Ángel Infernal. (TERMINADO)

Capítulo 28

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Veintitrés años y siete meses atrás.

Sophia estaba sentada sobre la gruesa rama de un árbol observando el hermoso y críptico paisaje, frente a ella se extendía un precipicio enorme, donde ni siquiera se podía ver el fin; solo se escuchaban los gritos y lamentos de quienes perecían en esa oscuridad.

A pesar de todo eso, el cielo que se extendía sobre el lugar era de color naranjado dejando ver los últimos rayos de dos soles esconderse entre densas montañas de color verde. Su piel se veía bronceada por aquellos soles y ella disfrutaba del calor que producían en su cuerpo.

-¡SOPHI!- Una suave y aguda voz la hizo salir de su trance mientras veía un bello ángel de cabellos rubios descender hasta quedar frente a frente. Las alas del ángel eran de un color oro intenso, casi cegador, que aleteaban lentamente permitiendo que la chica no cayera sobre el pasto.

-Dime, Anni. ¿Qué sucedió para que tengas que estar en el infierno?- Los ojos turquesa de su amiga, brillaron por un instante.

-¡Me han asignado uno!- La rubia comenzó a aletear más fuerte de la emoción. Sophia no pudo evitar soltar un pequeño grito de alegría.

-¡ANNIKA!

-Lo sé, lo sé no sabes lo feliz que estoy en este momento. Después de cuatrocientos años por fin me asignaron a un humano- El ángel dejó de aletear mientras se sentaba al lado de la castaña y retraía sus alas- Pero, ¿sabes qué?- Comenzó a acariciar la melena marrón de su amiga que le llegaba a los hombros- No es un humano convencional, es hijo de dos cazadores de sombras.

-Al menos no tendrás tanto trabajo como lo tendrías con un humano normal, Raziel lo protegerá también de vez en cuando. Además, la vida de los cazadores de sombras es muy emocionante, con tantas peleas aquí y allá con los subterráneos y demonios...

Annika asintió mientras observaba el hermoso atardecer que se tendía ante sus ojos.

-Es tan hermoso estar aquí como en el cielo, mientras uno no es parte de los condenados- Comenzó a susurrar para ella misma.

-¿Ya sabes quién es?

-Es el primer hijo de la pareja Morgenstern, Valentine y Jocelyn.

-Oh...- Los ojos violetas de Sophia recorrieron el rostro de su amiga preocupada, no tenía expresión alguna, sus ojos azules ahora se veían naranjas por el atardecer y la mano todavía le acariciaba lentamente su corto cabello- ¿No son la pareja líder del Círculo de Raziel?

Annika volvió a asentir.

-Creo que retiraré lo dicho, tendrás mucho más trabajo cuidando al hijo de los líderes del Círculo- La chica le dio una pequeña sonrisa de pesar a su amiga, sonrisa que ella no vio.

Sentía mucha pena por su mejor amiga. El hecho de que le hubiesen asignado al hijo de tales personas, significaba que ella tendría que seguir cada movimiento y cada paso del niño, evitar que su padre lo formara para ser un sucesor de un grupo tan extremista como lo era él, hacer del niño un excelente cazador de sombras respetando a aquellos seres que no hubiesen quebrantado la ley; en conclusión, evitar que el futuro niño fuese un dictador de ideas extremistas hacia los demás como lo era su padre y todos aquellos que pertenecían a ese grupo. Total, ese es el trabajo que tenía un ángel guardián.

Pronto, la mirada azul de la rubia se dirigió a la violeta de su acompañante, sus cálidos ojos y su tierna sonrisa la hacía ver tan inocente que Sophia no pudo evitar no darle un abrazo.

-¿Quieres ir a verlo conmigo, Soph?- Le preguntó Annika en su oído mientras correspondía el abrazo.

-Eso no se pregunta, cariño- Le respondió riendo. Pronto, las dos chicas se pararon sobre la rama del árbol y la rubia fue la primera en extender sus alas doradas mientras comenzaba a volar sobre el cielo que se oscurecía cada vez más. Las alas violetas de la otra salieron de su espalda haciéndola sentir liberada, comenzó a aletearlas suavemente mientras se desprendía de la rama para luego volar a la velocidad de la luz con su amiga; saliendo así, del infierno directo hacia la tierra.

Directo hacia la casa de los Morgenstern, en Idris.