Capítulo 19

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Seis de la tarde.

El sol estaba en a punto de entrar en su ocaso, Sophia había organizado la comida sobre la mesa del comedor, no había puesto velas, pues el candelabro circular sobre el comedor tenía unas cuarenta velas que iluminaban tenuemente el cuarto. La chica miraba por el gran ventanal hacia la ciudad cuando oyó que se abría la puerta de entrada.

El olor del bosque y cítricos inundó sus fosas nasales, pero ese no era el único olor que provenía del ser que acababa de entrar, acompañado a esos dos aromas se encontraba el aroma a flores en plena primavera. Decidió ir hacia la sala para ver qué sucedía pero a medio camino por el pasillo se encontró con unos ojos tan familiarmente verdes pero ahora estaban manchados de negro.

Los dos se quedaron parados uno frente al otro. Jonathan miraba de arriba abajo a la sensual diosa que estaba a unos pasos de él, más hermosa que de costumbre; él le sonrió.

-¿A qué se debe tan deslumbrante belleza?- Aunque Jonathan estaba de muy buen humor, Sophia no podía estarlo, él olía a flores y por si fuera poco, su camisa negra reflejaba un poco de polvo de hadas. Definitivamente había estado en contacto con una y esperaba que no fuera con la reina Seelie. La chica se acercó hasta él y se estiró quedando a pocos centímetros de distancia de la cara de Jonathan. El chico cerró los ojos esperando besarla.

-Tienes un poco de polvo de hada- Dijo mientras le sacudía el polvo plateado de su camisa. Jonathan abrió los ojos y se encontró con la mirada fría de Sophia que se había alejado de él.

-Me encontré con un hada en uno de los club's, al parecer se dio cuenta de que yo era un inversor del local y...- Sophia inspiró una bocanada de aire antes de perder el control de las cosas. Ella quería que esa noche fuera especial para Jonathan y para ella misma, así que hizo un gran intento de apaciguar su rabia creciente y concentrarse en los planes que tenía para ese día.

-No, no quiero saber de eso ahora. Ven- Cogió de la mano a Jonathan y lo subió por las escaleras al cuarto de él- Cámbiate de ropa, te veré en diez minutos en el comedor- Soltó su mano y se bajó rápidamente por las escaleras, al entrar al comedor sintió unas repentinas ganas de tirar todo y dejar salir a su mitad demonio y que tuviera todo el control de su cuerpo. Tomó una copa de cristal y la llenó de vino hasta el tope, pero eso no la relajó; así que decidió tirar la copa contra la pared que se hizo añicos al instante cayendo como una lluvia de cristales y decidió tomarse todo el vino hasta que ya no hubo ni una sola gota.

Cuando se pudo calmar, botó la botella de vino y repuso en un chasquido la copa de cristal que no tenía ninguna marca de la violencia por la que pasó, Sophia sacó otra botella de vino y la puso sobre el balde de hielo que estaba en la mesa.

En la entrada del comedor se reflejó una sombre delgada y alta que pronto entró en el cuarto, Jonathan ahora vestía una camisa blanca manga larga y de botones, junto a un pantalón semi elegante negro y unos zapatos negros también.

-¿Qué fue todo ese ruido?- Preguntó mientras se acercaba a Sophia y la observaba por toda su cara esperando encontrar algún rasguño. La chica podía oler el aroma de Jonathan, sin ningún otro aroma infiltrado.

-No fue nada, solo se me cayeron unos cubiertos al suelo- Le respondió con una pequeña sonrisa en sus labios. Jonathan que la había estado mirando todo ese rato, por fin miró hacia la mesa del comedor.

-¿Y esto?

-Quiero que cenes conmigo, lo hice para ti- Jonathan volvió su mirada a ella. La tenue iluminación de las velas hacía que el cabello platinado del chico se hiciera más pálido y más brilloso, como un halo angelical rodeando su cabeza y haciendo más adorable sus rasgos faciales.

-¿Tú sola lo hiciste para mí?- Una leve sonrisa apareció en su boca. Desde esa perspectiva, Sophia pudo ver lo angelical que se veía el chico, sin rastro alguno de maldad. Quiso retratar ese momento, pero se contuvo.

