Capítulo 21:

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El timbre de la puerta sonó insistentemente, me levanté refunfuñando entre dientes

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El timbre de la puerta sonó insistentemente, me levanté refunfuñando entre dientes. Dorian no se iba a despertar debido a la gran noche de pasión que disfrutó junto a su amigo, y tampoco imaginaba quién jodidos podía visitarnos a las siete de la mañana. Para mi sorpresa al abrir la puerta Ponce me sonrió encantador, se notaba que las mañanas eran su mejor momento del día, todo lo contrario a mí. Llevaba consigo una canasta de mimbre colgando de su mano derecha y en la izquierda tenía una especie de álbum; mis fotografías, supuse.

—Buen día, Andy. ¿Cómo te encuentras hoy? —Sus bellos ojos color miel se pasearon por toda la estancia hasta quedarse fijos en la puerta de Dorian, soltó un pequeño suspiro que intentó disimular con su molesto taconeo, reconocía aquella sonrisa boba que acompañaba su perfilado rostro, era demasiado evidente que estaba perdidamente enamorado de Leroy.

—Estaba bien. Sumergido en mi trágica burbuja existencial hasta que llegaste y la hiciste explotar, gracias por eso —su expresión fue de asombro exagerado llevándose una mano al pecho—. Tranquilo, amigo. De todas formas no tengo escapatoria... 

—¡Oh pobrecito! En verdad lo siento, pero pienso compensarte con un delicioso pan recién salido del horno —me tendió la misteriosa canasta llena de panes que olían verdaderamente exquisito—. Yo mismo lo hice.

—¿Aparte de tomar fotos espectaculares también sabes hornear pan? Realmente me has sorprendido, quisiera tener tus dotes culinarios, Brandon. Muchas gracias, aunque Dorian aún no despierta.

Y estaba bien acompañado, claro.

—Pues debería estarlo, él mismo me citó a esta hora. No sé si sabes pero... —el brillo de sus ojos confirmó mis sospechas—, está noche quiero llevarlo de fiesta para que se relaje. Mi rey está muy estresado, Andy. No deberías comportarte mal con el hombre que te salvó la vida, eso es algo muy cruel de tu parte.

—Vale, me siento realmente avergonzado por eso. Le avisaré que has llegado... —Ponce negó frenéticamente regalándome el hermoso paisaje de su linda sonrisa—. Toma asiento, lo traeré de las orejas perfectas que tiene.

Caminé muy nervioso pensando en una idea útil para deshacerme de Sergio, jamás había estado en esa complicada situación antes. Toqué la puerta de su habitación insistentemente, pero no se dignaba a responder a mi llamado, continué golpeando con mi puño hasta que me harté de esperar, abrí lo que me separaba de ese extravagante sujeto de pelo largo, y me cubrí los ojos con ambas manos completamente escandalizado, ambos estaban desnudos en la cama, para mí fortuna sólo dormían.

—¡Dios! ¡Señor Leroy despierte! ¡Es urgente!

—¿Pero miren quién se dignó aparecer en mis aposentos? Chat de rue, ¡qué alegría! —Dorian, que estaba en las mismas condiciones que su acompañante, se levantó histérico—. Por cierto, él es Sergio —señaló al tipo completamente desnudo que se burlaba de mi expresión de asco—. Sergio, chat es la nueva mascota que conseguí.

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