29. El ladrón es...

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Anne se miró las manos. No estaban atadas. Se sintió bien al volver al mundo de los sueños. Tenía cierta libertad. Aunque en ese mundo estaban Edward, Rosalie y el ladrón que debía capturar. No había forma de librarse de los problemas en ninguno de los mundos. Se encontraba en una especie de película del lejano oeste. O quizá no era una película. Pero todo lo que sabía de ese lugar era de las pelis. Había un duelo entre cowboys. Decidió alejarse cuando vio detrás de una de las casas que el ladrón, de brazos crudos, estaba apoyado en la pared, casi como si estuviera esperándola.

- ¿Hoy también vienes a por un beso?- insinuó con picardía.

- Vengo a hacerte mío- le siguió ella la corriente, más atrevida al tratarse de un sueño.

- Primero tendrás que ganar mi corazón con una competición de tiro al blanco- la retó él.

- Será un honor aceptar tu proposición.

Y con el juego de palabras procedieron a coger unas botellas de bebidas alcohólicas que ya estaban vacías y las colocaron en forma de pirámide sobre una mesa.

- Recuerda. De arriba abajo, si una botella se cae o se rompe sin que sea la que apuntas, pierdes- explicó el ladrón.

- Muy bien. Si gano, no opondrás resistencia.

- Pero si yo gano, tendrás que hacer lo que yo te ordene hasta que despiertes.
- Está bien. Y mira, como es un sueño también puedes obligarme a hacerlo con tu fuerza de voluntad- dijo Anne tentándole a confesar si podía controlar los sueños o no, ya que por alguna razón, sospechaba de que cierto príncipe estuviera poniéndola a prueba.

- ¿No sabes que en el mundo de los sueños, basta con el acuerdo verbal y estarás obligada a cumplirlo quieras o no por la ley de este mundo?

Anne tragó saliva. Realmente necesitaba informarse más sobre la ley. Al parecer, las deudas, los tratos, las promesas y otras especies de compromisos eran controladas por la ley de ese mundo, una ley que se hacía cumplir sin necesidad de un intermediario. Anne comprendió que en el mundo de los sueños, la justicia se hacía sola y cuando uno se libraba, otro pagaba por ello. Fuera como fuera, la ley se hacía cumplir.

Pronto comprendió la situación de Edward y por qué se tomaba tan en serio que se cumpliera la ley y castigar a quien hiciera falta, pues si él no hacía algo, podía ser peor cuando la justicia se impusiera por sí misma. Era necesario que el príncipe interviniera para hacer justicia de la mejor forma posible. También se dio cuenta de que el karma era más real ahí que en la realidad misma, por lo que debía tener más cuidado cuando usara su habilidad para controlar los sueños. Entonces se le ocurrió que quizá por intentar duplicar el anillo las consecuencias fueron que Rosalie fuera elegida y pasara todo lo que pasó. Karma.

Pero quién sabe. Solo eran suposiciones suyas.

- Acepto. Si gano, te sometes, si pierdo, me someto- sonrió Anne. Le gustaba cómo sonaba el hecho de que el ladrón tuviera que dejarse prender.

Sin embargo, esa no fue su noche de suerte. El sol amanecía en el sueño y con el sol en la cara era imposible apuntar bien. El ladrón parecía tener más práctica. Eso la llevó a sospechar algo que no quería. Mientras ella le miraba, él seguía disparando y se dio cuenta de que le llevaba ventaja. Se puso nerviosa y comenzó a disparar más deprisa para alcanzarle, pero fue un error por su parte.

Una de las botellas cayó sin que ella le diera y ese fue el final de su oportunidad. El cowboy enmascarado la miró con expresión de victoria. Para terminar de restregárselo, disparó al resto de botellas y dio por concluida la competición.

- Bueno, señorita, por hoy te vienes conmigo.

Dicho aquello, la cogió de la mano y saltaron a otro sueño. Era un baile enmascarado. Y cómo no, sus ropas también cambiaron.

- ¿Me concedes este baile?- pidió el ladrón con una reverencia.

- Claro, bailar con un ladrón enmascarado es uno de mis mayores sueños- dijo ella con sarcasmo.

El ladrón forzó una sonrisa.

- No te estoy obligando. Simplemente quiero disfrutar de este baile antes de que acabe en llamas.

- Ahh... Así que tengo que acompañarte en tus crímenes y además divertirnos un poco antes de cometerlos...

- Si quieres pasamos a la segunda parte directamente- propuso el ladrón, tratando de mantenerse sereno.

- No, si me parece genial, bailemos.

Mientras bailaba con él, Anne notó que el ladrón la miraba de una forma especial, como si disfrutara bailar con ella. Anne pensó que debería divertirse más en vez de poner pegas, ya que solo era un sueño y además la aventura de ir a ese mundo y recordar todo solo duraría unos meses más. Sin embargo, igual que el ladrón no olvidaba su misión aunque bailara antes con ella, tampoco ella olvidó su misión. Decidió poner en práctica sus habilidades dramáticas aprendidas en teatro. Hora de actuar: se abre el telón.

Empezó a mirarle más, con cara de empezar a enamorarse de él. Se acercó más a él y el ladrón comenzó a ponerse nervioso, ya que no esperaba que algo así sucediera. La canción terminó justo cuando estaban tan cerca que poco les quedaba para besarse. Entonces se apartaron y Anne, con timidez, propuso ir a por ponche.

- Tengo una idea mejor. ¿Y si me acompañas a una habitación?- propuso el ladrón con un brillo pícaro en los ojos.

Anne tenía un poco de miedo, pero eso le venía perfectamente para su plan, por lo que tuvo que disfrazar su recelo y asentir sonrojada. Una vez en la habitación, él la llevó a la cama y la tumbó, posicionándose encima de ella. Metió la mano bajo su vestido y sacó las esposas, mostrándoselas.

- Ya no vas a necesitar esto.

Anne no replicó. Trató de seguirle la corriente. Cogió las esposas y las tiró al otro lado de la cama, haciendo como que le daba igual donde cayeran, aunque procurando que quedaran a su alcance en cuanto pudiera estar ella encima. Finalmente el ladrón se relajó y dejó de estar en guardia, por lo que Anne aprovechó para hacer como que se quería poner encima para besarle, mientras él sujetaba su cintura. Al tiempo que le distraía acercándose a sus labios lentamente, con su pie cogió las esposas y las pasó a su mano.

En cuanto el ladrón empezó a darse cuenta de lo que ocurría y quiso reaccionar, Anne rápidamente esposó sus manos a la cabecera de la cama. El corazón del ladrón dio un salto al darse cuenta de que había caído en la trampa. Su rostro palideció viendo las intenciones de Anne de quitarle la máscara. Cerró los ojos, dándose por vencido. Desde luego, ella era su debilidad.

- ¿¿Dave??

Anne no cabía en su asombro. Dave la miró con tristeza.

- ¿Tú eres el ladrón de sueños? No entiendo...

- No voy a darte explicaciones. ¿Vas a dejarme aquí? ¿Vas a entregarme?

Anne no pudo soportar ver su cara de resignación. No era capaz de anclar a Dave al sueño y que no despertara más hasta el baile de compromiso en el que se le daría alguna sentencia. Le puso la máscara de nuevo y le quitó las esposas, sabiendo lo que suponía para ella dejarle en libertad. Pero no le importaba.

Dave la miró con asombro. Se incorporó en la cama, aún no pudiéndolo creer.

- Eres lo más preciado que tengo, jamás podría hacerte esto- dijo ella entre lágrimas.

- Creí que te diste cuenta de que si no me despierto nadie te saca de mi habitación.

- ¡Eres idiota!- gritó Anne llorando- ¿No ves que yo también siento algo por ti?

Dave abrió mucho los ojos, atónito. Una repentina alegría le inundó, acompañada de alivio y tranquilidad. Se dio cuenta de que ella no le traicionaría como hicieron los otros. Él la ató al sillón, dudando de su palabra mientras que ella no se lo pensó dos veces para dejarle en libertad. La abrazó con fuerza y Anne se desahogó en su pecho. Dave la miró con ternura. Alguien así merecía ser su debilidad.

- Gracias, Anne. Tienes razón, soy idiota, debí confiar más en ti.

De pronto, recordó una cosa muy importante y miró el reloj. Rápidamente, la cogió de la mano, creó un portal y mientras pasaban por él, se oyó una gran explosión que no llegó a ellos ya que justo se cerró el portal. Pero en vez de pasar a otro sueño, todo se volvió oscuro y empezaron a despertarse.

Hazte REALIDAD o Conviérteme en SUEÑO #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora