CAPITULO 8

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La casa estaba cercada por paredes de ladrillo visto, en el medio un portón de rejas negro y por allí podías ver la casa. Donde nosotros nos encontrábamos, había dos guardias de seguridad que tenían su casita a un lado del gran portón. Me quedé sumamente en silencio mientras intentaba asimilar los hechos. Esta casa iba a ser nuestra, era demasiado.

-¿Cuándo vamos a llegar? –preguntó David.

James no le respondió y yo tampoco iba a hacerlo, estaba demasiado ocupada observando la nueva casa.

-¿Papá?

James bajó la ventanilla del auto cuando vio que uno de los guardias de seguridad de acercaba al auto.

-Señor Maslow, ¿cómo está usted?

-Digamos que bien, ¿Cómo andan las cosas por aquí, Marvin?

-Bien, muy bien –sonrió el hombre.

-¿Papi? –volvió a preguntar David.

James hizo caso omiso a su hijo.

-Bueno, abro para que puedan pasar, me imagino que ha sido un viaje agotador.

James le sonrió mientras el hombre le daba la señal a su compañero. Las enormes puertas se abrieron y James agradeció con un asentimiento de cabeza. Puso el auto en marcha y entró. Los portones se cerraron tras el pasar de nuestro auto.

-¿Papi?

-¿Qué es lo que quieres, David? –gritó James haciendo que todos nos sobresaltáramos.

David rompió en llanto.

-Puedes ser más cuidadoso, es pequeño. Si las cosas no te salen bien, no nos eches la culpa a nosotros, James. No te hemos hecho nada.

James revoleó los ojos mientras aparcaba el auto frente a las puertas de la casa.
-Me tiene cansado –dijo en un susurro.

-Cállate, James, es tu hijo.

-Y el tuyo también.

-Lo sé, yo no le he dicho nada, has sido tú.

Me regaló otro revoleó de ojos y salió del auto. Hice lo mismo y abrí la puerta de atrás para que los demás bajaran. Caroline bajó con Ashley en brazos, que venía algo adormilada, David y Megan bajaron en silencio.

-Papá no ha querido tratarte mal –le dije a David mientras me ponía a su altura-. Está algo nervioso.

Bajó la mirada y luego frunció los labios.

-Ya no me quiere, ¿cierto?

Abrí los ojos a tope y luego se me llenaron de lágrimas.

-¿Cómo dices eso, tontito? –lo abracé-. Papá te ama, al igual que yo lo hago. No ha tenido un buen día, está enfadado conmigo también.

-¿En serio?

-En serio, amor –me separé de él y le di un beso en la mejilla-. Luego va a disculparse.

David asintió, le tomé la mano y cerré la puerta del auto. Acomodé mi bolso sobre mi hombro y caminé hasta donde estaban todos.

-¿Está es nuestra casa?

-Si –dije rápidamente-. Es grande, ¿viste?

-Muy –dijo con una pequeña sonrisa-. ¿Es toda nuestra?

-No lo sé, hijo. Supongo que si.

David apretó más mi mano. Llegamos a la puerta y había demasiada gente. James tenía a Megan en brazos, ella apoyaba su carita en el hombro de su padre. Ashley seguía con Caroline y yo tenía un niño con ojos aguados, de la mano.

LA BELLA Y LA BESTIA (JAMES MASLOW Y TU) SEGUNDA TEMPORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora