Habían pasado dos años. Las mellizas tenían sus dos años y unos meses, David tenía ya cuatro. No podía quejarme, mi vida iba mejor que nunca. James era un marido ejemplar, Megan y Ashley se comportaban como dos señoritas y David asistía al jardín de niños sin ninguna queja. Recién ahora podía decir que tenía una buena vida, por fin me consideraba feliz.
James estaba de viaje, había viajado a Londres y su ausencia era muy notable. Cuando el hombre de la casa se iba, yo me sentía desprotegida y por lo tanto, mis hijos también. Los tres dormían en la cama que yo compartía con James, creyendo que yo podía soportar eso por dos semanas, acepté, pero cuando se movían y me pateaban de noche, dormía en la habitación de David.
Megan estaba jugando a apilar unas maderitas de colores mientras David desayunaba sus cereales. Ashley aún dormía placidamente.
-Ya acabé, mamá-avisó David.
Asentí con la cabeza y subí las escaleras. Ashley ya estaba despierta, observando el cuarto con ojos cargados de sueño. Me senté a su lado y apoyó su cabeza en mi hombro.
-Teno sueño, mami-dijo bostezando.
Le acaricie el cabello despeinado y la tomé en brazos.
-Debemos llevar a tu hermano al jardín de niños-avisé-. No puedo dejarte sola, si quieres puedes dormir en el auto.
Ella asintió. Ashley nunca se quejaba, siempre se comportaba y respetaba las reglas. No era una niña que trajera problemas. A comparación de Ashley, Megan era más pícara, le gustaba armar líos y se aventuraba de vez en cuando. James era el único que podía imponer respeto absoluto en esa niña.
Ashley bajó las escaleras despacio y tarareando una canción. David le estaba colocando un abrigo mío a Megan. Reí.
-Ese no es de ella, David-le dije.
El niño alzó sus ojos miel y me observó tristemente.
-Pero puedes colocarle el suyo-le tendí la campera fucsia.
David la tomó con una enorme sonrisa en su rostro. Se la colocó a su hermana mientras que yo le colocaba la suya a Ashley y cuando acabé, le prendí la suya a David. Nos subimos al auto y en menos de tres minutos, ya recorríamos las calles para llevar a David.
-¿Sabes? La señorita nos ha prometido que podemos jugar con la nieve hoy-sonrió.
-¿En serio? Eso es lindo, Dav-le dije frenando ante la luz roja.
-¿Nosotras tamben podemo, mami?-preguntó Megan desde atrás.
-No lo sé, vamos a ver, Megan-le dije avanzando.
-Yo no quelo-dijo Ashley-. Megan sempre tira bolas gandotas de nieve y yo caigo.
-¡Megan!-la regañó David.
Cuando volvimos de dejar a David, las niñas se quedaron jugando en la sala mientras yo preparaba la comida. Nunca me había gustado tener criados, lo único que aceptaba, era la niñera. Necesitaba ayuda con tres niños pequeños y no iba a negarme. Cuando necesitaba de ella, hacía falta una llamada y ella llegaba, sonriente y dispuesta a ayudar. Caroline era la mejor persona, siempre cuidaba de mis hijos como si fueran suyos y los tres la querían tanto que cuando se iba de casa, la extrañaban mucho.
El teléfono comenzó a sonar.
-¡Ashley, atiende!-grité mientras me lavaba las manos.
-Es papi-entró en la cocina.
-Voy-le dije mientras corría rodeando la mesa.
Tomé el teléfono entre mis manos y me senté en la silla al lado del teléfono fijo.
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LA BELLA Y LA BESTIA (JAMES MASLOW Y TU) SEGUNDA TEMPORADA
RomansaSegunda parte de la Bella y La Bestia