C. 27

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— Deberías de hablar con Yang Mi. ¿No crees? — Me Ri no apartaba la mirada de su exquisito y sensual capuchino. Lo que más adora en las mañanas es un capuchino. — No se... Sólo digo que deberías de decirle de una buena vez la verdad. — Dijo con un tono un poco mal humorado.

— Lo se. De echo, pensaba salir con ella hoy al parque. ¿Crees que sea un buen lugar para hablarle de su padre? — Me Ri al fin me mira a los ojos.

— Incluso el baño es un lugar atrayente cuando se trata de hablarle de su padre Tn. — Es cierto. A Yang Mi no le interesan esas cosas, ella sólo quiere tener un padre.

— Además me queda más cerca ¿No? — Dije entre risas. Me Ri no se rió. Creo que estaba tan nerviosa como yo por Yang Mi. ¿Como se lo tomará? ¿Bien? ¿Mal?

  — Deberías de ser cuidadosa con lo que le dices. Ella cree que su padre está muerto.—  Suspiré.

— Aveces, pareciera que te preocupas más por ella de lo que yo lo hago. — Dije con un poco de vergüenza.

— ¡Claro que no! Es sólo que te han estado pasando muchas cosas y es obvio que no puedes con todo. —    Sonrió con pena. — Trato de ayudar.

  — Siempre me ayudas. — Dije abrazándola. — Más de lo que te imaginas.   

Yang Mi se encontraba en la casa de mis padres. Últimamente pasa más tiempo con ellos que con nosotras. Quizás al igual que a mí, Me Ri estaba algo celosa de que nos haya cambiado tan rápido. 

Ambas fuimos a buscarla, con la escusa de que queríamos salir de compras con ella. Eso, era algo que Yang Mi nunca podría negar. Amaba las compras más que ha nosotras dos juntas. 

  — Tía, mamá ha estado rara. — Ambas nos miramos, Yang Mi no es tonta, ella se da cuenta de las cosas mucho antes que nosotros. Supuse que no podría posponer el tema por un largo tiempo, así que con la mirada de aprobación de Me Ri nos fuimos cerca de unos juegos donde ganas peluches al azar. — ¿Qué pasa? ¿Va algo mal con la abuela? — Negué con la cabeza. — ¿Entonces?

— Se trata de algo muy importante para nosotras dos. — Dije apuntándonos a ambas. — Yang Mi... — Tomo un poco de aire. No era fácil decirle a Jimin, pues mucho menos es fácil con ella. — ¿Recuerdas cuando te hablé de papá? 

— Si.

— ¿Recuerdas qué te dije?

—Dijiste que no estaba con nosotras. Que estaba muerto. — Suspire con lastima, había dicho la peor mentira que una madre le puede decir a su hija. Comencé a sentirme horrible.

— Yang Mi, cariño, lo que te dije no significaba que tu padre haya muerto. — Ella me miraba con ojos de lástima. Con aquella mirada que tenía a sus cuatro años. Por unos instantes sentí que me miraba resentida. Después de todo creció seis años con esa mentira. — Tu padre está vivo, pero no podía estar con nosotras por un tiempo. 

— ¿Porqué? — Pregunta molesta.

— Porque su trabajo no se lo permitía.

Yang Mi me miraba sin entender, quizás pensando en que yo trabajo y aún así estuve con ella. O quizás se pregunte qué tipo de trabajo hace que un padre no pueda estar con sus hijos. O simplemente no esté pensando en nada.

No lo sabía con certeza, pero sabía muy bien, por su reacción, que estaba interesada en el tema.

— ¿Y donde está?

— Acá, en Corea. —  A Yang Mi, de la nada, se le llenaron los ojos de lágrimas. Dejó caer una o dos de ellas, secándose de inmediato con la manga de su polar. Sorbeteaba y sollozaba.

— ¿Está acá? — Aún lloraba. Se me partió el alma escucharla, y por mi culpa, todo era mi culpa. La abrazo con fuerzas. Besando su cabellera.

— Ahora no pudo venir, pero le diré que quieres verlo.

— ¿Cuando? — La miro a los ojos con una leve sonrisa en el rostro.

— ¿Cuando quieres verlo?  

— Ahora.

— Lo llamaré entonces. — Ella asiente aún llorando, la abrazo con fuerzas. — ¿Qué le dirás cuando lo veas?

— Que soy su hija, que lo extrañé, y que quiero que viva con nosotras.  

— Está bien cariño. Hablaré con papá. — Sonrío triste. Fue la mejor reacción que podría haber esperado de ella. Por unos segundos creí que no quería verle, que le tenía cierto rencor, o tuviese miedo de conocerlo. Nunca se me pasó por la mente el hecho de que quisiese verlo.

Jimin estará muy contento cuando se lo cuente. Me Ri llega a nuestro lado al ver que le pedía su atención.

— Llamaré a Jimin. — Dije en un susurro. Me Ri sonrió contenta. Eso significaba que Yang Mi quería conocer a su padre. Se sienta a su lado y la abraza.

— Hey. Vamos a limpiar tu carita, cuando veas a tu padre debes de estar hermosa. — Yang Mi asiente, y sin decir nada más, ambas se encaminan en dirección a lo baños públicos.

Lo único que esperaba era que Jimin no se negara hoy en conocer a Yang Mi como su hija.

Marco su número, nerviosa comienzo a morder mis uñas. Descuelga.

— ¿Jimin?

— ¿Si? ¿Tn? — Su voz sonaba especial, como si fuese la primera vez que le contestas el teléfono a tu enamorado. Se notaba nervioso. Para mí eso era muy tierno.

— ¿Estás Ocupado?

— Ahora vamos camino a la empresa. Tenemos una reunión. ¿Porqué? — Di un leve suspiro de lástima. Quizás, hoy no sea el día.

— Yang Mi quiere verte. — Se escuchó un leve grito ahogado de Jimin.

— ¿Ya lo sabe?

— Si... Dice que quiere verte ahora. Pero si no puedes entonces yo

— No. — Me interrumpe. — Iré de inmediato. ¿Dónde estás?

Le di la ubicación. Me sentía algo agotada con todo lo que nos estaba pasando. Pero no podía evitar sonreír de felicidad al darme cuenta que en tan sólo unos minutos más realmente seríamos una familia. Una verdadera familia.

Me Ri y Yang Mi salían de los baños públicos, ambas con una sonrisa radiante. Me imagino que Me Ri tiene que haber hablado con mi hija por lo que está por suceder. Y estoy segura que Yang Mi lo estaba tomando todo muy bien.

¿Amigos o Enemigos? 2   [Jimin] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora