Cap.16

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-Buenos días, Kendall.-Dijo la entrevistadora con una sonrisa empalagosa. La falsedad, no iba conmigo.

-Buenos días.-Le devolví la sonrisa y también sonreí a la cámara, que había estado grabándome desde que había entrado en el plató.

-Me gustaría que respondieras a varias preguntas, ¿Te parece bien?-Preguntó acercándome un micro con espuma amarilla a mi cara.

-Totalmente.-Dije, sin perder la sonrisa. Perderla era lo que más deltaba a un famoso, no sería creíble.

-Empezaremos por una bastante famosa.-Asentí- Verás, todas las Rushers y los teleespectadores, nos preguntamos, quién es esa chica pelirroja que te acompaña a todas partes.-Volvió a acercarme el micro a la cara.

-Es mi vecina.-Respondí con naturalidad, no estaba diciendo ninguna mentira.

-¿Tu vecina?-Asentí de nuevo- ¿Y hay algo más entre vosotros? O sea, pregunto, alguna relación amorosa.

-No. Somos vecinos y mejores amigos, nada más.-Dije ahora con seriedad. La verdad es que no me gustaba que se metieran en mi vida privada.

-¿Nos podrías decir su nombre? Sólo queremos conocerla, Kendall.

-Lo siento, prefiero no decirlo.-Dije ahora con una sonrisa falsa.

-Te oyeron llamarla "Caperucita".-Afirmó. Aún no se le había quitado esa sonrisa empalagosa de su cara, esta chica no me caía bien.- ¿Hay algo que tengas que ocultar?

-No, para nada. Sólo digo, que ella necesita su privacidad, así que no voy a dar nombres. 

-Bueno, está bien.-Suspiró- ¿Y esos dos bebés gemelos? No serán tus hijos, ¿verdad?

-¿Hijos? ¡No!-Dije riendo. No sé como está la gente de revolucionada hoy en día- Soy demasiado joven para tener hijos. Eran los hermanos de Caperucita.

-Bien, gracias. Creo que con esto concluye la entrevista.-La chica se levantó de la silla.

-¿Ya está? Fue muy rápida, ¿No?-Dije con el ceño fruncido.

-Sí, bueno, sólo queríamos descubrir a la misteriosa pelirroja que te acompaña, pero ya diste mucha infomación. Gracias, Kendall.

-Ahm... De nada.-Sonreí y salí del plató.

...

"Y tras haberle hecho una entrevista al famoso Kendall Schmidt, hemos descubierto, que aún no hay ninguna relación amorosa entre sus planes, lo que alivia a millones de fans. Nos confesó de que se trataba sólo de una amiga y vecina, que tenía dos hermanos. Estamos muy agradecidos por esa entrevista y querremos escuchar su nuevo álbum más adelante".-Se oyó por televisión y Caperucita y yo comenzamos a dar botes por la casa.

-¡Enhorabuena! ¡Lo conseguiste!-Gritó ella mientras me abrazaba.

-Sí, gracias al cielo.-Suspiré- Bueno, ¿Vamos a tomar un helado? Yo invito.-Me ofrecí sonriendo. Ella asintió y cerró con llave la casa. Los gemelos no estaban, y sería por fin el paseo que llevaba casi dos semanas esperando.

Caminamos por los verdes callejones hasta llegar al quiosco que fui días anteriores. Ella pidió un helado de fresa, mientras que yo me decanté por pedir el de chocolate. Volvimos a caminar hasta llegar a un precioso parque lleno de rosas rojas. Podría declararme aquí mismo si no fuera por que soy un vergonzoso.

-Estaba rico el helado.-Afirmé mientras tiraba el envoltorio a la papelera negra.

-¿Ya te lo comiste?-Asentí- Sólo han pasado cinco minutos desde que lo compramos, ¡Eres un goloso!-Reí y se unió a mis risas.

-Lo sé, por eso tu me vas a dar del tuyo.-Me miró sorprendida- Anda, quiero probarlo.-Rió y me acercó el helado a mi boca, manchándome la cara.- Oye, te dije que me dieras, no que me mancharas.-Dije mientras me limpiaba con un pañuelo.

-¿No quieres más?-Negué con la cabeza divertido- Toma, come, seguro que tienes más hambre.-Dijo sarcásticamente y volvió a mancharme la cara de helado de fresa. Me volví a limpiar, esta vez pensando en como me vengaría. Por tercera vez, acercó el helado a mí y lo tiré al suelo. Ella se quedó mirándolo con la boca abierta.- Con lo que me gustaba...-Suspiró- Eso es lo que pasa por jugar con la comida.-Dijo creídamente y volví a reír. 

-Toma.-Saqué mi billetera y le tendí cinco dólares- Cómprate otro.

-No quiero Kendall.-Me la apartó con una sonrisa.- Estaba bueno, pero no quiero más. Al fin y al cabo, me lo merecía.-Suspiró de nuevo. Lo estaba exagerando.

-Sí, es verdad.-Supiré ahora yo dramáticamente. Ella rió.

-¡Kendall!-Me pegó al hombro- Se supone que ahora es el momento en que tú dices "No, no es verdad, fue culpa mía".-Dijo haciendo comillas sin parar de reír.

-Pero no fue culpa mía.-Dije de nuevo y volvió a golpearme.

Lo pasamos muy bien, nos divertimos demasiado. Ella corría, yo la perseguía, ella se columpiaba en los columpios, yo la empujaba, ella se tiraba por el tobogán, yo iba tras ella... Parecíamos niños de cinco años. Lo que me gustó. Caperucita era especial. No como las demás chicas, era ese el hecho de que estaba enamorado de ella.

No es fácil ser famoso (Kendall Schmidt & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora