Capítulo 8:

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Había una guerra en mi cabeza, intenté recordar el momento exacto en que mis delirios de grandeza me cegaron, y no pude ver que estaba a punto de correr un grave peligro

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Había una guerra en mi cabeza, intenté recordar el momento exacto en que mis delirios de grandeza me cegaron, y no pude ver que estaba a punto de correr un grave peligro. Recordé el rostro desconcertado de Joyce cuando le entregué el anuncio impreso, esa fue la señal que me mandaron los santos para desistir de mi locura, pero mi afán por conseguir la fama no me dejó ver las malas intenciones de esa persona malvada. Me llené de arrepentimiento, yo nunca debí escapar de casa, me lamenté por incontables horas llorando sin control hasta que me convencí de que sería inútil gritar y pedir auxilio, tal y como me enseñó mamá, pude darme cuenta que me trajeron a la habitación más lejana para asegurarse que no se me lograra escuchar. La vida no podía terminar de esa forma para mí, prometí volver exitosa y millonaria, no iba a rendirme tan fácilmente...

«No volvería a casa con las manos vacías...»

Solo me quedaba seguir luchando y poner en práctica lo aprendido, encontrar una forma de escapar de ese lugar o morir en el intento. "¡Piensa, hija! Agota todas las probabilidades de escape, y no entres en pánico. A ellos solo les divierte tu sufrimiento". Revisé meticulosamente cada rincón de la pequeña alcoba del terror con las pocas fuerzas que me quedaban, entré al baño, si es que a esa pocilga se le puede llamar así, pero todo lucía poco esperanzador. Llegué a la cama solitaria que en cualquier momento podía convertirse en mi sepulcro, y me dejé caer en el duro colchón a llorar desconsoladamente. Lloré todo lo que mis ojos resistieron... Me acurruqué entre las sábanas con mal olor y me hice un ovillo de pesar. Grité, pataleé y solté toda mi amargura. Nina Anderson había sido cruelmente estafada, a mi cuerpo le faltaban piezas que no lograría juntar y portaba una corona vacía, la corona de la más estúpida del planeta...

«¿Por qué me pasan estas cosas?»

Mi estómago dolía rugiendo con fuerza por el hambre, me resultaba difícil separar los párpados y me ardía muchísimo la nariz. No tenía idea de cuántas horas habían pasado, pero me pareció una eternidad solitaria sumergida en una profunda oscuridad. Me arrastré lentamente por el suelo hasta llegar al baño, ningún artículo de aseo había en ese lugar así que tuve que hacer mis necesidades sin poder asearme, y aprender a soportar el hedor y la suciedad que cargaba encima.

-Debes estar muriendo de hambre, esclava. ¿Lista para cooperar? -Claver entró con una bandeja de comida caliente, el olor de los sabrosos alimentos que cargaba ocasionaron un estruendoso rugido en mis tripas hambrientas-. Sabes muy bien que no te queda otra salida, niña.

-¿Qué quieres de mí? -Claver se burlaba a sus anchas, y a pesar de estar tan hambrienta no podía flaquear. "Debo resistir" me repetía como un mantra, "soy más que un juego mental de tortura"-. Esto es muy cruel para cualquier ser humano... ¡¿Qué daño les hice yo para merecer esto!?

-Soñar con cosas imposibles para una escoria como tú para empezar, ser demasiado ingenua y confiada también... ¿En verdad creíste que podrías ser cantante con esa pinta de macho que cargas? -Sus sarcásticas palabras me dolieron pero aguanté el llanto-. El cliente acaba de contactarnos, pescó el anzuelo. Vengo a anunciarte que has sido satisfactoriamente comprada por un sicario Ruso. ¿No te parece emocionante? La historia se repite... ¿A esto se le llama karma?

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