15- ¿UNO, DOS y TRES...?

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~PDV LÚA~

¿Por qué cada vez que sus ojos me examinaban sentía como si estuviera quedando totalmente expuesta al amor?

Si había algo de lo que estaba segura era de que el amor no era para mi, ni él ni nadie me haría cambiar de opinión.

-¿Te encuentras bien preciosa? -Su voz me sacó de la profundidad de mis pensamientos.

-Si, todo perfecto. -Le devolví la mirada deseando que no se diera cuenta de lo que me sucedía.

-Me dejas mucho más tranquilo. -Sonrió tan pacíficamente.

-De acuerdo papi. -Imité como si en realidad le estuviera contestando a mi padre y no a él.

No pudo aguantar ver mi cara haciendo puchero que largó una inmensa carcajada que terminó en una gran mueca de dolor.

-¡Cielo santo Malik! Tu herida está sangrando. -grité horrorizada.

-No te preocupes, no es nada preciosa. -Movió sus manos para restarle importancia al asunto, pero ambos sabíamos que estaba mal.

-Si no me dejas curarte en este mismo instante juro por todos los dioses que me iré por esa puerta y no volverás a saber de mi. -No se en que carajos pensé cuando dije eso, pero ya no podía retractarme, y rogaba que funcionara.

-Tu ganas. -Levantó las manos en señal de rendición-. Vamos a mi cuarto, ahí tengo todo para que me cures. -Yo sólo lo seguí.

Me indicó dónde se encontraba todo mientras yo le pedía que se recostara mientras se sacaba la vendas.

Al volver del baño y encontrarlo en estado semidesnudo hizo que mi cuerpo ardiera. Era jodidamente sexy.

-En cuanto no dejes de mirarme de esa manera te juro Lúa que te cojo en ese momento sobre mi cama. -Mis mejillas ardieron y la llama en mi corazón amenazó con salir, sin contar que no esperaba esa respuesta de su parte.

-Ya quisieras. -Me acerqué con las cosas necesarias para desinfectar la herida.

Cuando mis manos hicieron contacto con su piel desnuda una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo y tuve que luchar por no dejar salir a la Lúa lujuriosa que deseaba hacerlo en cada rincón de su casa. La prioridad era curar su herida.

Mientras limpiaba la herida podía ver cómo su cara trataba de ocultar el dolor o la molestia que sufría.

-¡Dios Lúa me estas torturando!

-Lo siento sólo te estoy cuidando. - dije al momento que terminaba de colocar la venda nueva y ponerme a su altura.

-La venda es lo de menos nena. -Sus ojos mostraban lujuria, deseo y fuego, uno que quería probar y quemarme-. No puedo seguir conteniéndome.

Lo miraba entre confundida y entre rezos para que fuera lo que yo estaba pensando. Tampoco podría seguir aguantando.

Me tomó de la cintura invirtiendo nuestros lugares, ahora yo estaba bajo su imponente cuerpo.

-Te deseo Lúa.

-¿Y qué esperas para consumar ese deseo? -Le di pase libre para que hiciera lo que quisiera.

En menos de un segundo ya me encontraba totalmente desnuda sobre su cama. Mis pezones duros sólo eran señal de cuán excitada estaba.

-¿Te vas a quedar mirando o tengo que ayudarte? -Jugué con mis dedos en dirección ante su imponente erección.

No le di tiempo a reaccionar y le saqué la poca ropa que le quedaba. Su miembro me lo agradeció y para retribuirle por su enorme presencia usé mi boca para jugar con él durante un rato.

Un Error de la Luna (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora