CAPITULO 7

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La casa estaba repleta de cajas, los niños abrían cada caja cuando necesitaban algo. No se molestaba en preguntar si podían, solo lo hacían y, James y yo debíamos volver a guardar todo como estaba.

La mudanza iba en pie, la mayoría de las cosas ya se las habían llevado a Inglaterra, solo faltábamos nosotros, la ropa, los juguetes y una que otra cosa de la cocina, sala y habitaciones.

-¿Tienes los boletos?-le grité a James desde adentro del baño.

-¡Si!-respondió también a los gritos-. No, Megan, deja eso.

Reí mientras me secaba el cabello. Me coloqué la ropa que llevaria ese día para el vuelo y luego me cepillé los dientes. Cuando hube acabado, salí del baño con las pocas cosas que me quedaban por empacar para llevar y las metí en la maleta.

-¿Mami?-preguntó Ashley peinando una Barbie.

-¿Qué pasa, Ash?

-¿Megan y yo tendremos habitaciones separadas?

Megan alzó la vista para prestar atención ella también.

-Eh, no sé-me encogí de hombros-. Papá ha visto la casa, yo no sé nada.

Las dos cabecitas giraron hacia donde estaba James. Él iba guardando y a medida que lo hacía, David iba sacando.

-Deja eso-le quitó una rasuradora de la mano-. Eso también- un peine-. Ya, basta, David.

-¿Y esto que es?

-Gel para el cabello.

Megan y Ashley comenzaron a reir.

-Eso lo usan las nenas.

Me tapé la boca para no reir con ellos.

-No es cierto. Deja, David, voy a enojarme.

-Tú nunca te enojas-le dijo el niño.

-¿Quieres probarme?-alzó una ceja.

-Perdona, está bien.

Ya estaba aburridos, no tenían nada con que entretenerse. Y hasta que se hiciera la hora de irnos al aeropuerto, los tres debían quedarse siempre cerca nuestro, porque un segundo que nos dábamos la vuelta, ya estaban destruyendo algo por ahí.

-¿Ashley y yo dormiremos en habitaciones separadas?

-No lo creo, cariño-le dijo James mientras tomaba a David entre sus brazos-. Hay una habitación grande donde pueden dormir las dos, creo que pintura rosa, muebles nuevos y quedara hermosa, lo prometo- dejó a David al otro lado de la habitación-. Te quedas aquí, niño maldito.

Reí por lo bajó y cerré una maleta pequeña donde iban todos los cosméticos. James volvió a lo que hacía, mientras David observaba desde lejos y las niñas peinaban a sus muñecas.

-¿Has guardado todo?-me preguntó James.

-Si, Maslow, ¿tú?

James cerró una maleta y alzó la cabeza para luego sonreír y decir:

-Ahora si.

-¿Nos vamos?-preguntó David.

-¡Quieto ahí!

David bajó la mirada y me reí. El niño había estado molestando todo el día, aunque era el mayor de los tres, era el más molesto, o mejor dicho, travieso.

La mayoría de nuestra ropa, se la habían llevado antes, lo que nos quedaba a nosotros, eran algunas mudas de ropa que habíamos estado usando los últimos días que pasamos en casa. Por eso, solo teníamos cuatro bolsos, porque todo lo demás estaba ya en Inglaterra.

LA BELLA Y LA BESTIA (JAMES MASLOW Y TU) SEGUNDA TEMPORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora