CAPITULO 37

298 11 0
                                    

Luego de quedarnos en el suelo alrededor de media hora diciendo y haciendo pavadas, a James se le ocurre irnos a dormir a la cama, pero creo que mi idea es mucho mejor. Dormir en el sillón.
Mi esposo se queja como un niño hasta que por fin lo convenzo. No es muy espacioso, pero por eso me gustaría dormir allí con él, nos obliga a estar mucho más juntos y pegados, pero claro, también hay que pensar que estamos en verano y mi idea no ha sido del todo exitosa cuando James comienza a acalorarse y su frente se cubre con una fina capa de sudor.

—¿Podemos ir a la cama?
—No-oo —digo en un cantito.

A James no le hace nada de gracia y bufa, apaga el televisor y lanza el control remoto al pequeño sofá cerca nuestro.

—¿Estás segura de que eres normal, cariño?
—No del todo, Mals —Río.

Me besa la coronilla tiernamente.

—Hasta mañana.
—Hasta enseguida.
—Eso. —Ríe—. Te amo.
—Yo a ti.

Mis brazos se aprietan un poco más a su alrededor y suspiro con los ojos cerrados. Luego de un rato me sumo en una silenciosa oscuridad genuina.

Un ruido estrepitoso llega hasta mis oídos y me siento en el sillón asustada y con el corazón a mil. James me mira desde el suelo con su boca torcida en una mueca de dolor. Comprendo rápidamente de donde ha venido el ruido y una risa estúpida llega hasta mis labios. James estira su brazo para pegarme en la pierna así no río porque de seguro para él no es nada divertido, pero ya es tarde, la risa se me escapa como si nunca antes hubiera reído y mi marido frunce el ceño. James se acuesta en el suelo nuevamente y bufa, sus ojos se cierran.

—¿Dónde te golpeaste? —Pregunto intentando no reír nuevamente.
—Voy a matarte, es tu culpa.
—No la es.
—Si la es —dice frunciendo el ceño, pero no abre sus ojos—. Tú quisiste que durmiéramos aquí y tú te moviste tanto que quedé en el suelo.
—Eres medio inútil y eso se sabe, no me eches el cargo.

Su cuerpo se sacude en una risa divertida y luego se retuerce en una mueca de dolor.

—Mierda.
—Voy a traerte hielo.
—Me duele la cabeza, la espalda y me golpeé la pierna con la mesita.

Otra risa divertida se escapa de mis labios cuando me pongo de pie. James mueve sus piernas en el suelo derribándome para que vuelva a caer al sillón, y cuando lo hago se sienta en el suelo para agarrarme de la cintura y tirarme a su lado.

—Buen día.
—Buen día —digo riendo.

James me planta un beso en los labios y luego en la mejilla. Me pongo de pie tambaleándome porque quizá me he levantado muy deprisa. Me dirijo a la cocina y pongo la pava con agua para hacer el café, James llega a los cinco minutos y se desploma en una de las banquetas, Ashley no tarda en aparecer con su mirada cansada y su cabello despeinado. Les hago el desayuno a ambos y luego me siento al lado de James para desayunar tranquilos. Más tarde llega David y cuando le estoy haciendo el desayuno a mi hijo, llega Megan.

Es una clara tarde de playa. Los niños están contentos con sus helados y se han quedado jugando en donde estamos instalados, que es a solo seis metros del mar, con Caro.

—Ven, ven.

Corro para entrar en el mar de la manera más rápida posible porque sino muero de frío al instante. James abre sus brazos y comienza a caminar hacia atrás, me río con gracia cuando su cuerpo comienza a hundirse y luego lo empuja una ola que nos hace llevarnos por delante. James cierra los ojos y me rodea con sus brazos, debo cerrar la boca antes de meterme al mar, eso está seguro.

—Tragué... Agua —digo tosiendo.

James se ríe de mí, me toma la mano. Otra ola nos arrasa, pero está vez estoy preparada con mi boca cerrada, lástima que mi bikini no quiere quedarse en su lugar y debo abrazar a James para cubrir mis pechos cuando se me baja.

—Átalo, James, átalo.
—Ya, espera —dice entre risas—. No me aprietes así.

Otra ola nos arrasa haciendo que James se venga más sobre mí. Me río y luego le ordeno que me ate el bikini lo más fuerte y rápido posible. Y cuando lo hace, somos arrasados por otra ola que pretende dejarnos casi en la orilla. Salimos del mar, yo tosiendo como una degenerada y James tirando de mi mano para que camine.
El movimiento del agua ha hecho que nos alejáramos de donde hemos dejado todo, así que tenemos que caminar unos cuantos metros para volver a encontrarnos con nuestros hijos y Caroline

LA BELLA Y LA BESTIA (JAMES MASLOW Y TU) SEGUNDA TEMPORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora