Capítulo 32:

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—Me vuelves loco

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—Me vuelves loco... Tu seras à moi ce soir —cada susurro en francés me encandilaba más, aunque no entendiera una mierda de lo que hablaba. No era momento para usar el traductor, pero a mis manos comencé a darles mucho trabajo. 

Inhalaba su perfume para grabarlo en la memoria, disfruté de ese sublime aroma a Noelia Duval, por momentos como esos hubiera vendido mi alma al mismo diablo. Cuando menos lo pensé tuve nuevamente sus penetrantes ojos grises fijos en los míos por incontables minutos, la exquisita fragancia de su piel me llegó directo al olfato llenando mi entorno de su esencia embriagante, de pronto en sus ojos brilló un pequeño y casi imperceptible destello azul, que tal vez fue el reflejo de los míos. No tenía idea, pero de lo que sí estaba seguro era que nadie me sacaría de esa cama jamás. Los dedos de esa mujer se pasearon sin descanso en mis muslos y eso me dio ánimos para hacer una locura, pasé mi lengua por su mejilla, y lamí su perfecto rostro cual si fuera un felino real. En ese punto no me importaba ser una mezcla de todos los animales si eso le hacía feliz.

—Mi bello amo... No deje de mimarme nunca se lo ruego...—susurré entre jadeos, pero ella se separó de mí sentándose de golpe.

Parecía que algo le preocupaba, aunque en pocos minutos me permitió subirme ahorcajas en sus muslos para tener mayor comodidad. Mi diosa apretó mis nalgas al instante que me volvió a tener a su entera disposición, su lengua sobre mi piel era tan adictiva como su voz, su aliento olía a coñac y eso volvió sus besos mucho más embriagantes. Buscó desesperadamente el filo de mi falda, y levantó la tela para empezar a frotarme adelante y atrás sobre su pelvis, ella se inclinó bruscamente hacia adelante generando más fricción y fue cuando lo sentí, había un duro bulto entre nosotros. Sus frías manos reclamaron mi trasero apretándolo con total autoridad, y su mirada me desconcertó un poco, no tenía claro cómo describirla pero me hizo estremecer completamente. Sus labios se dedicaron a explorar mis senos, que parecían haber ganado toda su atención, los sonidos que permitió salir de su garganta fueron potentes, y cada vez me apretaba con mayor fuerza contra su cuerpo. De pronto ella me empujó hacia atrás, y reí triunfante cuando sentí el blando colchón en mi espalda y su cuerpo sobre el mío, mi momento soñado al fin había llegado. 

—Minino...—pronunció en un gemido.

Me deshice de su blusa lentamente dejando al descubierto su sensual lencería en color piel, la cual ella se terminó de quitar con rapidez, se le notaba desesperada y me lo hizo saber. Me fui dejando guiar por su urgencia sin protestar porque no tenía modo de ganar esa batalla, gracias al amigo que nos acompañaba en la cama imaginaba el rol que iba a desempeñar esa noche. Noelia era la activa, y a mí solo me quedaba ser pasivo por amor. Mis manos se perdieron en su fino torso, hasta sus pechos parecían haber sido hechos para calzar a la perfección en mis pequeñas manos. Noelia Duval me jaló de las caderas haciéndome encajar sutilmente debajo de su cuerpo, y me abrió las piernas muy lento. Oh... Mi diosa rubia dominaba incluso en la cama, no me pareció justo tanto poder en una sola mujer, pero cuando ella descendió sus besos por debajo de mi ombligo aquel exceso de autoridad me pareció una completa maravilla. Oh sí... Me importó un carajo ser sometida por esa diosa sexual con tal que llegara pronto a lamer mi vagina.. 

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