CAPITULO 17

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Y cuando por fin soy encontrada por James, debo correr por toda la cocina, la sala y las escaleras para llegar a librarme, pero claro, James ha llegado antes que yo y se burla de mí sobre el último escalón, toca la pared donde ha contado en cuenta regresiva desde diez.

-Libre –se ríe.

Le doy una palmada en el trasero y se ríe animadamente. Me la devuelve y de repente me veo sobre su hombro.

-¿Me vas a cargar?

-Vamos a desayunar –dice bajando las escaleras.

-Era mi turno de contar.

-Luego.

-¿Por favor?

-Luego.

-James... -alargo su nombre.

Me golpea el trasero nuevamente y se ríe. Entramos a la cocina y el gentío aún está allí. James se disculpa y me sienta sobre la encimera.

-Yo te hago el desayuno hoy, ¿qué vas a querer?

-Quería contar y que tú te escondieras.

-¿Té? Muy buena elección.

Lo empujo del pecho y me río. Estúpido, se ríe él también y el personal de limpieza.

(...)

-Extraño a tus padres –me acurruco en su pecho.

-¿Qué?

-Extraño a tus padres, a Alison y Pilliph también.

-Estás loca, nos hemos librado de verlos todos los domingos.

-¡Qué malo eres, James!

Se ríe conmigo y pone pausa a la película.

-¿Sabes que tengo ganas de hacer?

-Oh, no, esto me huele a perversión.

-Nada de eso –se ríe y me empuja un poco-. Quiero viajar.

-¿Eres tonto o qué?

-O qué.

-No, en serio.

-En serio quiero viajar. Los cinco. Imagina eso, sería genial.

-Tú estás de la cabeza.

-¿Vamos América del Sur?

-No.

-¿Vamos?

-No.

-Eliges tú... ¿Colombia, Argentina, Chile, Perú, Paraguay, Uruguay, Ecuador, Brasil...?

-Cállate –lo empujo un poco y corto sus sugerencias-. No gastemos tanto dinero.

-Hey, allá están en verano. A que quieres ir a la playa de Chile.

-Quiero quedarme en casa.

-¿A la montaña de Argentina?

-Eres intenso cuando quieres, nene.

Se ríe y no me hace gracia. Parece un niño emocionado, aunque me gusta verlo feliz y de buen humor, se pone estúpido. Amo su sonrisa, por eso lo prefiero feliz y no enojado o triste.

(...)

Créanme, cuando James quiere algo, no deja de ser intenso hasta que lo consigue. Así que ya se imaginaran lo que pasa en este mismo momento. Dos pistas: playa, maletas. Y es que James insistía en que en América del Sur estaban en verano, que en América del Sur hay playas hermosas, que en América del Sur esto y lo otro. Así que al día siguiente mandó a preparar su jet privado e hizo reservaciones en un hotel.

¿Adónde nos vamos? Ah, sí. Estadía de diez días en Chile y luego diez más en Argentina, más precisamente en la costa de ésta, Villa Gesell.

David, Ashley y Megan se duermen a las dos horas de viaje y en serio que lo agradezco, son demasiadas horas de viaje como para soportarlos molestando por todo el jet. Caroline está leyendo un libro al fondo y el intenso de mi marido está molestando, más que David.

-¿Qué dices?

-Que te calles.

-No me trates así –curva el labio inferior y hace ojitos.

Me río con ganas y luego me cubro la boca antes de mirar a los niños, David se remueve pero sigue durmiendo, me quito la mano de la boca y le sonrío.

-Pareces gay cuando haces eso.

-Sabes muy bien que no lo soy –me dice guiñándome un ojo.

Me muerdo el labio inferior y a continuación me inclino para besarlo suavemente.

-¿Por qué no duermes como los niños?

-Porque no tengo sueño –dice apoyando la cabeza en el asiento-. ¿Tú quieres dormir?

Asiento con la cabeza y luego me dejo caer en su hombro. Se remueve y quita el apoyabrazos de entre nosotros, me rodea con sus brazos y me acerca a su pecho. Ahora sí, cierro los ojos y el cansancio me puede.

Cuando abro los ojos James está dejando un reguero de besos en mis mejillas. Me río y vuelvo a cerrar los ojos para quedarme un rato sintiéndolo a mí lado.

-Cinco minutos para aterrizar. Quedas solo tú sin cinturón.

-Oh –digo adormilada.

-¿Quieres sentarte? –Dice divertido.

Me siento y me acomodo el cabello completamente despeinado. James me coloca el cinturón y giro la cabeza para ver a mis tres hijos asegurados con su cinturón.

-No ha sido un viaje tan cansador.

-Claro, cuando uno se duerme, no se cansa –dice ladeando la cabeza.

Son las siete y media de la tarde en Chile y realmente lo agradezco. Un baño a cada uno de mis hijos, la cena y a dormir. Llegamos al hotel y James ya ha decidido como vamos a dormir. Resulta que le parece mejor idea que Caroline duerma con ellos y se encargue de ellos durante las noches, para nosotros poder estar solos, y en las tardes nos toca a nosotros con los niños.

-Caro –la llama James.

Ella gira a verlo y abre bien los ojos.

-Vamos a separarnos solo para dejar el equipaje e iremos a comer al restaurante de aquí al lado. Así que dejen las cosas, los muñecos de las niñas y eso, y nos juntamos aquí en diez minutos.

Caroline asiente y toma la mano de Ashley, Ashley la de Megan y Megan la de David. Un asistente carga el equipaje, piso tres, habitación 48. Nosotros piso 3, la habitación contigua.

-No sé si es muy buena idea eso de separarnos para dormir.

-Eso solo para dormir –dice estirándose.

Entramos a la habitación y me quedo anonadada. Está decorada en beige y marrón, completamente lujosa. Una sala antes de la habitación principal, un minibar, un baño de lo más grande, no sé ni para que demasiado grande y por supuesto, la hermosa vista al mar del gran ventanal.

-Wow –me tapo la boca.

-Te dije que era buena idea. Vamos, deben estar bajando.

Me toma la mano y salimos de la habitación. Me he quedado completamente estupefacta. Al llegar abajo, Caroline está allí con mis tres hijos. Megan sostiene sus párpados abiertos por muy poco tiempo, me tiende ambos brazos y la tomo para que apoye su cabeza sobre mi hombro. Es una cena de lo más rápido, por suerte. Pasta para todos, así sin más. Los tres niños están demasiado callados, y es ahora cuando me entero de que ellos se despertaron cinco horas antes de aterrizar y por eso sigue cansados. Volar apesta.

-Dulces sueños –susurra y me besa el húmedo cabello.

Aunque quiero responderle, no puedo, estoy demasiado cansada como para hablar. Cierro los ojos y de repente caigo en un profundo sueño.  

LA BELLA Y LA BESTIA (JAMES MASLOW Y TU) SEGUNDA TEMPORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora