Recién vestida y con el cabello húmedo, me asomé en la habitación de Megan. La cama tendida, nadie a la vista. Me encogí de hombros y seguí mi paso hasta la habitación de Ashley. La cama tendida, nadie a la vista. Un poco extrañada, pero encogiéndome de hombros, llegué a la habitación de David Igual a las dos anteriores, la cama tendida, nadie a la vista.
-¡James! –grité.
Salió de la habitación mientras despeinaba su húmedo cabello.
-¿Qué hay?
-No hay nada, eso ocurre. Los niños no están en sus habitaciones.
Alzó una ceja y se acercó a mí. Me tomó la mano y comenzó a caminar, haciendo que yo fuera tras él. No me gustaba nada, pero tampoco quería pelear y sería una estupidez reprocharle por aquello. Me condujo hasta las escaleras que conducían a la tercera planta.
-A mí se me podría haber ocurrido eso –dije frunciendo el ceño.
-Pero no se te ha ocurrido –rió divertido.
Apenas comenzamos a subir las escaleras, sentí las risas y ruidos que los niños provocaban. Ya decía yo que eso era un muy buen lugar, perfectamente diseñado para los tres diablillos.
-No hables, quiero verlos jugar –me dijo cuando me dio paso para ir primera.
Asentí con la cabeza, yo también quería verlos jugar. Siempre hacíamos de esas cosas, cuando James no viajaba tan a menudo. Era lindo ver a los tres pequeños compartiendo juguetes e imaginando extrañas y divertidas aventuras con sus muñecos y accesorios.
-Con permiso, bella dama –dijo David
James contuvo una risa y se pegó a la pared junto a la puerta, James igual a mí.
-Si, disculpe, señor bello.
Ahora James tuvo que taparme la boca para que no largara una carcajada.
-Es usted mu beno –dijo Megan.
-¡Pásame a Tedy! –Gritó Ashley-. ¡Es la hora del té!
Los grititos de emoción y el revuelo que se armó allí dentro, era para grabarlos. Aunque no los estábamos observando, solo escuchábamos lo que hacían. Estábamos absolutamente seguros de que llevaban disfraces y todo estaba desparramado por cualquier lado.
-David, ¿por qué no llevas el traje pesto? –preguntó Meg.
-Porque no me gustan esos trajes, Meg –le respondió al instante.
-Beno –dijo la niña-, quelo mucho té para mí y mis tes niñas.
-Marchan cuatro tazas de té para ellas –dijo David en un cantito.
-Señor mozo, señor mozo –gritó Ashley-. Yo tambén quelo una taza de té pata mí.
-Oh, entonces marchan cinco tazas de té para ellas –volvió a cantar.
James sonrió mientras observaba a la nada, sabía que a él también le hacía feliz saber que los niños eran felices.
-¿James? –pregunté en un susurro.
Volteó la cabeza y pegando su mejilla a la fría pared blanca, me observó. Alzó ambas cejas, dándome a entender que me estaba escuchando para cuando yo quisiera hablar.
-¿Vamos a desayunar?
El asintió e hizo amague para moverse, pero la conversación de los niños nos detuvo.
-... en serio –concluyó Megan.
-¿Mamá te dijo, Meg?
-Si –respondió tiernamente-, y dijo que ama a papá, mucho, mucho, mucho.
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LA BELLA Y LA BESTIA (JAMES MASLOW Y TU) SEGUNDA TEMPORADA
RomanceSegunda parte de la Bella y La Bestia