Capítulo 37:

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—Es mejor dormir de esta manera, muchos años lo hizo sola, y ya es tiempo de recibir calor

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—Es mejor dormir de esta manera, muchos años lo hizo sola, y ya es tiempo de recibir calor... —me monté encima de su cuerpo sin ninguna vergüenza, debía aprovechar cada oportunidad que se me presentaba junto a la grandiosa musa de mis sueños, los besos que comenzó a darme en el cuello me dieron la respuesta que esperaba, y me quité el bóxer mientras lamía la comisura de su boca—. No es tan malo pasarse de confianza cada noche, usted puede faltarme el respeto de esta forma las veces que quiera, amo.

—Por el fantasma de Michelangelo, gatito... —Su voz aguda fue casi un susurro, se escurrió al medio del colchón llevándome consigo, su perfecto rostro enrojecido debido a la excitación era un paisaje divino, y no pude evitar celebrar mi triunfo con una amplia sonrisa—. Minino...

Los movimientos circulares de mi pelvis entre sus piernas me llevaron a la perdición, yo me movía de una manera deliciosa sumergida en el frenesí del momento. Apreté sus senos lamiendo sus pezones obligando a mi dama a gemir, Duval se dejó envolver de buena gana y aunque me estuviera exponiendo demás, luego habría tiempo de lamentarme. Había ganado mi primera batalla, y me sentía poderoso. Poco a poco la rubia se fue enloqueciendo y volviendo más ruda, con júbilo observé cómo alzó la seda de su camisón generando una fricción exquisita en mi vagina, tenía su pene erecto presionando mi clítoris y se empeñaba en meterlo dentro lo más pronto posible.

—Oh rayos...

Estaba tan excitado que no medía las consecuencias, lamí sus pezones rígidos mordisqueando muy despacio,  en esa posición llegué a sentir mejor su prominente erección, y los nervios me invadieron, temblando continué acariciando el cuerpo de la mujer de mis sueños. Duval soltó un sonoro gruñido al estirar su mano hacia el velador, la luz de la lámpara se encendió y atrajo un pomo de lubricante que ayudó a volver más suave el adictivo vaivén de sus caderas. Bajó su mano por mis nalgas y jugó en mi entrada trasera, apenas sentí la punta redonda de su pene en mi vagina y luego la sacó, y así lo repitió varias veces. Arriba y abajo volviéndome loco, pero no se atrevió a entrar mientras exploraba mis senos a su placer, y conseguí llegar al orgasmo gracias a su dureza que se frotaba frenéticamente en mi clítoris. De un ágil movimiento me hizo girar para quedar de espaldas, ella se acomodó para embestir entre mis nalgas, el pánico se apoderó de mí ser y me preparé mentalmente para lo que venía, en cualquiera de los dos lados me iba a doler, pero ella entró donde ya había visitado antes. 

—Mi señor… Piedad… Soy un gato macho activo…

—Te deseo… Déjame montarte, felino …—fui sepultado por los caprichos de esa mujer, era mi diosa y cedí como un reverendo estúpido.

La mujer de mis sueños fue implacable con mi trasero, el dolor y la presión del sujetador de la cola atacando sin piedad entre mis nalgas mientras se sostenía de mi espalda. Una avalancha de estocadas que me redujeron a gritos y alaridos agudos. Sus jadeos, su sudor, todo de ella me envolvió. Con brusquedad me llevó consigo al filo del colchón para someterme con gran velocidad, mis piernas temblando, sus sonidos eran escandalosos, en esa posición me entraba muy profundo y me dolió espantosamente. Cinco, seis duros choques de su pelvis contra mis nalgas, y luego se detuvo siseando cosas en francés que no pude entender. Siete, ocho embestidas profundas y parecía estar poseída. 

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⏰ Última actualización: Jun 14, 2022 ⏰

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