-Bueno, mentiría si te dijera que lo hice yo sola todo. Una vieja amiga me ayudó en la cocina- Sonrió recordando a Annika cocinando con ella- Ven, vamos que se enfría- Los dos se sentaron uno frente al otro y comenzaron a comer en silencio, no sentían la necesidad de decir palabras, no había ningún silencio incómodo, y solo se limitaban a mirarse el uno al otro.

Al terminar de comer, Jonathan se iba a levantar para ayudarla con los platos.

-No, tú quédate ahí sentado y ni te atrevas a mover un solo músculo de tu cuerpo, créeme lo notaría- El chico asintió y se quedó sentado con los brazos sobre la mesa, parecía un niño chiquito a punto de esperar su comida favorita.

Sophia caminó hasta la cocina y dejó los platos en el fregadero automático, sacó de la nevera el pastel de cumpleaños y encendió las velas. Caminó lentamente de nuevo al comedor, y al entrar, comenzó a cantar la canción del cumpleaños. Inmediatamente la cara de Jonathan se volteó para ver de dónde provenía tan angelical voz y sus ojos miraron una de las escenas más agradables y añoradas por él, alguien le estaba celebrando su cumpleaños y ese alguien era Sophia. No pudo evitar no pararse de su asiento mientras seguía encantado escuchando la voz cantar y se fue acercando a ella, como si estuviese embrujado.

La chica terminó de cantar la canción, miró directamente a Jonathan que la veía con los ojos dilatados. Suspiró.

-Sinceramente no me gusta cantar, pero quería hacerlo para ti. Aunque te haya hipnotizado con mi canto valió la pena hacerlo- Chasqueó repetidamente los dedos en los ojos verdes del chico hasta que éste volvió en sí.

-¿Qué?- Miró desconcertado hacia el pastel que tenía las velas con el número 23 encendidas. Recordó que lo último que vio fue a Sophia entrar cantando el feliz cumpleaños con ese pastel, no sabía cuándo había llegado a la mesa.

-Que es hora de pedir el deseo antes de que las velas comiencen a llenar de esperma el pastel, corazón- El chico cerró sus ojos y no pidió ningún deseo, a diferencia de Sophia, no creía en las especulaciones mundanas; pero eso ella nunca lo iba a saber. Luego, sopló las velas que se apagaron instantáneamente- Felices vientres años, Jonathan- Le sonrió con delicadeza al rubio antes de partir dos pedazos de pastel.

Sophia no pudo con el pedazo de pastel, era muy dulce para su gusto así que se lo entregó a Jonathan, quien lo aceptó gustoso. Él amaba el chocolate y entre más dulce estaban las cosas, le gustaba más.

Los dos estaban sentados en la sala cuando a Sophia le llegó un mensaje, el regalo de Jonathan había llegado.

-Jonathan, ven conmigo.

-¿Todavía hay más?- preguntó mientras dejaba los platillos de cerámica sobre la mesa de café.

-Sí, mi regalo de cumpleaños, si bajamos te lo podré entregar- Y antes de que él pudiera reprochar, los dos estaban en el garaje en medio de la oscuridad. Ella se había teletransportado con él, eso le quitó un poco de energía, pues solo estaba acostumbrada a hacerlo para viajar ella sola, no para viajar con otro ser aún más grande y pesado que ella.

Jonathan no se miró nada sorprendido, él ya lo había hecho muchas veces cuando todavía era adolescente. Sophia encendió la luz y dejó ver un brillante último modelo Honda NSX negro. Ella se acercó al chico que miraba el auto en shock, le cogió su larga mano y le entregó las llaves.

-Es todo tuyo- Cerró su mano y miró cómo Jonathan se acerba a su nuevo auto para observarlo mejor. La chica no pudo evitar reír ante su forma de reaccionar- ¿Quieres dar una vuelta?- Le preguntó.

-Ven aquí, muñeca. Te llevaré a ver las estrellas- Su voz de galán la hizo volver a reír, caminó hacia el carro, el chico le abrió la puerta del copiloto y le puso el cinturón de seguridad. Caminó rápidamente hasta el asiento del piloto, el carro rugió fuertemente antes de salir del garaje rumbo a la ciudad.


Ángel Infernal. (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora