Jonathan la tenía acorralada el ventanal, sus piernas yacían sobre los hombros del chico quien besaba fuertemente sus labios. Tan fuerte que en un momento dado sus besos comenzaron a tener un sabor dulce y a la vez amargo, sabían a sangre, pero a ninguno de los dos les importó.
Lo mismo pasaba con el vaivén de su pene entrando y saliendo de ella, sus penetraciones eran cada vez más profundas, cada vez iba más rápido, Sophia gritaba; no de dolor, gritaba de placer. Nunca antes había tenido tan buen sexo, fueran humanos, subterráneos o cazadores de sombras ninguno le causaba sensación alguna. Pero con Jonathan era todo muy diferente.
Pronto, él la cargó hasta llevarla frente a la cama flotante y simplemente la tiró allí.
-Ponte en cuatro- Ordenó, su voz era imponente y sus ojos estaban casi negros, todavía le quedaban algunos brillos de color verde, pero eran muy pequeños, casi como iluminaciones- ¡Ponte en cuatro, maldita sea!- La agarró del cabello con tal energía que la hizo sentar.
La chica agarró la mano de Jonathan que estaba enredada en sus cabellos ejerciéndole presión y la retiró. Se puso frente a él mirándola furibunda; no pudo evitarlo y le propinó una estruendosa cachetada. No había nada más que ella odiara que le halaran el cabello con violencia; pero al parecer Jonathan opinaba lo mismo de los golpes, pues la agarró del cuello alzándola varios centímetros sobre él para luego correr con ella y estrellarla contra la pared, que soltó añicos y polvo de adobe blanco.
-Nadie me golpea sin sufrir las consecuencias; ni siquiera tú, mi querida princesa- Los ojos de Jonathan ahora se veían como un par de túneles negros, los labios estaban en una línea fina y sus facciones angulosas eran simplemente aterradoras, le recordó a Sebastian. Pero a Sophia eso fue lo que menos le importó, ella no dejaría que él ganara esa pelea, su orgullo se lo impedía.
El chico agarró las largas piernas de la mujer que tenía al frente y las envolvió sobre sus caderas. Pronto, volvió a meter su duro miembro dentro de ella y comenzó con ese violento vaivén otra vez. Jonathan gruñía y jadeaba contra los pechos de ella, sus dedos estaban tan incrustados en su cintura que le comenzó a doler, y para hacer que algo le doliera a un ser mitad ángel mitad demonio, se necesitaba de mucha fuerza, fuerza suficiente que tenía el chico, fuerza que el demonio de ojos negros que estaba creciendo en él, tenía.
La castaña comenzó a besar el cuello de su amante por un buen rato hasta que él aflojó de a poco el agarre en su cintura, en ese momento ella le clavó los dientes en su yugular y la boca le comenzó a saber amarga. Él grito del asombro y ella lo empujó con tanta fuerza que éste se cayó al suelo llevándose por encima el espejo que había en el cuarto y lo partió. Los miles de pedazos de cristal cayeron sobre Jonathan y a su alrededor.
Sophia caminó hacia él, no pudo evitar mojarse al ver cómo cada parte del cuerpo del demonio se encogía de la furia; aunque fuera extraño, en ese momento él la excitaba mucho. Algunas zonas del cuerpo del chico comenzaron a sangrar, justo donde se le habían incrustado los cristales hechos añicos.
-No cariño, si vamos a tener sexo, será como yo diga- Dicho eso, se miró una gota de sangre oscura caer de su mentón hacia el medio de sus pechos, bajar bordeando un camino negruzco por su cuerpo y perderse en su ombligo; luego se sentó sobre la pelvis de Jonathan evitando que éste se pudiera parar y lo besó. Él la acercó más y ella se acomodó volviendo a meter su miembro dentro de ella.
Por fin ella tomó el control sobre él y comenzó a subir y a bajar a un ritmo lento pero intenso; eso no pareció molestarle al de ojos negros aunque se estuviera clavando varios cristales en su espalda y se estuviera formando un pequeño charco de sangre. La habitación se convirtió en un lugar donde se mezclaban los gemidos y gruñidos de ambos.
Justo cuando Sophia volvía a sentir las sensaciones previas al orgasmo, Jonathan rodó con ella dejándola sobre el suelo lleno de cristales que se le clavaron en todo el lado posterior de su cuerpo, él seguía bombeándola de placer y pronto volvió a sentir esas inaguantables sensaciones de placer.
-Eres tan malditamente cerrada- Le mordió el lóbulo de la oreja haciendo que Sophia enterrara sus uñas en sus omoplatos.
Ella comenzó a gemir fuerte, gemía contra el oído de Jonathan quien le daba estocadas más fuertes y rápidas proporcionándole que los cristales se enterraran más y más en ella haciéndola sangrar.
-Jonathan, más duro- Le suplicó gimiendo. El chico la enterró más en el suelo y ella enrolló sus piernas sobre su cintura permitiendo un acceso más profundo dentro de ella. Los dos se movían rápidamente, las contracciones volvieron a parecer en ese momento y Jonathan no pudo evitar jadear con fuerza.
-Di mi jodido nombre, muñeca- Soltó eso justo cuando su prometida mordió su hombro izquierdo con fuerza antes de soltar un fuerte "Jonathan" como grito y venirse contra su pene mojándolo lo que puso más duro aún, al rubio.
Sophia se recuperaba de su segundo orgasmo, pero aun así se seguía moviendo pues deseaba que él tuviera su orgasmo y se viniera dentro de ella. De pronto Jonathan se comenzó a tensar sobre ella y aumentó la velocidad; entró una, dos, tres veces más hasta que gruñó gravemente sintiendo como la tensión se escapaba fuera de él llenando el interior de chica con su semen. Sophia, por su parte, no pudo evitar soltar un último gemido al sentir ese líquido caliente llenándola y saliendo el excedente de su interior en una fina línea de semen.
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Ángel Infernal. (TERMINADO)
FanfictionUna joven observaba, desde el cielo, la muerte de Sebastian Morgenstern. Ella sabía que debió haber hecho algo para impedir que esto llegara hasta ese punto, pero no pudo hacerlo, por órdenes de su padre, la joven no pudo salvar de la muerte trágica...