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–No llores, por favor... –Susurró Taeyong sacando más pañuelos de su bolsillo.
Seguía sacando todo lo que me hacía sentirme mal.
Trague y me limpie la cara por última vez: –Estoy bien –Sonreí fingidamente mirando a Taeyong, mis ojos estaban hinchados, mi nariz estaba roja al igual que mis mejillas y mis labios. –Me voy a casa... –Comencé a caminar por la acera alejándome de Taeyong
–Espera, puedo llevarte tengo auto –Me negué agradeciéndole pero él insistía. – Vamos. –Agarro mi mano y me guio hasta la puerta del copiloto abriéndome la puerta muy caballerosamente.
Taeyong entro al asiento del piloto y me pregunto la dirección, se la di sin ningún problema y comenzó el recorrido.
–No me agradezcas, ese tipo me tiene hinchadas las bolas desde hace ya tiempo... –Apretó el volante del auto con fuerza pues notaba sus nudillos blancos.
–Estoy agradecida contigo... de verdad, si no hubieras estado allí yo, tal vez hubiera llorado hasta no poder más... –Sentía mi corazón latir a mil por hora y las lágrimas se acumulaban en mis ojos.
Taeyong giro a verme, levemente yo también lo observe y notaba un sentimiento indescriptible en sus ojos saltarines... no pude soportarlo más y oculte mi rostro entre mis manos rompiendo en llanto de nuevo.
El viaje fue lento y silencioso, lo único que se escuchaba era la radio que sonaba ligeramente música soul. Minutos más tarde ya estaba frente a mi casa.
–Llegamos. –Me dejo frente a mi casa, no me quise mover. Y él lo noto. –¿Ocurre algo? –Asentí levemente.
–No estoy segura de bajar... –Confesé.
Taeyong saco una servilleta de su bolsa trasera del pantalón y un lapicero de la guantera. Note que estaba escribiendo algo pero no identifique que cosa hasta que él hablo –: Este es mi número... ya sabes, por si necesitas hablar de algo... –carraspeo.
Mire su rostro cabizbajo, entre sus manos tenía aquel papelito que estaba comenzando a mojarse por culpa de mis tontas lágrimas que no paraban de caer.
Sin darnos cuenta, unas pequeñas gotas de lluvia comenzaron a chocar con el parabrisas, caían levemente avisando que la tormenta se acercaba. Me di la vuelta sin siquiera mirarlo y salí del auto... evitaba mirar hacia atrás, sabía que él aún seguía allí pues no es escucho en ningún momento el motor encenderse.
Entre a casa lentamente y me gire a ver a Taeyong, sus ojos saltaban y su mirada penetraba mi alma... su boca estaba entreabierta, como si las palabras se le hubieran atorado.
Baje la mirada y él hizo lo mismo, con una lentitud infernal comencé a cerrar la puerta.
De nuevo mamá no estaba en casa aunque eso ya no me sorprendía mucho, subí las escaleras encaminándome a mi habitación y a medida que daba un paso el nudo en mi garganta dolía más y más hasta que mi vista se nublo tirándome a la cama para comenzar a llorar de nuevo.
