Capítulo 37

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Les aviso que éste es un capítulo con términos médicos (el único que habrá por el resto de la historia)

Sophia POV

  2 meses después  

Sophia se encontraba en medio de una sala totalmente blanca y fría, ella tenía sangre en sus manos. Las luces reflectoras cegaban aún más las paredes blancas, haciendo parecer que se encontraba en el centro del sol, cegada con tanta luminosidad. Un sonido de un corazón latiendo salía de una maquina llenaba sus oídos y se transportaba hacia su cerebro.

Entonces el sonido se convirtió en un uno de alerta que sonaba entrecortado por milisegundos de silencio, y en cuestión de un parpadeo una proyección de un gran chorro de sangre empapó toda la cara de la chica.

-¡La estamos perdiendo!- Un grito masculino se escuchó a su lado.

-Su arteria basilar se ha perforado, necesito detener la hemorragia- Los ojos violetas de la chica se posaron sobre una mujer un poco mayor pero más menuda y frágil que Sophia- instrumentos- La mujer asintió una vez antes de posarse a su lado izquierdo y entregarle unas pequeñas pinzas Adson para sostener la arteria- Sostén aquí, ¿cómo estamos con la temperatura corporal?- Preguntó al aire.

-Está bajando drásticamente, doctora- La joven de ojos violetas asintió mientras comenzaba a coser la arteria. Poco a poco la sangre que salía de la paciente comenzó a disminuir hasta ya no salir ninguna gota de sangre.

El sonido seguía sonando y los números bajaban cada vez más rápido en el monitor

-¡Su frecuencia respiratoria está en 10 y su frecuencia cardiaca es de 10/40!- Casi todas las personas en la sala lucían desesperados, excepto una.

-Terminé. Necesita transfusión de sangre ya mismo- Exigió a un interno que la miraba horrorizado. El joven, temblando, agarró una bolsa de color carmesí y la puso sobre un tubo al lado de la camilla, mientras otro interno intentaba agarrar un paquete de agujas sin éxito. Sophia se desesperó- ¡Ha entrado en shock hipovolémico, si no vas a dejar de temblar deja que otro lo haga!- El interno pudo controlar sus movimientos e insertó dentro del antebrazo de la paciente moribunda la aguja. La sangre comenzó a fluir dentro de ella, pero los valores numéricos no subían.

Sophia ya sabía lo que se avecinaba y por primera vez en toda la noche se preocupó.

-Oh no...- Antes de terminar alguna otra frase, el sonido se convirtió en un pitido estridente que denotaba ninguna función vital en el cuerpo. El corazón de la joven paciente había dejado de latir- ¡Hay que comenzar con el RCP!- Todos de inmediato se posicionaron en lugares específicamente planeados, los médicos más antiguos comenzaron a reanimar a la paciente mientras los más jóvenes examinaban los valores dados por las máquinas esperando un cambio en ellos.

Pero por más de media hora nada cambió y se sentía como todos comenzaban a perder las esperanzas en salvar a la paciente.

-Doctora...- Una de las enfermeras agarró el hombro de Sophia, pero la chica se rehusó a mirarla mientras seguía haciendo el masaje cardiaco.

-No, todavía no. Nadie se puede rendir hasta que ella vuelva- La joven se sentía algo cansada pero eso no la detuvo, ella estaba a cargo de la operación y debía darle ánimos a sus colegas para que no dejaran de hacer lo que estaban haciendo.

Pocos minutos después unos sonidos entrecortados salían de la máquina de nuevo, reemplazando el pitido constante.

-¡Ha vuelto!- Los médicos soltaron cuidadosamente a la joven tendida en la camilla mientras se tiraban contra una pared y se dejaban caer al suelo del cansancio- Su frecuencia cardiaca y respiratoria está leve pero estable.

-Inyecte epinefrina- Sophia le demandó a la enfermera quien todavía tenía la mano sobre el hombro de ella. La chica volvió a la cabeza de la paciente para terminar su trabajo antes de que volviera a recaer en otra crisis.

Al salir de la sala de operaciones Sophia fue directo a cambiarse para dirigirse hacia la cafetería, la pobre chica estaba muerta del hambre pues no había logrado comer nada en un día y medio completo. Pero alguien le frenó su camino, eran un par de residentes jóvenes que reían como si se hubiesen encontrado al hombre de sus sueños y no pudiesen dejar de hablar de él.

-Profesora Sophia- Dijo una entre sonrisas- Alguien la vino a buscar. Dice que la está esperando en el jardín en dos minutos.

-¿Quién es?- Preguntó con recelo.

-Alguien, no nos dijo cómo se llamaba; pero por su físico yo lo robaría y lo casaría conmigo ya mismo- La otra respondió poniéndose roja al instante. Sophia resonó su garganta en forma de regaño antes de comenzar a caminar hacia el jardín.

Al llegar, todo estaba oscuro pues era de noche; pero al parecer las luces de las lámparas estaban apagadas lo que le era extraño para ella. Pronto, una por una se encendió dejando ver a un joven de cabello platinado y alto caminando hacia ella con un ramo de lo que parecía ser flores pensamiento.

Era Jonathan, el Jonathan que había dejado atrás dos meses antes cuando canceló el compromiso. Su corazón comenzó a latir fuertemente y la chica comenzó a hiperventilar, no podía creer que él la estaba buscando luego de tanto tiempo.

El chico la miró, sus ojos eran completamente negros, mucho más negros de lo que los tuvo alguna vez; y su aura era muy diferente, era más fría y sádica. Ese no era Jonathan de ninguna manera.

Sophia comenzó a caminar lentamente hacia atrás mirando como las flores se quemaban una por una en las manos del otro, pero luego perdió el control de su cuerpo y se quedó estática sin poder moverse.

-Hola después de tanto tiempo, Sophia mía- El chico se paró frente a ella.

-¿Quién eres?- Preguntó sin mostrar ni una gota de lo asustada que estaba.

-Tu peor pesadilla- Luego de eso, los brazos de ese Jonathan la rodearon por la cintura mientras ella se dejaba ir por esos ojos negruzcos hasta desaparecer en ese lugar.

Ángel Infernal. (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora