6- BUSCÁNDOTE

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~PDV ALAIN~

Estos días al lado de Lúa había aprendido a amar su hermosura, su sensibilidad y su dulzura; pero sobre todo había aprendido a amar ese carácter tan especial que tenía y que la hacía única.

No podía evitar el no tenerla cerca, pero tampoco podía traérmela a la fuerza... bueno si podía ¿pero y su familia....? Ellos eran los únicos que impedían que la trajera a mi casa, ella era la Luna de mi manada y necesitaba ocupar su lugar.

Con el doctor estuvimos tratando de investigar qué era lo que sucedía con su marca, y porque no podíamos clasificar su esencia. Oleic estaba muy desorientado y eso sólo provocaba que estuviera más inquieto que lo normal.

Cuando me dijo que ya se sentía mejor no pude evitar actuar por impulso y le dije que se vendría a vivir conmigo, lo único que logré fue que me echara de su casa.

—La verdad que eres un estúpido Alain. —La voz de mi lobo se notaba irritado.

—¡Calla Oleic! Ya tengo bastante el día de hoy. —Le respondí igual de irritado.

—Pero es que sólo a ti se te ocurre actuar así. De esa manera nunca nos ganaremos su confianza y mucho menos su amor. —Se que tenía razón pero no quería admitirlo.

—No retrocederé en mi decisión, mañana en la noche vendré por ella y punto. —Mi mirada quedaba fija en la carretera mientras mis puños presionaban el volante.

—De esto no saldrá nada bien, estoy seguro. —Como no quería escucharlo más cerré la conección con él.

Al llegar a casa solo quería tomar una ducha, pero a penas crucé la puerta los problemas me invadieron. Elmer me informó que nuevamente una horda de lobos descarriados quisieron arremeter contra nuestra manada.

Salí a su encuentro y no bastaba con lo imponente que parecía en mi forma humana por lo que tuve que transformarme. Hacía mucho tiempo que no me transformaba y Oleic me lo agradeció, tomó el control de nuestro cuerpo y arremetió contra los salvajes.

Los lobos que dejan las manadas para no seguir reglas, poco a poco van perdiendo su juicio como personas y la locura va ganando terreno con una fuerza desmedida, por lo que era muy difícil lograr que entendieran por las buenas.

Mi cuerpo, que ahora era el de un gigante lobo blanco, corría entre ellos sujetando a algunos por el cuello, clavando mis afilados colmillos tan profundos que el sabor metálico y amargo de la sangre ya eran parte de mi.

Luego de lo que calculo fueron aproximadamente dos horas pudimos lograr que se marcharan, perdiendo a algunos de sus compañeros en la travesía, eso serviría de escarmiento para que supieran que nadie ataca a la manada White Moon sin salir herido.

Por fin, después de transformarme y quedar completamente desnudo, me dirigí a mi tan preciado baño. Abrí la canilla dejando que el agua helada corriera por mi cuerpo; y en mi mente sólo podía pensar en el cuerpo de Lúa desnudo junto al mío compartiendo la tina.

En realidad no sabía muy bien porqué el destino me puso con semejante mujer, me podría haber puesto con cualquiera que al conocerla igual la amaría.

Dejé mi cuerpo caer sobre la cama, no tenía ganas de vestirme, solo quería recostarme. Tomé mi celular y le escribí el mensaje de buenas noches de siempre pero ella no respondió.

—¿Y que esperabas si la cagaste? —Hizo su aparición Oleic.

—¡Deja de joder perro!

—¿A quién carajos le estas diciendo perro...?

—¡A ti! Hoy deberías estar satisfecho, te he dejado tomar el control contra los bárbaros.

—Sólo por esta vez te dejaré en paz. —Y él cerró la conexión mientras que yo cerré los ojos para dormir.

El día no tardó en llegar y con él todo el papelerío que venía juntando. Volví a mandarle un mensaje a Lúa y no me respondió, está vez su enojo estaba durando, generalmente se le pasaba al cabo de unas horas.

—Esto no me huele bien. —Apareció Oleic con su voz un tanto preocupado.

—Deja de preocuparte por nada, en unas horas más iremos por ella. —Le resté importancia a su preocupación.

Traté de calmarlo, pero el tono de su voz hizo que me preocupara también, pero Elmer no me dejaría marcharme sin antes terminar el papeleo.

No me podía quejar, cuando Galo rechazó el puesto de betta que por herencia le correspondía, él mismo me había recomendado a Elmer. Galo simplemente dijo que era muy joven y apuesto para pasar los días rodeados de papeles en lugar de chicas, pero de seguro que Elmer estaría encantado de ser la mano derecha del alpha; y la verdad es que no se había equivocado. Elmer era el mejor.

—¡Listo... terminé! —grité al momento que estiraba mi cuerpo de ese pequeño escritorio, siempre decía que tenía que mandar a construir otro para mi, pero como había sido de mi abuelo simplemente lo olvidaba.

—Muy bien alpha. —Me felicitó Elmer dando unos suaves golpecitos en mi hombro en forma de aprobación.

—¿De verdad lo crees Elmer? —pregunté algo incrédulo—. Sabes que no debes tener miedo de decirme si me equivoco, tú menos que nadie. Necesito que seas lo más sincero posible.

—Y eso es lo que hago alpha. Si digo que los documentos están bien, es porque lo están. —Me retó en un tono un tanto burlón, mientras que con sus manos acomodaba los papeles en una carpeta negra que sacaba de los cajones del escritorio—. Iré de inmediato a llevarlos al consejo. —Sonrió.

—Te lo agradezco tanto, no sé que sería de mi sin tu ayuda. —dije agradeciéndole.

—No necesita decir más nada. Ahora si no quiere que Galo lo retenga corra a ver a nuestra Luna, espero que podamos tenerla pronto entre nosotros. —dijo con una sonrisa sincera.

No dudé en tomar su consejo, salí corriendo, tomé las llaves del auto y me dirigí hacia su casa. Realmente la extrañaba y necesitaba saber de ella y de sus besos para recuperar la razón.

—¡Acelera Alain! Tengo un mal presentimiento. —dijo mucho más nervioso Oleic esta vez.

No lo ignoré porque esta vez una punzada atravesó mi pecho e hizo que mi corazón se estremeciera.

—Ella no está aquí. —Me informó Oleic al estacionar frente a su casa.

Tardaron una eternidad en contestar a la puerta. Llamaba a Lúa a su móvil y me decía que estaba fuera de servicio, mi desesperación estaba creciendo cuando su madre por fin abrió la puerta.

—Hola Alain. —Me saludó con una sonrisa—. Si buscas a mi hija ella no se encuentra.

—¿No sabe cuánto irá a demorar? —pregunté un poco nervioso.

—A salido de viaje y no se cuando regresará, suele irse del país cuando tiene ganas y así como se va vuelve, ella solo se comunica para contarnos como va, pero en una carta me dijo que su móvil se había roto. —Mi rostro pasó del dolor a la furia.

—¿Si sabe algo de ella me lo puede informar...? —pregunté anotando mi teléfono en la misma hoja en donde ella había escrito la carta.

Salí lo más rápido que pude de allí y cuando llegué a casa llamé a todos los hombres que había puesto para que la vigilaran.

—¡¿Es qué acaso son todos unos idiotas...?! —grité ferozmente—. ¿Cómo no van a notar que alguien salía de su casa...? Para que mierda tienen el sentido del olfato, si una niña prácticamente escapó en frente de ustedes. —En ese momento era tal la rabia que podría matarlos de un solo manotazo—. Irán una semana todos al calabozo. —Solos se dirigieron hasta allí, ellos mismos reconocían su error.

—¿Qué haremos ahora? —Me preguntó Oleic.

—Es obvio, buscarla por cielo y tierra. No puedo vivir alejado de esa mujer, yo la amo. No quiero otra cosa que sentir su pecho latir fuertemente contra el mío, no quiero otra cosa que sus manos acariciándome y sus labios sobre los míos. Necesitamos encontrarla, si no lo hacemos moriré por amor.

Un Error de la Luna (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora