SAM
Perdido.
Exactamente así me sentía sin su compañía. Y es que en ese verano me había vuelto tan dependiente de ella que sin su presencia me sentía un ser insignificante en el mundo, sin propósitos de nada salvo respirar, comer, dormir y volver a comenzar.
Habían pasado un par de semanas desde que todo el caos se desato en esa terminal de autobuses. Natalie me había arrastrado con ella a la cuidad, su padre me había estado observando sin yo enterarme así que sabía de mi relación con Caroline. Su hija no lo sabía por suerte, pues hubiera hecho un gran escándalo de haberlo sabido en ese momento.
El trato con el padre de Natalie había sido simple y sencillo. Me daría un contrato si seguía haciendo feliz a su hija hasta que ella se cansara de mí, obviamente tenía que olvidarme de Caroline mientras el trato estuviera en pie, no podían verme con ella y me tendrían vigilado por si se me ocurría pasarme de listo. Me habían dado unas semanas para pensar en aceptar o rechazar el acuerdo, tenía que pensármelo bien y mi decisión dependía de una sola persona. Caroline.
-¿Sigue sin responderte las llamadas?
-Llamadas, mensajes y correos electrónicos.
-¿Por qué no vas a buscarla?
-No estoy listo para su rechazo personalmente.
-No tienes opción. El hombre de la disquera te dio hasta dentro de tres días para darle una respuesta.
-Ya lo sé, pero no es tan sencillo.
-Claro que lo es. Dijiste que si esa chica te daba otra oportunidad rechazabas el acuerdo pero si no lo hacía pues aceptarías.
-Tú eres una chica. ¿Me mandarías a la mierda si te pido otra oportunidad considerando lo que hice?
Allison lo pensó un momento. Luego me miro.
-Sí, te mandaría a la mierda.
Deje caer mi cabeza en el respaldo de la silla y solté un suspiro.
-No puedo perderla.
-Pues entonces ve a su casa, dile ese montón de cosas cursis que me has estado diciendo las últimas semanas sobre lo mucho que la quieres y posiblemente ella te de otra oportunidad.
-No es tan sencillo.- volví a decir- Tu no viste su rostro ese día. Estaba destrozada, incluso me lo dijo.
-Las chicas somos adictas a aquellas cosas que nos lastiman. Piénsalo, puede darte otra oportunidad.
No respondí solo cerré los ojos.
-Ve a verla, si te acepta genial y si no pues que se vaya a la mierda, firmaras ese contrato y serás exitoso con o sin ella.
-Gracias.
-Sí, como sea, ahora me voy, tengo muchas cosas que hacer.- se levanto y camino a la cocina pero antes de irse del todo volteo- Y por cierto, le diré a tu padre que me dé un aumento. Ahora tengo que dividir mi tiempo entre el aseo y ser tu psicóloga personal.
Solté una risa y se fue satisfecha por ello.
Allison era la chica más directa y decidida que había conocido. Mi padre la había contratado al principio para vigilarme a mí y a mi hermana, pero luego de unos días de ver que no hacíamos mucho comenzó a limpiar la casa para matar el tiempo. Mi madre contenta por su trabajo decidió pagarle aun mas y dejar que se encargara de las tareas domesticas. Era muy buena en lo que hacía y aun más una muy buena amiga. Tenía solo veintidós años pero su mente era como la de una mujer de cincuenta.
Al volver le había contado todo el loco verano que pase. Ella se limito a escucharme y golpearme cuando le conté el último día que había visto a Caroline. Desde entonces había sido mi apoyo moral en todo. No iba a pasar por la vergüenza de llorar frente a ella pero si permití que me viera un poco vulnerable al contarle todo.
Cerré mis ojos y pensé en ella de nuevo.
Me deje llevar por los recuerdos y termine viendo su rostro junto con sus lindos ojos y sonrisa espectacular. Todo de ella me gustaba y no solo su físico, tenía un corazón de oro lleno de amor y comprensión para dar a todo aquel que lo necesitara. Yo lo necesite en mi momento y me dio más del que merecía, ¿Y cómo decidí pagarle? Rompiendo su corazón.
Abrí mis ojos de nuevo y me vi en la oscuridad. Increíblemente habían pasado varias horas mientras pensaba en ella o mejor dicho soñaba porque me había quedado dormido. Me levante de un salto y camine a la ducha. Me aliste lo más rápido que pude poniéndome la colonia que a ella tanto le gustaba y vistiendo la ropa que más le encantaba verme.
Tome mi motocicleta y conduje por las calles de la cuidad a máxima velocidad. Caroline ya me había dado la dirección de su departamento así que no fue difícil encontrarla.
Me detuve frente al edificio donde vivía y dude. No quería aceptar el hecho de que no quisiera verme jamás, me aterraba pensar en ella con alguien más.
Me aterraba que ya no me quisiera.
Me quede de pie junto a mi motocicleta una hora entera viendo aquel edificio azul directamente al séptimo piso que era donde me había dicho que vivía. Había una luz encendida y de vez en cuando veía una silueta pasar por la ventana, no podía descifrar si se trataba de ella de Steve o tal vez su madre.
No podía. No iba a quedarme ahí de pie esperando a que saliera y me dijera que ya no quería saber nada de mí. Era obvio que lo pensaba, pero eso y decírmelo directamente eran dos cosas diferentes que no quería aceptar aun. En mi pecho aun albergaba una pequeña esperanza de estar juntos de nuevo y no quería que se destruyera tan rápido.
Tome mi casco y me lo puse de nuevo, estaba a punto de salir de allí cuando la vi.
Seguía tan hermosa como la recordaba. Sus mejillas un poco rosas por el frio de la cuidad sus ojos cafés y su boca provocativa, sonreía un poco pero no demasiado, a su lado estaba Steve al parecer contándole algo gracioso porque el reía pero ella solo sonreía por cortesía. La conocía demasiado bien para saber cuando estaba realmente feliz y cuando no lo estaba.
Verla me lleno de felicidad, no la suficiente para sacarme de mi estado depresivo pero si la suficiente para darme un poco de fuerza que tanto necesitaba. De pronto se me cortó la respiración y la esperanza en mi pecho creció un poco más.
Tenía puesto mi gorro.
Pensaba que lo había perdido en la terminal de autobuses, no me di cuenta de que lo había perdido si no hasta que llegue a mi casa ese día. Recordé las veces en las que ella me pidió que se lo regalara pero nunca lo hice. Ese gorro era especial, mi abuela lo había tejido especialmente para mí una navidad en la que no tuvo dinero para un regalo. En este momento me lamentaba no habérselo regalado como es debido, incluso le quedaba mejor que a mí.
Ahora era suyo al igual que yo.
Sin saber muy bien porque, me quite el casco y baje de mi motocicleta. No pensé en nada, mi mente estaba en blanco y corriendo llegue hasta ella.
-Caroline.
Ella estaba de espalda, al escucharme detuvo su paso pero no volteo, vi su espalda tensarse al escuchar mi voz.
Poco a poco se volteo, mi corazón salto de alegría, hacia mucho no la veía de cerca.
Estaba un poco delgada, no demasiado pero si lo suficiente como para darme cuenta de que no había comido bien, bajo sus ojos a pesar del maquillaje habían ojeras y sus ojos carecían de ese brillo especial.
Podía jurar que los míos estaban igual.
-Sam.
Poco a poco está historia llegó a mil lecturas y solo tengo que decir...
¡GRACIAS!
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MENTIRAS DE VERANO
Teen FictionPor lo general el verano es un tiempo de vacaciones placenteras, juegos interminables bajo el sol y en algunas ocasiones amores que solo duran esos días de descanso y al terminar cada quien se va por su lado con un recuerdo en común y experiencias h...