Me deshago del abrazo de mi esposo, no sin antes plantarle un suave beso en los labios. Me seco todo rastro de lágrimas de las mejillas y respiro profundamente.
—Parezco una nenita histérica.
La risa masculina de James inunda mis oídos. Tiende una mano y me agarra por la cintura para atraerme hacia sí.
—Esto de tus escenas me recuerda que a pesar de estar sonriendo todo el día, tú también te quiebras y eres débil.
Alzo la mirada hasta llegar a sus ojos miel que me observan llenos de amor. Desprendo dos botones de su camisa playera y me sostengo de allí como si me hiciera falta.
—Soy un poco frágil —digo encogiéndome de hombros con fingida inocencia.
Sé que seguramente mis ojos están hinchados y mi maquillaje se ha deslizado hacia abajo dejándome ríos negros en las mejillas, pero hace mucho dejé de escapar de los brazos de James cuando tenía ganas de llorar. Simplemente entendí que él puede estar junto a mí cuando río así como cuando lloro. Igualmente como yo estoy para él en las buenas y en las malas.
—¿Vamos a ir a la playa hoy? —Me pregunta intentando cambiar el tema.
Asiento levemente y él me planta un beso en la boca.
—Mañana quizá pueda llevarte de compras —me dice con aire insuficiente.
—Eso me haría feliz. —Le sonrío tiernamente.Se ríe y me suelta, se aleja un poco de mí.
—Entonces iremos —afirma y sale del baño—. Ponte el bikini que más tarde bajamos a la playa.
Le regalo una sonrisa a la vez que le brindo un asentimiento. Él desaparece de la habitación dejándome mucho más calmada y respirando regularmente.
La playa está atestada de gente, con James intentamos tener a los niños cerca y al alcance de nuestras vistas. Todos llevan una heladera, sobrillas, reposeras y juguetes para la playa. No faltan las sonrisas, los chistes, los gritos, los enojos y los niños que corren y llenan de arena las lonas.
—¿Te quedas sola con los niños? —Me pregunta James poniéndose de pie.
—¿Qué? No, sola no. —Frunzo el ceño y lo observo por debajo de los lentes de sol—. ¿Dónde vas?—Ya vengo, solo quédate con los niños.
—James, no puedo quedarme con los tres yo sola.
—Bueno, me llevo a David.El pequeño alza la vista al escuchar su nombre e intenta entender de qué va la conversación.
—No, David es el más tranquilo —me quejo—. Llévate a Meg.
James abre bien los ojos. Megan es la más tormentosa de los tres niños.
—Ashley —dice intentando negociar.
—Megan—contraataco.
—Ashley o David.
—¡Megan! —Grita la niña corriendo hacia la pierna de su papá.
—¿Te vas con papi, Meg? —Le pregunto dulcemente.James alza la vista hacia mí y me fulmina. Le tiro un beso mientras me río burlescamente.
—Si, si, si, voy con papi —dice y le tiende los brazos a James.
Mi esposo toma en brazos a Megan y le besa la mejilla.
—Ponle las sandalias, Maslow.
James asiente y deja a Megan en la reposera de él para luego colocarle las sandalias rosas.
—¿Dónde vamos, pa?
—Ya verás —responde James en un cantito.Busco a Ashley con la vista y me encuentro con ella armando un castillo de arena con David. Su hermano mayor la ayuda a llenar el balde y ella luego lo desmolda, pero como la arena no está mojada, no se mantiene armado y queda como una desparramada montaña de arena. Repiten la acción intentando armar un castillo.
—Llevo el móvil, por si necesitas algo —me avisa. Toma a Megan en brazos y la niña le rodea el cuello con los brazos.
Le tiro un beso al aire y él me sonríe levemente. Parecemos dos niños. Algo de adolescente nos queda a ambos. Muevo mi reposera para salir de la sombra y ponerme a tomar sol. Observo a los niños de vez en cuando, pero tratándose de ellos dos, nada malo puede pasar porque son dos santos. En cambio, si estuviera mi pequeña diablillo aquí, no podría despegar los ojos de ellos.
—Tengo sed, ma —dice Ashley sentándose en la reposera de James.
Austin me mira desde abajo y me saluda agitando su mano. Le sonrío y lo saludo a la vez que busco una cajita de jugo para Ashley.
—Yo quiero también —reclama David.
Le paso una a David también y agarro mi botella de agua para tomar yo. Los niños se sientan a la sombra y se quedan callados mientras contemplan su alrededor a la vez que sostienen una cajita de jugo de manzana entre sus manos.
—¿Dónde fueron papá y Megan? —Pregunta mi curioso hijo mayor.
—No tengo idea. —Me encojo de hombros—. Papá no me quiso decir dónde iban.David frunce los labios y luego asiente levemente. Da vuelta su muñeca y se observa el tatuaje de tinta turca. Ashley le pregunta si puede pasar el dedo por la tinta y no va a correrse, David se ríe con insuficiencia y la invita a pasar el dedo por su nombre.
—Ya venimos —dice Megan saltando por la arena.
David se queja cuando sus sandalias quedan cubiertas de arena y desatan una conversación a los gritos que lleva a algunas personas a darse la vuelta para mirar la escena. James aleja a Megan y sienta a David en la reposera que antes ocupaba Ashley.
—Ya, basta —dice intentando no pegarles un grito.
—Es que él se enoja mucho. —Megan se cruza de brazos y le saca la lengua a su hermano.
—Tonta, tonta, tonta —dice mientras sacude una sus sandalias.Ashley toma la otra sandalia y la limpia con su toalla de Barbie. David se sienta en la arena mientras reniega de su hermana. Megan solo se queja y comienza a hacer un escandalo que nos empieza a dejar en ridículo a James y a mí.
—Basta, Megan —dice James apretando los dientes.
—Es un enojón. —La primera lágrima corre por su mejilla, luego otra. Se la seca con impotencia—. Lo odio.
—¡No digas eso! —La regaño. Mi hija me saca la lengua.
James la agarra por el brazo y la sienta en su reposera.—Basta, Megan, basta —dice enojado—. Deja ya de hacer escándalo, mira cómo te observa la gente.
Megan se cruza de brazos y deja que sus lágrimas caían por sus mejillas.
—Es una estúpida —dice David.
—Basta tú también —le digo colocándome los lentes de sol en la cabeza.
—Tonta.James se toma la cabeza entre las manos y cierra los ojos.
—Vamos a volvernos a casa si siguen agrediéndose. Y David, no trates así a tu mamá.
—Ella me hizo sh —dice frunciendo los labios.
—Ella te estaba regañando —le dice intentando no gritar—. Ponte las sandalias y deja de molestar.
David pega un grito y se pone las sandalias mientras llora como un niño histérico. James le pide a Megan que le de su lugar y la niña, aún con los brazos cruzados, se sienta en su lona de lunares rosas.—Son todos unos estúpidos —dice haciendo trompita con la boca.
—Basta, Megan.Diviso a Ashley que ha quedado al margen de la pelea familiar. Ella tiene un dedo en su boca y se mastica la uña mientras sus lágrimas ruedan por la mejilla. Codeo a James y le señalo a Ashley con la barbilla.
—Dios, Dios —se queja.
—¿Ash? —La llamo.Mi hija niega con la cabeza y clava la vista en la arena.
—¿Quieres que vamos al agua?
—Yo quiero ir —dice Megan. Ashley niega con la cabeza—. ¿Podemos ir las dos?
—No, vamos a ir Ashley y yo.
—Siempre ella.
—Siempre nada, Megan —la regaño—. Tú estás en penitencia.
—No.
—Si y cállate porque vas a quedarte sin juguetes.
—No.
—Megan —dice James retóricamente.
—¡Ya basta! —Grita Ashley poniéndose de pie.Como toda niña escandalizada, sale corriendo en dirección al mar. James y yo nos ponemos de pie a la misma vez, pero lo empujo y le grito que se quede con los niños mientras yo corro detrás de Ashley.
Menudo desastre.
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LA BELLA Y LA BESTIA (JAMES MASLOW Y TU) SEGUNDA TEMPORADA
RomansaSegunda parte de la Bella y La Bestia