¿Amigos o Enemigos? 2 [Jimin] TERMINADA

C.38

Entramos al departamento de Jimin y de Tae todos juntos. El último en entrar fue Jimin dando un puertazo muy fuerte, dando a entender su estado de animo actual, no me habló durante todo el camino hasta acá. Sabía muy bien porqué lo hacía, y es por eso que más me dolía su indiferencia. Sólo tomó mis manos por unos minutos, para luego separarlas de las suyas y volver al mismo estado. Lo único que quería era llorar, llorar desesperadamente, pero ni eso podía hacer ya que todas las miradas estaban posadas en mí.

Los chicos se pusieron de pie una vez me vieron allí, todos se acercaron pero no dijeron nada. Jimin caminó hasta lo que creí era su habitación y le dejó en aquel lugar sola.

— Ve con él. — Dijo Kook dándome unas palmadas en la espalda. Sin mirar a los demás caminé hasta la habitación y la cerré a mis espaldas. Jimin se encontraba acostado boca abajo en su cama. No sabía si acercarme era lo correcto, pero lo hice de igual forma, necesitaba un abrazo de él desesperadamente, uno en que pudiese sentir sus intenciones de “Todo estará bien”. Me senté en la orilla de la cama mirando su fornida espalda.

— No sé en qué diablos pensabas... — decía sin mirarme, aún con el rostro escondido entre la almohada. — No te pido nada Tn. Nada. Pero sólo una cosa creí que podría tener de ti... — Sabía muy bien que es lo que diría. — Confianza. — Giró su rostro hacia mí, podía jurar que las lágrimas corrían por sus mejillas. — ¿Tan patético luzco ante ti? — quería responder, decir miles de cosas, pero no es momento de hablar, sabía que Jimin lo que quería era desahogarse, así que guardé silencio. — ¿Alguna vez, has confiado plenamente en mí? — Asentí. — ¿Cuando? — Callé. — ¿No dirás nada? ¿Es en serio? — Su voz se quebró por completo.

— Cuando te conté que Yang Mi es tu hija... — Jimin aún lloraba. — confié en ti, en que me llamarías, en que no tardarías. Y eso pasó. Me llamaste, me hablaste, preguntaste por tu hija, decidiste hacerte cargo de ella. Hiciste más cosas de las que esperé de ti Jimin. — Me miró mordiendo su labio inferior, quizás tratando de esconder una leve sonrisa. — Tu sonrisa es lo que más necesito ahora. — Dije mirando sus labios. Jimin me miró algo molesto para luego sonreír en el acto.

— ¿Porque fuiste? — Dijo volviendo todo a la seriedad.

— Porque me necesitabas.

— Si, te necesitaba, pero esto era algo que debía de arreglar yo con El Ceo.

— Lloraste. — Dije en mi defensa tratando de sacar uno de sus puntos débiles. — Se te notaba en tus ojos Jimin ¿Como me pides que no haga nada?

Guardó Silencio, quizás pensando en cómo me había dado cuenta de que lloró, pero no es difícil percatarse de ello si la persona frente a ti tienes sus ojos hinchados y humedecidos. Jimin lloró, y lo suficiente como para no tener más ganas de seguir haciéndolo. Lo conozco muy bien, aunque hayan pasado años y años sin vernos sé muy bien cuando Jimin sufre, lo sé, a veces lo intuyo, pero la mayoría de las veces lo noto. Es como un libro abierto, es imposible no leerlo.

— Sé, que quizás fui un poquito exagerada.

— ¿Un poquito? — Dijo interrumpiendome. — Dios Tn poco menos firmaste un seyo de muerte prometiendo no decir nada. ¿Acaso pensaste en Yang Mi? ¿En lo mal que estará por no poder salir libremente conmigo? ¿Con nosotros juntos? — Nuevamente guardé silencio. Una parte de mí se molestó conmigo mismo, por haberle dado tantos motivos a Jimin para atacarme. En mi vida le había dado tantos motivos. Maldije por lo bajo.

— ¿Maldices? — Dijo algo molesto.

— Diablos. — ya no podía evitarlo, no era momento para reír e insultar, pero no podía evitarlo. Los nervios me estaban haciendo decir y hacer cosas que no quería. — No estoy bien, no tengo todos mis sentidos dispuestos ahora. Ni siquiera sé que diablos estoy diciendo o si ésta es o no tu habitación... Estoy completamente desesperada por no volver a perderte, ni a ti, ni a Yang Mi. Ni siquiera estoy pensando en las consecuencias, estoy pensando en el ahora y sé que eso es estúpido porque debería de ser más cuidadosa pero no puedo... — Lo miro a los ojos. — Simplemente no puedo perderte de nuevo.