CAPITULO VEINTE (20)

125 8 2
                                    

Los siguientes días habían estado tranquilos luego de lo sucedido en el lugar de carreras. Mi madre me había hecho una llamada en la que arreglamos las cosas con la condición de presentarle a mi “novio veraniego” al llegar a casa cosa que sería pronto, hacían falta un par de semanas para que el verano terminara lo que significaba que tenía que volver al trabajo con mis responsabilidades en casa y lo demás, también significaba separarme una vez mas de mis primos y esperar a verlos hasta las vacaciones de navidad, eso era triste pero al pensar que no llegaría sola a la cuidad si no que Sam estaría conmigo hacia las cosas más sencillas. Sin embargo, había algo que estaba molestándome desde hacía días, una sensación extraña como si algo malo estuviera a punto de pasar, pero siempre que dejaba de pensar en eso simplemente la sensación se iba.

-Oye fea, arréglate un poco, saldremos.

Levante la vista de mi computadora.

-No tengo ganas de salir Connor.

Me miro horrorizado y me dio la espalda asomando medio cuerpo fuera de la habitación.

-¡SAM! VEN AQUÍ ES UNA EMERGENCIA.

A lo lejos escuche los acelerados pasos del mencionado, no le tomo ni diez segundos cuando ya estaba parado frente a Connor con la respiración acelerada.

-¿Qué? ¿Qué es? ¿Qué pasa?

Me miro y mostro tranquilidad, luego miro de nuevo a mi primo.

-¿Estás loco? Casi me da un infarto. Pensé que algo malo había pasado.

-Está pasando algo malo.

Se acerco a mí.

-¿Qué pasa?

-Caroline no quiere salir hoy ese es el problema. Arréglalo, iré a decirles a los demás.

Connor abandono la habitación dejándonos solos.

-¿Qué te pasa cariño?

-¿Acaso es tan increíble que no quiero salir el día de hoy?- rodee los ojos y me acosté en mi cama.

El se mantuvo sentado en la orilla.

-No es increíble, es extraño. Por lo general siempre eres tu quien organiza los planes y nunca se pierde de nada con los chicos.

-Solo no quiero ir.

Sam se acostó y paso uno de sus brazos por debajo de mi espalda para hacerme levantar un poco y así quedar recostada en su pecho.

-Vamos dime qué pasa, ¿te sientes mal?

-Un poco.

-¿Qué tienes?- su mirada era pura preocupación lo que me dio ternura.

-Solo es ese problema de las mujeres una vez al mes.

Escondí mi cara en su pecho con vergüenza, era extraño hablar de esto pues mi madre siempre me decía que esas cosas no se contaban.

-Ese no es un problema, eso es estupendo, bueno menos la parte de los cólicos, pero estupendo.

-¿No te parece extraño?

-Claro que no, es algo normal en las mujeres, me asustaría si no hubiera llegado.- me abrazo y beso mi frente- Debiste habérmelo dicho antes, te hubiera consentido desde que llegue.

-No sabía que tomarías ese tema así por eso no te lo había dicho.

-Tengo una hermana ¿Lo olvidas? Y descuida no saldremos esta noche.

-Tú puedes ir si quieres.

No quería privarlo de una salida solo por mi malestar pero me enojaría si dijera que se iría así que espere su respuesta.

MENTIRAS DE VERANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora