Capítulo 23

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Lo último que captó la consciencia de Sophia en esa noche fue sentirse flotando en el aire antes de ser depositada en su cama y cubierta por las sabanas de seda negra. Después, se fundió en un sueño profundo.

El día era algo frío, se acercaba el invierno y, aunque a Sophia le agradaba ver la nieve, odiaba las bajas temperaturas sobretodo porque su cuerpo se enfriaba a tal punto que le podía hacer competencia a un iceberg.

Pero ese día había algo diferente, se sentía cálida. Luego recordó lo que había sucedido entre ella y Jonathan la noche anterior, tal vez era él quien le daba esa cálida sensación, pues todo su cuerpo normalmente irradiaba calor. Así que decidió darse vuelta en su cama pero él no estaba, de hecho no había ningún signo de que él hubiese dormido ahí con ella.

Antes de tener tiempo para pensar en alguna otra cosa, sintió su estómago gruñir.

Sophia se enrolló con las sábanas, saltó de la cama y decidió bajar las escaleras hacia la cocina por algo de comer, ignorando por completo la situación de su habitación; pero antes de llegar la sabana se enredó con algo que no la dejaba continuar con su camino, tiró de él con tanta fuerza que la tela se desgarró quedando solo con un pedazo de seda negra en sus manos y su cuerpo desnudo.

Se estremeció al sentir unas manos calientes rodeando su cintura que la alzaron y la sentaron en el frío mármol oscuro.

-Jonathan- Susurró cuando concentró su mirada en los ojos verde esmeralda del rubio. Inconscientemente le dio una escaneada a todo su cuerpo, su pecho estaba lleno de pequeños morados causados por las uñas que ella enterró en él; en su estómago se veía unos finos rasguños también causados por sus uñas; tenía los labios más hinchados y rojos que de costumbre con algunas marcas secas de sangre a su alrededor; y ni hablar de su cuello que tenía la marca de la dentadura de la chica en la yugular, justo donde lo había mordido tan profundo hasta sacarle sangre. Él estaba hecho un desastre a causa de la brutalidad con la que habían tenido sexo.

Se mordió el labio de la vergüenza mezclada con un poco de orgullo por ser la causante del estado actual de él.

-Tú estás peor que yo- El chico soltó la frase fuertemente, como si estuviese ahogando alguna rabia en él. La chica bajó la mirada ahora a su propio cuerpo y soltó una expresión de asombro por unos milisegundos.

Si ella pensaba que Jonathan estaba con un aspecto deplorable, ella lo estaba peor que horrible. Tenía marcas de dedos a lo largo de sus piernas, que ya se le comenzaban a formar como morados mucho más grande que los que él tenía en el pecho; sus pechos tenían pequeños brotes de sangre seca alrededor de los pezones; su cintura tenía dos grandes hematomas del tamaño de la mano del rubio a cada lado.

-Tu parte posterior del cuerpo está mucho peor, Sophia- Le reclamó con cierta nota de pesar en su voz. Ella se levantó de donde estaba sentada y caminó hasta el baño de invitados, se observó frente al espejo y lo que vio le recordó a la piel escamosa de los reptiles, toda su espalda tenía pequeños cortes horizontales con sangre seca que había dejado los cristales al introducirse en su piel; comenzó a sentir picazón por toda su espalda, al parecer las heridas comenzaban a sanar.

Suspiró dejando de ver su reflejo para observar la blanca piel de Jonathan que estaba de espaldas a ella todavía en la cocina, él también había sufrido las consecuencias de los cristales, pero las heridas ya no eran notorias, solo se veía las grandes cicatrices cinceladas por Valentine a la hora de criar a su hijo. Volvió a suspirar pesadamente mientras caminaba otra vez hacia él.

-No tienes que preocuparte, Jonathan. Sanarán en unas horas- Sophia pasó por su lado directo a la cocina- ¿Quieres comer ya o te vas a ir a cambiar?- Se dio vuelta y lo encaró haciendo referencia a su desnudez.

-Comeré primero, luego quiero bañarme- Se acercó a una gran velocidad- Contigo.

Dicho esto, él comenzó a besar su cuello lentamente, provocando una serie de estremecimientos en la chica. Entre los besos sintió la sonrisa de Jonathan.

-Nunca me cansaré de lo que causo en ti- La chica se sostuvo del mesón y apretó la boca evitando que salieran algunos gemidos, su cuerpo no le subiría más el ego al chico.

Pero él lo notó y trazó un camino de besos hasta su espalda, donde comenzó a descender lenta y tortuosamente hasta las caderas. Sophia no aguantó más y gimió pidiendo por más de él.

Sonrió victorioso mientras la agarraba del hombro izquierdo con una mano y con la otra le separaba las piernas; la chica estrujó su estómago, que al parecer había calmado sus gruñidos del hambre, contra el duro mesón y en menos de dos segundos después soltó un gemido mucho más fuerte que el anterior. Jonathan la había penetrado de nuevo.

Ángel Infernal. (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora