Capítulo 40

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El demonio la embistió en una fuerte estocada que le arrancó un grito de lo profundo de su garganta, ella no fue lo suficientemente lubricada y dilatada para recibir su miembro. Ni siquiera estaba totalmente caliente en ese momento.

-¡Por las mil putas mierdas, eres un maldito bruto!- Le gruñó pero a cambio solo recibió una enorme risotada como respuesta, lo que la hizo enfurecer.

-No te quejes, muñeca- La joven estuvo a punto de sacar el pene que tenía dentro de ella, pero Sebastian fue rápido y la empujó contra una pared que se agrietó con su forma y rasgó su piel en distintas partes del cuerpo- Te- Volvió a embestirla- Aguantas- La chica sentía cómo se le clavaban cada vez más las astillas de la pared en su piel haciendo que comenzara a sangrar- Preciosa- Solo pudo gimotear debido a las estocadas profundas que el chico le daba, seguía sin estar lo suficientemente mojada como para sentir placer, y sabía que no se iba a lubricar pues su cuerpo estaba sintiendo dolor en su vagina y en su piel.

-¿Por qué no estás gimiendo?- Le preguntó en su oreja- ¿Acaso no lo estás disfrutando?- Su voz era burlona- Da igual, yo lo ando disfrutando mucho- Agarró a Sophia de la cintura y la alzó, haciendo que el cuerpo de la chica se deslizara por la pared agrietada; cosa que hizo que sus cortadas se hicieran más profundas y larga; la cargó de tal modo que hizo que Sophia amarrara sus piernas entre las caderas de su compañero alejándolas lo más posible de la pared, alejándolas de más tortura.

En verdad al chico no le importó en lo más mínimo que la joven no estuviera disfrutando del sexo. Él solo quería volverla a sentir de su propiedad y marcarla para borrar a sus antiguos amantes y evitar a los próximos, él era una parte de Jonathan; una parte posesiva que necesitaba tener en todo sentido a Sophia. Prefería matarla antes que dejar a la chica a merced de otro hombre que no fuera él.

Y con ese pensamiento le sacó su pene completamente, dejando a la joven desconcertada. Pero antes de que ella pudiese formular alguna pregunta; entró en ella aún más fuerte, a la vez que clavaba sus uñas en los costados del cuerpo de la mujer y hundía sus dientes en su hombro. La iba a marcar de mil maneras para que todos supieran que la heredera al trono de todo el maldito infierno, era suya.

-Sebastian- Gimió con dolor mientras sentía por primera vez unas lágrimas rodar por su mejilla- Por favor...- Suplicó en voz baja. Pero esto solo hizo excitar aún más al chico. Así la quería tener; suplicante, frágil e indefensa. Por esa razón hizo oídos sordos y cerró sus ojos, no iba a permitir que Jonathan apareciera y terminara con aquel abuso, él sabía que su yo compasivo se lo iba a agradecer después, cuando tuviera entre sus manos a Sophia a sabiendas que ella no se iría de su lado de nuevo porque temería por su vida. Por fin ella podía ser toda de él, para siempre.

Gruñía cada vez más fuerte, no cabía en tanto placer. Sabía que estaba a punto de correrse dentro de la chica. Pero quería aguantar un poco más.

Ambos se alejaron de aquella pared. Por su cuerpo escurría sangre semi angelical semi demoniaca. Pudo observar la pared que, ahora, tenía una apariencia tan asquerosa recordándole las pinturas de aquel pintor abstracto, Jackson Pollock. Solo que esa "pintura" estaba en negro y dorado.

Sophia todavía estaba siendo cargada por el demonio, hasta que éste la lanzó contra el suelo de mármol; no lo hizo fuertemente, el piso seguía intacto, pero aun así la chica comenzó a gritar del dolor, sentía como su piel estaba siendo quemada y sus heridas anteriores ardían mucho más. Podía sentir el olor fuerte a carbonizado.

Literalmente, la chica estaba quemando. Sebastian la había soltado estratégicamente sobre la sangre de aquellos demonios previamente exterminados, esa sangre quemaba su parte angelical y dolía; dolía tanto que se comenzaba a retorcer tratando de alejarse del lugar.

Pero algo se lo impidió.

-Shhh, terminaremos pronto, dulzura- Sebastian le sobó la raíz de su cabello mientras volvía a introducirse dentro de ella con la misma brutalidad y fuerza que las veces anteriores, solo que ésta vez no sintió ese dolor; su cuerpo estaba entrando en un estado de shock debido a los daños que le estaban causando todo ese martirio por el que estaba pasando. Pero Sebastian, tan absorto en su propio placer, no se dio cuenta y siguió con su cometido.

La embistió cuatro veces más antes de descargar en un grave y gutural orgasmo todo aquel semen que contuvo por meses esperando a descargarlo dentro de su mujer. Solo se salió permanentemente para poder observar el líquido blancuzco salir de la cavidad vaginal de la chica.

Gruñó mientras volvía a ponerse duro por la vista que obtuvo.

-¿deseas una segunda ronda, muñeca?- Le preguntó mientras seguía mirando el semen salir de la vagina de Sophia y resbalarse por sus glúteos hasta llegar en pequeños hilos al suelo, donde se mezcló con la sangre negra que yacía en el suelo.

No obtuvo respuesta alguna.

-Sophia- Remarcó su nombre con un tono de voz autoritario y tan frío que cualquiera que lo hubiese escuchado ya estuviera temblando de miedo; pero de nuevo, no obtuvo ninguna respuesta. Decidió, entonces subir su mirada a la cara de la chica.

-Mierda- Susurró una vez miró la cara inerte de la fémina cayendo en cuenta en el error que había cometido- ¡Mierda y mil veces mierda!

Ángel Infernal. (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora