BACK TO BEN (14/?)

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El dichoso caso está en punto muerto y no le ve salida. Todo se destapó hace un par de días tras la muerte accidental de un marine. Al parecer se traía algo entre manos con un capitán destinado en el Pentágono pero sin pruebas han sido incapaces de detenerle.

- McGee, dime que tienes algo nuevo.

- Estoy intentando acceder a su ordenador pero tiene una clave bastante compleja.

- Pues averigua algo pronto.

Ve salir a Ziva del ascensor y vuelve a sentirse culpable por la otra tarde. Verla tan dolida, confesándole que todavía le quiere, viéndola llorar… dudó sobre si estaba haciendo lo correcto.

- ¿Qué haces por aquí?- pregunta sorprendido.

- Tengo algo que podría interesarles sobre el capitán Gregory.

- Soy todo oídos.

- Él junto con otro marine estaban pasando información delicada a un delegado de la embajada israelí.

Acepta la carpeta que le tiende con el sello israelí en portada y lee los documentos.

- ¿Le tienes?

- No. Tiene inmunidad diplomática. Si no presento pruebas contundentes no puedo detenerle.

- Quiero hablar con él- exige devolviéndole la carpeta.

- Ni hablar. No quiero que se asuste con un interrogatorio. En la embajada hay una fiesta, el capitán también está invitado. Es el lugar idóneo para hacer el traspaso de información.

- Estupendo, pues entonces iremos y le pillaremos con las manos en la masa.

- Si nos ve podemos dar el caso por perdido.

- No pienso quedarme de brazos cruzados.

Se sostienen la mirada durante varios segundos sin que ninguno de los dos quiera dar su brazo a torcer. Bastante es que ponga su vida patas arriba como para que encima le robe los casos.

- Estoy invitada, no sospechará nada. Es lo mejor.

- Pero supongo que podrás llevar un acompañante. Tu marido, por ejemplo- dice Rachel.

Se gira hacia ella con una mirada fulminante sin saber si tiene ganas de matarla por proponerlo o besarla por haberles solucionado el problema. Según están las cosas lo último que le apetece es hacerse pasar por su marido, aunque lo sea en realidad.

- No creo que sea buena idea.

- Es la única forma de entrar- le recuerda McGee.

Tras lanzarle una mirada de advertencia se lo piensa mejor. Por mucho que le cueste tiene que pensar que solo es trabajo, nada más. Puede hacerlo.

- ¿A qué hora dices que es esa fiesta?

- A las siete empieza, es mejor estar pronto.

- Nos vemos allí entonces.


                                          ***

Está mucho más nerviosa de lo que debería. Se repite una y otra vez que es trabajo, parte de una misión pero tal como se encuentra parece una quinceañera a punto de tener su primera cita. Ha escogido con cuidado el vestido. Negro largo con una abertura en el lateral que deja bastante a la vista. Se ha dejado el pelo suelto y rizado como a él siempre le ha gustado.

Cuando le ve llegar vestido de esmoquin y con una sonrisa deslumbrante siente que todo se tambalea. Todavía no ha sido capaz de firmar los dichosos papeles de divorcio y siente que nunca tendrá fuerzas para hacerlo.

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