Cap.7

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-Buenos días, Kendall.-Me acerqué a la barra de la cocina.-¿Cómo dormiste?

-Bien, supongo.-Sonreí- Los paparazzi se han ido, ¿No?-Asintió- Menos mal, tengo que ir a mi casa, Kathy estara preocupada.

-¿Te vas?-Hizo un puchero curvando su labio inferior hacia fuera- Quédate un ratito...-Reí- Quédate a desayunar...

-No, no puedo. Si no vuelvo, a mi madre le saldrá humo por las orejas.-Reí de nuevo. Suspiró.

-Prométeme que vendrás más tarde a pasear conmigo.

-Está bien, pero nos tendremos que llevar a tus hermanos, no quiero que tu madre se quede con ese peso encima.-Sonreí.

-De acuerdo, ya compramos los carritos, ¿Sabes?-Sonreí de nuevo y salí por la puerta.

-Hasta luego, bonita.-Le guiñé un ojo.

-Adiós, Kendall.

...

Querido diario, ya hace dos días que no te escribo. El parto de Ann fue un éxito, lo que me alegra mucho. Tuvo dos bebés preciosos, ya estoy deseando pasear con ellos. La niña se llama Evelyn, y el niño se llama Andy, el nombre que yo le puse. Ayer, los paparazzi inundaron las afueras de la casa de Caperucita, no sé como han podido localizarme. Tengo que reconocer, que he perdido el contacto con mis amigos, aunque en menos de tres meses lo retomaré para volver a la música. Pero por ahora, necesito descansar. Mis hermanos están en sus respectivas habitaciones, no sé lo que hacen, pero tampoco me importa. Mi madre está en la planta de abajo, charlando con mi padre sobre mis vecinos. Pero no se enfadaron cuando pasé la noche con Caperucita, supongo que lo entendieron. Aunque no voy a decir nada sobre esto a mis hermanos, de haberlo hecho ya se estarían burlando. 

...

-¿Lista?-Pregunté riendo mientras Caperucita intentaba sacar los dos carros a la misma vez por la puerta.

-Podrías echarme una mano, ¿No?-Asentí y cogí a Evelyn con el carro.-Gracias.- Cerró la puerta

-¿Seguro que quieres ir por aquí?-Pregunté al ver por donde se dirigía- Hay mucho tráfico.

-Lo sé, pero si queremos llegar al parque, por aquí se llega más pronto.

-Oye...-Negué con la cabeza- Los niños son demasiado pequeños como para ir al parque, además, es peligroso.

-Kendall, házme caso...-Suspiré.-Hay aceras.-Caminé tras ella.

-Como quieras, pero aquí hay más probabilidades de que me encuentren los paparatzzi...

...

Estábamos sentados en un banco del parque, como ella había querido. Los bebés estaban junto a nosotros, y me daba la extraña sensación de que todo el mundo me miraba. Tal vez no debí hacerle caso a Caperucita.

-¡Oh Dios!-Gritó una rubia de ojos azules detrás mío- ¡Es Kendall Schmidt!-Reí y se acercó a mí- ¿Puedes firmarme un autógrafo?

-Claro que sí, ¿A qué nombre lo quieres?-Pregunté sonriente.

-Cristal, me llamo Cristal, por favor.-Tomé el bolígrafo y escribí.

-Pues entonces... "Para mi Rusher número uno, Cristal. *Kendall Schmidt*" -Leí mientras escribía.

-¡Gracias, gracias! Te amo, Kendall.-Desapareció entre la multitud. Miré a Caperucita, la cual parecía molesta.

-No es justo.-Dijo cruzándose de brazos.

-¿El qué no es justo? Sólo era una fan... Todas son así.

-No es justo que le pongas "Para mi Rusher número uno"-Imitó una aguda voz- Esa soy yo.-Reí y besé su mejilla.

-Eso ya lo sé, no te preocupes.-Sonrió.

Pasamos un rato sentados, hasta que vi varios hombres camuflados, vestidos de negro. Oh, mierda, eran paparazzi. Ya sabía yo que venir al centro de la ciudad, no era bueno. Miré hacia ambos lados, no había nadie más famoso, así que estarían fotografiándome a mí. Tenía que hacer movimientos normales para que no acabaran acosándome.

-Caperucita...-Susurré sin mirarla. Esta se giró hacia mí.-No me mires, tú sólo actúa con normalidad.-Susurré de nuevo y se puso tensa.

-¿Qué pasa?-Me susurró ella a mí- Me estás asustando.

-Hay varios paparazzi escondidos, los acabo de ver... Cojamos a los bebés con normalidad y vámonos.-Asintió.- Pero no tienes que hacer ningún movimiento extraño, si no, acabarán persiguiéndonos, creéme, he vivido esto muchas veces.

-Sí.-Asintió de nuevo y nos levantamos a coger cada uno un bebé en cada carrito. Ni siquiera nos vimos a la cara.- ¿Por donde vamos?

-Por los callejones, será más difícil que nos encuentren.-Comenzamos a caminar, rápido. Ellos nos seguían a una distancia considerable.-Qué mierda es esta, nos están persiguiendo.-Fruncí el ceño mientras miraba de reojo hacia atrás.- Cuando yo cuente hasta tres, nos echamos a correr y nos escondemos en un portal, ¿Entendido?

-¿Qué? ¿Cómo?-Preguntó asustada.

-Un... dos... -Dije en tono bajo- ¡Y tres!-Subí el tono- ¡A correr, Caperucita!-Exclamé y ahora los paparazzi nos perseguían a toda velocidad.

No es fácil ser famoso (Kendall Schmidt & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora