cara estaba más roja que sus labios, en parte por el susto y en parte por lo que sentía por Edward. Mariposas en el estómago y escalofríos la recorrían mientras miraba a Edward, tratando de descubrir qué estaba pensando en ese momento.

- ¿Qué pretendías?

- Yo nada...

- Ah, ya sé, echas de menos que juegue contigo, ¿verdad?- dijo Edward con una sonrisa pícara.

- ¿Ehh?- Anne estaba cada vez más nerviosa.

- ¿Quieres que juegue contigo un poco más?

Anne no sabía qué decir ni a qué se refería, pero estaba tan loca por él que no le importaba ya si jugaba o era en serio o lo que fuera. El ambiente comenzaba a calentarse.

- ¿No sabes que es peligroso acercarse a la cama de un hombre por muy dormido que parezca?

- ¿Ah sí? A ver.

Hazte REALIDAD o Conviérteme en SUEÑO #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora