Capítulo 12:

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—¿Es un gato humano? ¿Zoofilia? —No comprendía una mierda, sólo atiné a cubrir mis pequeños pechos con una mano, y mis partes íntimas con la otra—

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—¿Es un gato humano? ¿Zoofilia? —No comprendía una mierda, sólo atiné a cubrir mis pequeños pechos con una mano, y mis partes íntimas con la otra—. ¡No sé qué mierda sea esa cosa, pero estoy seguro que no se trata de una mujer!

—¡Exacto! Pero creerá que es un chico porque lo aparenta, ¿entiendes el punto?

—¡Imposible! Esa maldita cosa está apartada por la mafia rusa, un maldito loco la quiere. Vendrá mañana a recoger el paquete.

—Diez mil y estoy siendo muy generoso, rata de alcantarilla —me quería desmayar de los nervios, pero esa gente no se percataba de mi estado de consternación, Claver buscaba sentido a lo que fuera que hubiera en el papel que tenía entre las manos, y aquel tipo no dejaba de mirarme detenidamente—. ¿Qué dices? ¿Tenemos un trato?

—Felicidades, señor idiota. Usted acaba de comprar esta cosa... —sentenció el estafador, y al visitante se le formó una radiante sonrisa en el rostro. 

Me quedó claro que Claver me había vendido, sentí un vértigo de muerte que me tuve que sostener tambaleante abrazando la cintura del caballero de pelo violeta, por un momento olvidé que estaba desnuda y le podía arrugar su exclusivo traje de temporada. Sólo me concentré en la batalla de sentimientos que me ocasionó haberme librado de alguna forma de las garras de ese maldito proxeneta, irónicamente dos minutos después caí en las manos de alguien tal vez mucho peor. Había perdido la capacidad de hablar gracias a la enorme incertidumbre que encerraba mi destino, sumada al enojo tan grande que me originó haber estado en esas condiciones tan deplorables. El señor extraño me condujo con delicadeza hacia la cama sin quitarme los ojos de encima paseando sus penetrantes ojos marrones por mi rostro, ni siquiera se tomó la molestia de disimular su escrutinio.

—¿Cómo te llamas, niña? Estás demasiado maltratada, ¿Esa asquerosa alimaña te golpeó? —Dory señaló a su amigo, y por su expresión no le pareció tan divertida su hazaña—. No tienes idea de cuánto tiempo esperé a que apareciera, ¿señorita?

—Andy...

—¡Por el amor a Prada, Andy Eres tan perfecta que hasta la voz la tienes grave —el tipo soltó gritos de júbilo y me abrazó con fuerza—. Tranquila que esa rata no volverá a lastimarte, ahora le perteneces a una persona muy importante. Debo cerrar el trato, no tardo...

—¡Irina! —El grito de Claver me hizo saltar en mi lugar presa del temor, la amante del jefe entró en la habitación evidentemente intrigada—. Alista a esta cosa, Dory la acaba de comprar. Ponle un esmoquin.

Cuando ese par de sujetos desaparecieron de mi vista yo empecé a llorar sin control, había sido vendida como si fuera un perro, no tenía idea si mi comprador era un violador, un asesino en serie, un psicópata o algo mucho peor que el maldito ruso. Por primera vez en mi corta existencia temí por mi vida... 

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