—¡Muchas gracias por venir! —Exclamó la señora Lee, todos hicimos una reverencia en forma de gratitud y nos encaminamos a la puerta.
Todo hubiera salido bien, si alguien no hubiese haladó de mi brazo. Así es, fue mi queridísimo amigo Taeyong.
Mi cuerpo aún estaba paralizado y apenas podía verlo a la cara, él actuaba normal; igual de frío y sin sentimientos como siempre. Parece que esperaba a que todos salieran para poder tomar poder en sus palabras.
—Tu no te vas aún. —Tragué saliva. —Tenemos algo pendiente de que hablar. —Y me retrocedimos hasta el inicio del pasillo que conectaba a la sala.
—¿Ah, sí? ¿Y qué es? ¿qué estoy celosa de Eunji de nuevo? —Iguale la emoción y el tono que había usado conmigo, creo que le sorprendió porque abrió los ojos enormemente.
—¿Lo estás admitiendo? —Bien, ahora estaba jugando conmigo. ¿Qué acaso no se cansa? Ay, en serio habían ocasiones donde quería darle un puñetazo en la cara. —No, no es eso. —Y su rostro sereno volvió. —Es sobre lo que paso la otra vez. —Justamente lo que no quería tocar hoy.
—Fuiste un grosero.
—Lo sé.
—También me hiciste daño.
—Lo sé.
—Y no es así como se tratan los amigos.
—Lo sé, ya lo sé. —Siseó y luego soltó un gruñido, al parecer le estaba dando en la fibra que justo quería tocar.
—Y eres feo.
—Ya lo s-... ¿qué? —Su rostro se puso furioso y me reí de ello, en realidad estaba bromeando y me habia olvidado de lo que delicado que era Taeyong.
No me había dado cuenta de que su mano aún estaba enredado en mi brazo, logró entender lo que pensaba y me soltó. Bien. En este punto ya no dijimos nada y me pareció imposible el mirarlo a la cara por lo que concentre mi vista en uno de los portaretratos que alcancé a visualizar.
Tenía tantas ganas de verlo, pero conociendo a Taeyong no me iba a quitar la etiqueta de curiosa nunca.
—¿Qué es lo que tanto miras? —Me encogí de hombros sonrojada, me había atrapado. —¿Eso? —Apuntó el dichoso portaretratos
—¿Puedo verlo?
—No eres nadie para hacerlo.
—Grosero.
—Bien. —Quitó el peso de la pared y caminó al estante donde se encontraba ese portaretratos, lo tomó como si no fuese nada del otro mundo y con aburrimiento, me lo entregó.
Mi boca se abrió ligeramente e hice forma de 'o'. Era Taeyong de niño, su hermana y su padre, físicamente hablando, su padre era casi identico a él, estaban sentados sobre el césped sonrientes. Llevaban ropa de verano. Su hermana y él eran identicos; lo único que los diferenciaba era el cabello y la estatura.
—Haz visto suficiente. —Me arrebató el portaretratos y lo puso en su lugar.
—Esperaaa —Hice un puchero e intente alcanzar lo que se me había arrebatado. —Quiero ver más.
—No.
Y aunque fue maleducado de mi parte, entre a la sala y me pasé a ver las demás fotografías. En una de ella aparecía Taeyong recién graduado del jardín de niños, fue una imagen gloriosa y tierna para mi vista.
—No veas más. —Cubrió con su cuerpo el estante donde se encontraban las fotografías, enarqué las cejas y comencé a empujarlo tomándolo de la cintura, era obvio que él era muchísimo más fuerte que yo. —S-Suéltame. —Y ejerció más fuerza.
—Déjame ver —Chillé y me acerqué más a su cuerpo.
Seguimos discutiendo que en cierto momento crucé mirada con Taeyong, esperaba ver su expresión molesta, más sin embargo esta no estaba; si no una expresión relajada y observaba cada uno de mis movimientos faciales con sus oscuros ojos.
Tal vez la seriedad del asunto hizo que yo también me pusiera serena, más eso no quería decir que estuviese tranquila. Ni siquiera me había percatado de nuestra cercanía.
¿Qué debería hacer ahora? Su mirada estaba conectada con la mía y sentía que poco a poco el aire me hacía más falta.
—¡Omo! —Alguien exclamó detrás de nosotros, Taeyong brincó y se tambaleó por unos instantes, hasta que recupero el equilibrio. —Lo siento, lo siento, los dejo solos —Era la señora Lee, llevaba en las manos una bandeja con bocadillos y regreso casi corriendo de nuevo a la cocina.
Ahora estaba totalmente avergozanda, ¡Su madre nos vio en una posición algo comprometedora y tal vez ahora malinterpretará todo! Ardía de la vergüenza. No era eso lo que quería.
—E-Este... s-será mejor que me vaya... —Susurré riendo con nerviosidad, mis mejillas ardían y me tomé unos segundos para observar el rostro de Taeyong, tal vez estaba igual o peor que yo; gracias a su pálida piel pude notar lo increíblemente rojo que estaba, estaba de nuevo recargado en el mueble y con una mano cubría gran parte de su boca y nariz además de que miraba por la ventana, ¿tan avergonzante fue? —Entonces... hasta luego, supongo...—Acaricié las puntas de mi cabello intentando ocultar mi nerviosidad.
—S-Sí... —Bajó la mirada y miró sus pantuflas de oso; lo cual no me había percatado, pero eran de Rilakkuma.