10- PLANEANDO UN NUEVO ESCAPE

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~PDV LÚA~

No puedo recordar con claridad lo que pasó. Trato de levantarme pero un fuerte dolor en mi cuello hace que un recorrido eléctrico suba hasta mi cabeza y haga que hasta náuseas me den.

Me recuesto nuevamente y cierro los ojos tratando de recordar lo sucedido. Pasa un rato y nada viene a mi mente, sigo pensando unos segundos más y ¡Eureka! Todo fue tan claro.

La fiesta en la playa, el tipo musculoso que dijo mía, la caminata a orilla del mar, sus besos...¡Dios sus besos! Que excitantes eran; sus besos en mi cuello y después de eso la nada misma, no recuerdo ni mierda.

Siento que esta situación ya la he vivido antes, pero mi cabeza me estaría fallando el día de hoy.

Junto valor para tratar de levantarme de nuevo y esta vez si lo logro. Noto que no estoy en mi cuarto del hotel y eso me pone en alerta, quizás Alain me encontró y me secuestró.

Hago un esfuerzo por tratar de ver dónde estoy y observo que estoy en una especie de cabaña ya que todo se ve muy rústico. La habitación no es muy amplia pero se siente acogedora.

El sonido del mar se podía sentir cerca. Me puse de pie con algo de esfuerzo y me dirigí hasta una ventana con cortinas negras y al correrlas la vista fue increíblemente mágica, el reflejo del sol hacía ver las aguas entre un verde agua y un turquesa muy delicado, abrí los vidrios y aspiré profundo, un olor que me era familiar me envolvió, un olor a coco y chocolate.

Algo en mi interior se removió de un sentimiento que no podía explicar, ¿amor? Eso era imposible.

Evalué mi fuerza para mantenerme en pie y al comprobar de que me podía mantener parada me dirigí hacia la puerta de la habitación en busca de alguien que me dijera qué estaba sucediendo.

Si el cuarto era acogedor, el resto de la cabaña no se quedaba atrás. El comedor estaba unido a la cocina, dónde sólo estaba separado por un desayunador. Los muebles eran de madera de un color oscuro y estaban ordenados en un espacio relativamente amplio.

—¿Hola...? ¿Hay alguien aquí...? —pregunté varias veces sin conseguir respuesta alguna, por lo que resolví salir.

Si la vista por la ventana me había parecido maravillosa, vivirla en directo fue aún mejor. El calor de la mañana se estaba haciendo sentir por lo que decidí meterme al agua.

Rápidamente el fresco se esparció por cada centímetro de mi cuerpo, el agua se sentía realmente exquisita. Me relajé tanto que no noté que alguien me estaba mirando.

—Se ve que estas mucho mejor, me alegro. —dijo una voz realmente sexy.

—Si, así que ya puedo volver a mi hotel. —Le respondí haciéndome la fuerte.

—¡No quiero, eres mía! —Y las facciones de su rostro se tensaron al oír mis palabras.

—Escucha pedazo de cavernícola, esto ya lo viví y por eso estoy acá. —Le contesté saliendo del agua y empujándolo—. Ni tu ni nadie me va a impedir que yo haga con mi vida lo que quiera. —No lo vi venir, cuando me percaté sus manos ya me estaban agarrando de mi rostro y sus labios ya estaban siendo míos.

—Yo creo que no quieres irte. —dijo separando nuestros labios y juntando nuestras frentes.

—¡Que yo hago lo que quiero! —Y lo vi caer y retorcerse en el suelo del dolor que le provocó mi rodillazo en sus partes viriles, un bólido menos que va a joder.

Él no paraba de retorcerse en la arena, y ya habían pasado como diez minutos, hizo que me preocupara y me agache para ver si de verdad estaba tan mal y por segunda vez caí.
Me tomó de las manos tirándome hacia él para besarme de nuevo.

Un Error de la Luna (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora