Mi querido camarada, el jugador estrella

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Narrado por Nicolás

Noviembre 15

  —Marica... Pedazo de mierda. Espero que te pudras en el infierno como tu esposa. ¡Estás de luto por una mujer, que al enterarse que estaba embarazada... iba a follarse a mi marido! Me alegro que esté muerta. A la mierda ella y su cadáver feto.—decía furiosa la mujer de la pantalla.

   Desvío la mirada del televisor y apago el final de temporada de Mr Robot. El salón adquiere un silencio gélido que solo se rompe con ligeros cortes del cuchillo se deslizan por la caja de pizza al cruzar la fina masa. Me levanto y no alcanzo a llenarme de valor antes de decir:

   —Oye, papá, me gusta un chico.
   Lo solté sin más. Me quedé concentrado en su cara cuando escuchaba cada palabra salir de mi boca. Se sintió como tener un saco de papas y lanzarlos sobre la mesa y desparramarlo todo encima. Sin organización, ni cautela a la espera de lo mejor.

   El no se inmutó. Solo dejó de cortar un pedazo de pizza y levantó la cabeza.
   —¿Seguro?...—dijo— dices así como, ¿gustar, gustar?

   Pestañeo, y tiro del borde de la manga de mi chaleco hasta apretarlo contra mi palma.
   —Creo que sí.— alcé la última sílaba, y quedó flotando como en un tono de pregunta.

   —¿Y hace cuánto?— volvió a su trabajo de sacar los triángulos de queso derretido y soltarlos en los platos, salpicándome un poco de salsa en la camisa...

Se me viene a la mente la noche que conocí a él. A August. Sofi manchándome de rojo con la salsa de tomate. Yo limpiándome con la servilleta en la que había dibujado a August cuando lo vi. August contemplándola, y quedándose el pedazo de papel manchado solo porque había hecho un bosquejo de él. Últimamente mi cerebro me llenaba de flashbacks por el mínimo hecho.

   —Pues, no sé, hace unos meses.— me rasqué la cabeza y mire hacia otro lado. Señales inseguras, lo sé. Pero, estoy inseguro. ¿Qué está pensando? Usualmente soy bueno leyendo expresiones faciales pero en la suya no hay nada mas que un arqueo de ceja desafiante y a la vez un desinterés, que no sé si interpretarlo como una buena o mala señal.

   —Pues gracias por contármelo.— se chupa la salsa del pulgar. Luego se da vuelta y va por refrescos al refrigerador.

   —¿...Así nomás?— mis manos se estaban aferrando a la mesa. Casi temblando... no había notado la molestia interior que esto me generaba.

   —¿Que quieres que te diga?—deja la botella, y se apoya en la misma posición que yo en la isla de la cocina.

   — No sé... me esperaba al menos tener que explicarte por qué yo...soy como...y me guste...no sé.— gesticulé una explosión con las manos.

   —Bah.— dijo haciendo un gesto con la mano, como si espantara mis palabras— déjame adivinar... tu mamá peregrina no lo tomó a la ligera.
   Le sonreí.

   —¿No te contó que se quería mudar hasta Lo Barnechea?... ahí dónde casi se encuentra el límite con Argentina.

   Mi papá deja los vasos sobre la superficie, y se queda meneando la cabeza hacia abajo. Sosteniendo el borde de la mesa con sus manos y los nudillos casi blancos.

   —Eh, pero ahora todo está bien...—me encogí de hombros y le alcancé la mano al otro lado de la mesa— en verdad, creo que ya lo aceptó. Solo necesitaba un poco de fuerza bruta de mi parte.— le sonrío.

   —Si tu lo dices...—dijo elevando las manos— pero tú solo dilo y te puedes venir a vivir acá conmigo.

   Vivir en el departamento de soltero de papá. Que en realidad no es de soltero, pero le gusta decir que sí. Seguramente echa a su novia cada vez que me invita a pasar la noche.

La Teoría De August (boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora