Cap.13

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-¿Cómo fueron las compras de ayer?-Bajó la cabeza. En todo el rato, no se había atrevido a dirigrme la palabra.-Caperucita...¿Estás bien?-Asintió.

-Kendall, conocí a alguien...-Se acercó a mí- Y... me dijo que yo le gustaba.-Me quedé tenso. ¿Cómo? ¿Alguien le había dicho que le gustaba? No podía ser, aquí el único que puede gustar de ella soy yo... Al menos por ahora.

-¿Q-Qué?-Tartamudeé sin creerme lo que acababa de oír. No es bonito que a alguien le guste la chica que has estado enamorado durante casi una década de años.

-Era muy guapo... Y bueno, supongo que nos volveremos a ver.-Sonrió y yo me dejé caer en el sofá. Estaba en shock. ¿Cómo me había podido pasar esto?-¿Kendall?-Subí la mirada- Quedamos hoy... y pensé que tendría que decírselo a mi mejor amigo.-El mundo se me cayó encima.

¿Cómo me había hecho eso? Y se veía la mar de feliz. Normal, era imposible enamorarse de su mejor amigo. Soy un estúpido. Un estúpido que se enamoró como un estúpido. Estúpido, estúpido, estúpido. E infinitamente estúpido. Había quedado con su amante, puede que mañana su novio. ¡Apenas se conocían! Pero las relaciones van rápido. No podía soportarlo más, las lágrimas de dolor fluirían de mí si no me iba en ese mismo instante. Y sin apenas decir una palabra, salí por la puerta principal dejando a Caperucita extrañada. Corrí todo lo que pude, hasta llegar a un sitio apartado de cualquier cosa. No quería que me pillara alguna fan o algún paparazzi llorando. Los hombres no lloran... Pero igual como me dijo mi hermano, soy un imbécil. Un imbécil que llora, que escribe en una mierda de diario y que está enamorado de su vecina, que pronto comenzará una relación. No valgo para nada. 

...

-K-Kendall, ayer saliste corriendo de la casa, ¿Estás bien?-Preguntó delante de mi casa. Asentí. Sólo podía desearle suerte con ese chico, apenas lo conocía, pero si la hacía feliz, era lo único que importaba. Al fin y al cabo, yo era famoso, y las giras se hacían interminables. Tenía que dejar de pensar en ella.

-¿Qué t-tal fue la quedada ayer?-Pregunté tratando de no parecer afectado. 

-Bien, pero descubrí que no era mi tipo.-Me quedé pálido. ¿Había estado insultándome a mi mismo todo el día de ayer y toda la noche para nada? Aunque prefería eso, igual tenía alguna posibilidad.

-¿Te hizo algo?-Negó melancónicamente- Oh, venga, me conozco esa cara.-Suspiró.

-Lo vi besándose con otra chica.-Bajó la mirada. Lo peor era que le había gustado un completamente cabrón. - Sólo quería usarme... para volver con su novia.-Sonrió- Pero no soy tan idiota como para tragarme eso, así que le tiré un batido en la cabeza.-Reí.

-Esa es mi chica.-Dije feliz apartando la preocupación de mí.-Pasa.-Le accedí y entró a sentarse en el sofá. -Oye, me tengo que peinar, me tengo que afeitar, tengo que desayunar, tengo que lavarme los dientes y tengo que vestirme.-Le dije señalándome a mi mismo. -Espérame aquí, puedes enchufar la tele o algo, pero tranquila, no tardaré.-Sonreí y subí las escaleras.

Narra (Tn)______:

Ya hacía tiempo que no entraba en casa de Kendall. Haría como unos cuatro meses, cuando era invierno y tuve que ir urgentemente a su habitación por culpa de una broma que me había gastado, me había tirado un globo de agua en pleno invierno. Acabó diculpándose, pero aún así, cogí un resfriado increíble.

-¡Ya estoy!-Dijo al cabo de unos diez minutos. No había tardado nada. Me levanté del sofá y ahí le vi, con sus cabellos dorados completamente bajo control, con unos dientes radiantes y blandos, con la cara más suave que el algodón y vestido con una sudadera gris y unos pantalones rasgados. Sus converse no fallaban y su sonrisa tampoco.

-Vaya, parece que te arreglaste.-Le seguí hasta la cocina- Y la colonia tampoco se te olvidó.-Dije al notar la media botella que se había echado encima. Él sólo rió.

-Me gusta ir limpio, y ser elegante.-Sonrió- Aunque ya lo sea por naturaleza.

-Schmidt... Idiota y creído Schmidt...-Rodé los ojos golpeándole suavemente en el pecho. Caminé de nuevo para sentarme en el sofá, pero no vi un cable y mis piernas se enredaron, hasta rendirme y esperar a que mi cuerpo tocara el piso. Pero no lo hizo. Kendall se tiró debajo de mí antes de que pudiera caerme.

-Cu-Cuidado... Con el... Cable.-Me susurró mientras su aliento chocaba con mi piel.

-Ya... Ya lo vi.-Conseguí decir después de que mi corazón se acelerara. Vaya, me moría por probar esos labios rojo cereza... *¡Estúpida!* Me dije a mí misma. Tenía razón. Estábamos hablando de Kendall, el mejor amigo de tu infancia, el mejor que nunca te ha fallado, no sé como pude pensar por un momento en besarle. -Gracias.-Dije en una espécie de shock mientras me levantaba. Me quedé literalmente, paralizada, no sabía que decir ni que pensar. Sólo ansiaba besar sus labios.

No es fácil ser famoso (Kendall Schmidt & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora