11- PÉRDIDA TEMPORAL

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~PDV ALAIN~

Ya había pasado alrededor de una semana desde que Lúa había huido de mi lado.

Las visitas a su madre para tratar de sacar alguna información no estaban dando resultados, parecía que la tierra se la había tragado.

—No vayas a pensar en rendirte. —Oleic trataba de darme ánimos, pero estaba entrando en un pozo oscuro de donde no podría salir—. Si lo haces, juro que te cortaré las pelotas.

—Tranquilo, por ahora no he pensado en hacer eso. —Le respondo dejando escapar un suspiro lleno de frustración.

—¡Pues más te vale! Ella piensa en ti, esté dónde esté. —Su declaración me ha dejado con la boca abierta.

—¿Cómo sabes eso?

—Lo sé por nuestro vínculo, por más que huya su existencia está impregnada con la nuestra. Por lo que te conviene encontrarla lo más rápido posible, tengo un mal presentimiento.

La verdad es que tampoco había querido mencionar nada, pero yo también tenía un mal presentimiento de todo esto.

Algo no cuadraba en esta ecuación, y eso era que no podíamos distinguir la esencia de su ser, jamás había sucedido algo como eso.

A todos mis problemas se sumaba un extraño sueño que he estado teniendo luego de que Lúa se marchara. En él podía distinguir una pareja amándose, el llanto de un bebé y un carro que transportaba la luna junto con un lobo que la perseguía. Era casi como si estuviera presenciando una leyenda. Estoy seguro de que Oleic está al tanto, pero le doy las gracias de que no tocara el asunto. El sonido de mi móvil me sacó de mis pensamientos.

—Señor, hemos podido encontrar un rastro de ella. —La voz de Elmer es segura.

—Te he dicho que me llames por mi nombre. —Lo reprendo, sin dejar de estar ansioso por su noticia—. Ya deja el suspenso y dime que encontraron.

—Gracias a los localizadores que instalamos en la casa de la madre de nuestra Luna pudimos conseguir el código local desde dónde se realizaban las llamadas—. Menos mal que se nos ocurrió, aunque la verdad, la idea fue de Elmer.

—Puedes dejar el suspenso para otra ocasión ¡Dime de una vez! —Mi ansiedad me ganaba.

—Las llamadas provienen de Las Islas Cook en Nueva Zelanda.

—Gracias. —Y cortó la llamada—. ¿No hace falta que te cuente? —Pregunto a Oleic luego de abrir la conexión con él.

—Nueva Zelanda ¡Espéranos!

~PDV A~

Cuando el avión despegó una parte de mi se entristeció y experimenté la misma angustia que tuve cuando dejé atrás a Alain. Pero otra parte de mi sintió alivio al saber que pondría distancia entre Lowell y yo.

Realmente no se que es lo que está sucediendo, creo que todos los hombres se han vuelto locos. Estoy completamente segura de que él iba a decir exactamente lo mismo que Alain sobre que no soy ni humana ni loba. Quizás hubiera obtenido más información si Aine no hubiera aparecido.

He tratado de pensar acerca de los sentimientos que he experimentado esta última semana, primero con Alain y ahora con Lowell.

No voy a decir que nunca sentí atracción por ningún hombre, ni mucho menos lujuria porque estaría mintiendo y lo peor me lo haría a mi misma. Sin embargo, lo que ellos provocan en mi va más allá de una simple conexión, de un simple sentimiento de atracción física.

El sólo hecho de recordarlos y saber que he puesto distancia entre ellos hace que mi corazón sienta que está siendo descuartizado lentamente. No logro sacar de mi mente sus miradas sinceras y llenas de amor, de verdad pareciera que me amaran desde siempre, pero lo peor de todo es que yo siento que los he amado desde toda la vida a los dos por igual.

Todo da vueltas en mi cabeza, los extraños sentimientos que me hacen sentir, todo el asunto de lobos y humanos, lo posesivos que se vuelven cuando dicen mía como si temieran que alguien más se acerque a mi y me rapten, pero sobre todo los desmayos, ¿es que acaso estoy enferma y no me dado cuenta?

—¿Me puedes decir en qué piensas? —La pregunta de Aine me devuelve a la realidad.

—En nada. —Trato de persuadirla, pero es más fácil decirle que una vaca es un delfín caminando, que decirle que no me pasa nada, su sexto sentido hacia mi da escalofríos, pero no puedo evitar amarla tanto, es la hermana que nunca tuve.

—Si de verdad crees que me comeré ese cuento, te voy avisando que estas equivocada. —suspiró notablemente.

—Sé como eres.

—Si lo sabes, entonces dime que pasa por esa cabecita tuya que te tiene tan preocupada. —Sonríe dando suaves golpecitos en mi cabeza logrando despeinarme un poco.

—Alain y Lowell. —Suelto sin más.

—¿El sexy grandulón y musculito...? —Su mirada de desconcierto es enorme y al escuchar los apodos no contengo la risa.

—Sí, en ellos; pero sabes por ahora no tengo ganas de hablar. Pronto llegaremos a París. —Trato de desviar el tema, no tengo ánimos para que me reprenda.

—De acuerdo, pero cuando lleguemos me tendrás que contar todo.

Ojalá París me haga olvidar un poco de ellos.

~PDV LOWELL~

Me parece mentira haberla encontrado en este lugar tan exótico. Ella no se compara con ninguna de las mujeres con las que he estado antes.

Realmente estaba muy molesto con la intromisión de su amiga, sin contar que quería partirle una piña al tipejo ese del hotel, a los lejos se podía ver como se le caía la baba por Lúa.

Lúa... que hermoso nombre, su significado expresa luna, el destino nos ha unido y no pudo haberlo hecho en un mejor momento.

—Lowell corre hasta el hotel ¡ahora! —Me ordena impaciente.

—Sabía que querías verla Los pero no seas impaciente corazón, en un rato más nos vamos a ver. —Le contesto con tranquilidad.

—¡No jodas maldito! ¡Ella se ha ido! —Me grita lleno de furia.

—¿Qué ella a hecho qué...?

—Sólo ve... tengo un mal presentimiento.

Hago lo que me ordena dejando todo lo que estaba haciendo. Jamás pensé que estuviera tan fuera de estado, si me viera Lúa de seguro me diría que tengo los músculos de adorno.

Al llegar al hotel me dirijo al lobby y pregunto por ella, pero por alguna razón que no entiendo no me dicen nada.

—Ella se ha ido, no siento su presencia. —Cierro los ojos y trato de buscarla, pero Los tiene razón, su presencia no está.

No creo que se haya ido, me dijo que nos veríamos esta tarde, así que muy a pesar de los idiotas que trabajan aquí y tratan de detenerme subo hasta el piso en dónde la vi la primera noche.

Seguí el rastro de su perfume hasta una de las dos puertas que se hallaban y al abrirla me encontré con la nada misma. No hay nada, excepto su perfume, que indique que haya estado alguna vez en esa habitación.

—La hemos perdido. —digo llorando sobre las sábanas de la cama que todavía tiene ese magnífico olor a coco y chocolate.

—La encontrarás. —Me alienta Los—. Esto es sólo una pérdida temporal.

Un Error de la Luna (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora