C. 29

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Jimin mantenía aquella sonrisa paternal cada vez que Yang Mi se acercaba a mostrarle fotos, sus cuadernos, sus dibujos, o su ropa. Me sorprendía lo bien que se lo estaba tomando. Me Ri decidió salir de casa, volver por una noche donde sus padres para dejarnos tranquilos, le dije que no era necesario, incluso Jimin le pidió que no se fuera, pero la entendía, era como si estuviese entrometiendo en la primera reunión familiar. 

— Aquí tienes. — Dejo en la mesa de centro una tasa de café que Jimin había pedido. Eran cerca de las ocho de la noche y Yang Mi tenía que ir a dormir, pero no quería. Estaba tan entusiasmada con Jimin que no dejaba de caminar de allá para acá, sacando y desordenando por donde estuviese. Con mucho esfuerzo Jimin logró hacerla dormir. Deseé sacarle fotos pero me prohibí a no hacer nada de ese tipo de cosas. No hasta que las cosas queden realmente claras entre Jimin, su agencia, sus fans y amigos. Mordía mis labios cada vez que me entraban ganas de hablar del tema, sentí que no era yo la que debería sentirse con el derecho de tocar aquel tema delicado. Es Jimin quién debe de hacerlo. Es él quien debe de tomar tal decisión. Jimin me sonríe como agradecimiento por el café. 

No supe que hacer luego. Habían muchas cosas que quería hacer con él, como muchas cosas que hablar, pero al ver el desorden que había en la casa no pude quedarme sentada. Jimin me seguía con la mirada mientras yo recogía, guardaba y ordenaba las cosas de Yang Mi. Podría jurar que una sonrisa se dibujaba en sus labios al verme tan trabajadora. Carraspea, tratando de llamar mi atención.

— ¿Podrías ordenar después? — Dice dejando la tasa de café en la mesa de centro, sabía que quería hablar, hay muchas cosas que debemos de aclarar, pero mi mente estaba en el orden, y como un acto despistado tomo la tasa y la dejo en el lava platos, Jimin ríe divertido. — En serio, nunca te había visto trabajar tanto en ordenar. — Decía mientras caminaba hasta mí. Con sus brazos rodea mi cintura por la espalda y apega mi cuerpo al suyo. El gesto me tomó tan de sorpresa que no pude evitar dar un pequeño y fino grito quedando inmóvil ante su tacto. Apoya su mentón en mi hombro y podía sentir su respiración golpeando mi cuello. Mi corazón comenzó a palpitar. 

Dugum - Dugum - Dugum.

Sentía el sonido como un eco en mi interior. Sentí enrojecer mis mejillas. Me sentía como una chica de 20 años, inexperta en cosas del amor. No sabía como reaccionar y mi instinto me decía que sólo tratara de respirar con normalidad. Estoy más que segura que Jimin está acostumbrado a éste tipo de cosas, después de todo se iba a casar con So Min. Cosas como caricias, cariño afectuoso entre otros deberían de ser pan de cada día para él. 

Pero no para mí. Él ha sido el único hombre que he dejado que me bese, me acaricie. Después de él no hubo ningún otro hombre y me sentía como una inexperta a su lado. 

— ¿Sucede algo? — Negué con la cabeza. — ¿Entonces? 

— Esto... Es nuevo para mí. — Dije con nerviosismo. 

— ¿A qué te refieres? 

— A esto. — Dije rozando sus brazos, juraría que Jimin tuvo un leve escalofrío recorriendo su cuerpo por mi tacto. 

— ¿En serio? — Asentí. Jimin me toma de la cintura y con delicadeza me voltea para quedar de frente, podía notar su leve sonrisa, y sus mirada penetrante. Quise taparme el rostro, estaba demasiado avergonzada. Sólo recuerdo que entre Jimin y yo no hubieron éste tipo afecto, y no sabía como reaccionar. — Para mí también es nuevo. — Lo miré dudosa, en sus mejillas se notaba un pequeño sonrojo. Me vi tentada a decirle que no era cierto, que él a tenido a muchas chicas, pero no debía de arruinar el momento. 

—  ¿A que te refieres? — Dije con una sonrisa divertida. 

— A abrazarte, a besarte —  Al terminar de decir lo último deposita un tierno beso en mis labios. — A tenerte tan cerca. —  Sentía su respiración acelerarse. Estaba tan nervioso como yo. — No sabes cuanto extrañaba el sabor de tus labios. — Decía mientras depositaba tiernos besos en ellos. 

Mi cuerpo estaba cediendo a sus caricias, Jimin me volvía siempre loca, y con justa razón, aquel pelo platinado, aquella mirada, sus deseables labios y su tan trabajado cuerpo derreteria a cualquier mujer que sintiese sus caricias. Lo peor de todo es que él lo sabía, y también sabía que sus besos eran mi perdición. Años atrás no dudaba en jugar lamiendo mi oreja y besando cada parte de mi cuello con tal de tentarme. Él sabía muy bien como hacerme ceder. 

— ¿No tienes que ir a los dormitorios? — Pregunté luego de alejarme un poco de él. En estos momentos no estoy para pasar limites de los cuales podría arrepentirme después. 

— Les mande un mensaje, diciendo que hoy no volvería. — Abrí los ojos a más no poder ¿en serio no tenía pensado volver? — Así que tendrás que aceptarme en tu habitación. — No dudo en tomar mi mano y encaminarse al pasillo donde se encontraban las habitaciones de Me Ri, Yang Mi y mía. Abrió la primera puerta. — Si la habitación de Yang Mi es aquella, imagino que la habitación de al frente es la tuya.

Al ver la cama de dos plazas no dudo en acostarse en ella como si de él fuese. Al verme aún parada en el pórtico me hace señas para acercarme, pero sólo me crucé de brazos. 

— Deberías de volver. — Niega con la cabeza. — No podrás salir de aquí en todo el día ¿y si alguien te ve? — dije en defensa. Jimin me miró serio, provocando que se sentara en el borde de la cama mirando al piso. 

— ¿No puedes sólo aprovechar el tiempo juntos? ¿a solas? — Dice con un tono algo molesto. Lo sé, yo también quería aprovechar todo el tiempo que estábamos a solas, aprovechar de besarle, abrazarle, quería hacer miles de cosas con él. Tantas que estoy segura que no se puede imaginar, pero no podía pensar en otra cosa que en su seguridad y en la de mi hija. En estos momentos... No estamos en posición de tener citas y estoy segura que Jimin lo sabía muy bien.  

Lo miré por unos segundos para luego suspirar rendida, aunque habían muchas cosas que teníamos que poner en orden, supuse que éste no era el momento indicado. Jimin al notar como sonreí, me invita a sentarme a su lado. Y lo hice, sin antes darle un pequeño beso en la frente.

— ¿y eso? — Decía sin para de tocar su mejilla sorprendido por mi acto.

— Lo siento. — Dije apoyando mi mejilla en su hombro. — Es sólo que todo ésto es tan diferente, nuevo, que no sé como reaccionar, o qué hacer cuando te tengo a mi lado... Siento que es como un sueño, uno de los miles que he tenido pensando en ti. — No pude resistir más. Lo abracé provocando que cayéramos en la cama. — No sabes cuanto me hacías falta. — Jimin, ocultó su rostro en mi regazo, quizás escondiendo su rostro sonrojado. Algo nuevo. Jimin se sonroja con mucha facilidad.

  

  

¿Amigos o Enemigos? 2   [Jimin] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora