CAPITULO 28

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Me río de una manera exagerada a la vez que niego con la cabeza.

—No estoy embarazada, estúpido.

Suspira aliviado y sus hombros se relajan.

—Entonces, ¿qué es lo qué ocurre?

Ruedo los ojos y me muerdo el interior de la mejilla. Me remuevo entre sus brazos para levantar mi mano y mostrarle mi muñeca. Frunce el ceño y se queda observando la piel de mi muñeca, luego se acomoda y me toma la muñeca entre su mano y acaricia la piel.

—¿Qué hiciste, ______? —Alza la vista hasta mis ojos.

Le sonrío levemente y como puedo, me encojo de hombros.

—Se quita, James —explico. Meneo las pestañas. El se muerde el labio inferior y ríe—. No es permanente.

En mi muñeca está tatuado el nombre de mi esposo, James, en tinta turca negra.

—¿Por qué te lo hiciste?
—Quería saber cómo quedaba porque he estado pensando en hacérmelo permanente —admito. En sus ojos florece la alegría y pronto la expresa extendiendo sus labios en una sonrisa—. Si te gusta, me lo hago —digo. Ruedo los ojos—. Y si me das permiso.

James ríe divertido y me vuelve a acariciar la muñeca.

—¿Y si luego te arrepientes?
—¿Me dejas? —Pregunto esperanzada.
—Si te digo que no, irás corriendo a hacértelo, como pasó con la trenza. Si tú quieres, ______, háztelo.
—¿No te enojas?

Niega lentamente con la cabeza. Se da la vuelta y apaga la luz de la lámpara. Pronto la habitación está sumida en una húmeda oscuridad de costa atlántica.

—Entonces, ¿puedo?
—Nuevamente te digo, ______ ¿qué si luego te arrepientes?
—No lo haré.
—¿Cómo sabes? —Siento sus manos rodear mi cintura. Me atrae hacia sí y besa mi cuello.
—Porque te amo.
—Quizá en algún momento no me ames más —dice.

Cruza sus brazos en mi espalda acorralándome en su pecho. Soy consciente de su perfume varonil y sexy que lleva puesto, su barba incipiente y cómo se tensan sus músculos al apretarme contra él.

—Yo siempre voy a amarte.
—¿Qué si no?
—¿Vamos a vivir de los "que sí" o viviremos el presente?

Lo siento encogerse de hombros. Planta su cabeza en la curva de mi cuello y me besa allí. Bajo el rostro para que su camino de besos termine en mi boca y luego cierro los ojos cuando lo siento suspirar.

—El presente.

Nos quedamos en silencio por unos minutos. Su agarre se relaja a mi alrededor.

—¿Puedo? —Pregunto en un susurro.

Deja escapar un gruñido y se acurruca contra mí.

—Solo si yo también puedo —dice como un niño.

Abro los ojos cuando la habitación se inunda en claridad. James sigue acurrucado contra mí, enredando sus piernas entre las mías como si fuera una planta. Sus manos reposan en mi espalda. Paso las mías por su tierno rostro y le planto un suave beso en los labios.

—¿Mami? —Pregunta una voz adormilada desde la puerta.

Me asomo por encima del hombro de James y diviso a Megan abrazando a su almohada.

—Hola, mi amor —le digo y sonrío.

Ella se mueve dentro de la habitación y sube por el final de la cama. James se remueve entre mis brazos haciendo a Megan retroceder.

—¿Papi duerme?

Asiento levemente y ella se sienta allí donde ha quedado. Me sonríe tiernamente. Intento zafarme del abrazo de James, pero se me torna imposible cuando me sujeta aún más fuerte.

—¿Amor? Meg quiere meterse en la cama con nosotros —le digo suavemente.

James gruñe adormilado y aprieta los ojos.

—Suéltame —digo divertida.

Alza una ceja y sin abrir los ojos retrocede un poco haciéndole espacio a Megan entre nosotros dos. Ella se mueve rápido para meterse en la cama y se abraza a mí. La tapo con las mantas y le beso la coronilla. James la abraza por detrás y le besa la parte posterior de la cabeza.

Nadie nunca podría negar que Megan tiene demasiado cariño de parte de sus padres.  

LA BELLA Y LA BESTIA (JAMES MASLOW Y TU) SEGUNDA TEMPORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora