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Estaba demasiado cansada, solo quería llegar a casa y dormir, pero el hecho de que aún me encontraba en la universidad, me asustaba, esto de estar en el turno de la tarde me ponía los pelos de punta.

Di un pequeño salto en mi sitio al escuchar mi libro caer al suelo de mi pupitre, parpadee unas cuantas veces no entendía en qué momento empecé a temblar, el sonido de un pie golpeando rítmicamente contra el suelo, provoco que mirara hacia la puerta asustada, su espalda estaba recargada contra la pared, estaba cercas de la puerta, mostraba su impaciencia al hacer eso con su pie, le di una sonrisa nerviosa.

—Tenéis que apresuraos Iv— me recordó—el tiempo corre.

Di un ligero asentimiento, mi verdadero nombre era Giley, pero decía las dos letras de mi primer apellido el cual es Ivannok en muestra de impaciencia, me apresure a recoger el libro que se me había caído, para aguardarlo torpemente en la mochila, abrace esta, mientras me acercaba.

—Lo siento Jorge— hable avergonzada.

Lose, pero si no dejas de quedar absorbida por tus pensamientos, te os prometo que me encargare de que te olvides de ellos— su rostro lucio muy serio mientras se erguía y abrí la puerta justo a tiempo.

—Pero, yo no lo hago a propósito— le recordé mientras salíamos del aula—simplemente pasa.

—No tendría problema si esto no sucediera todos los días, y mucho menos si no estuviera el toque de queda.

Apresuramos nuestros pasos, pensé que éramos los últimos en salir, pero estaban pasando unos cuantos más compañeros de otras aulas afrenté nuestro que iban hacia la salida.

—Por lo menos no somos los últimos en marcharnos— me susurro Jorge.

—Pero no deberíamos preocuparnos demasiado, si no estamos fuera aun del edificio, eso no cuenta como estar en la calle aun— intente que se relajara.

— ¿Cómo te atrevéis a decir eso? — dramatizo algo divertido, parecía que había funcionado mi idea.

—Eres un tonto— sonreí relajada.

—Jóvenes, apresúrense— nos interrumpió el hombre de seguridad.

Aquel hombre era el más simpático, tenía treinta y cuatro años, su nombre era Pablo, ha estado trabajando aquí como guardia de seguridad por más de cinco años, su cabello castaño contaba con unas cuantas canas, su rostro reflejaba cansancio al igual sus ojos grises.

—No puedo estar recordando a ambos que deben apresurarse— no parecía un regaño, su voz no mostraba eso, sonaba más preocupado—el tiempo se acaba, vamos, váyanse rápido.

—Lo sentimos Pablo— se disculpó Jorge por ambos, estábamos tan cercas de llegar la puerta.

—Giley, debería apresurarse antes que todos, así os no me preocuparía por verlos marchaos— me miro esta vez.

—Lo siento tanto, le aseguro que será la última vez— me disculpe.

—No le crea— intervino Jorge a lo cual le di un pequeño golpe en el brazo— ¡oye!, tu bien sabes que tengo razón— me reto, lo cual lo mire mal.

—Después siguen jugando, ahora marchasen rápido, les queda menos tiempo.

—Adiós nos vemos mañana dijimos al unísono, a lo cual el solo dio un pequeño asentimiento, salimos de la universidad.

Prácticamente salimos corriendo al estacionamiento que se hallaba al frente nuestro, bueno, prácticamente yo tuve que correr, puesto que Jorge daba pasos muy largo y yo era demasiado baja al lado suyo, maldigo su estatura de poste y piernas largas, su auto no estaba tan lejos esta vez, saco su llaves del auto y le quito el seguro, era jeep Wrangler color blanco de dos puertas, antes de entrar deje mi mochila a los pies del asiento para después subirme, luego él me dio la suya dejando a una lado de la mía, me coloque el cinturón, debido que la seguridad es lo primordial, puso en marchar dirigiéndonos a mi hogar, debía manejar un buen tramo para llegar al centro de la capital para llegar a casa.

— Gil— abrevio mi nombre, y eso lo hacía cuando quería preguntarme algo— ¿podría quedarme en tu casa? —mantuvo la vista de la carretera.

—Sabes perfectamente que sí, no es necesario de preguntar— lo mire atentamente.

—Eso lose, pero no me siento bien al pedirte este favor, me hace sentir incomodo cada vez que hago esto— admitió avergonzado.

—No pasa nada— me mostré comprensiva mientras pasaba mi mano por su brazo derecho dando apoyo—además, mis padres te adoran tanto como yo, solo avísame cuando quieras, así podría preparar mi cuarto para tu estadía —dije gentil—sé que estás pasando por un momento difícil con tu madre, sabes bien que cuentas con el apoyo de mis padres tanto como él mío.

—No sé qué aria sin tu compresión— su voz se volvió débil— si no te tuviera, probablemente estuviera perd...

—Olvida eso— lo interrumpí, no me gustaba verlo en este estado—no pienses en eso, recuerda siempre que mi casa es tu casa, si alguna vez necesitas un tiempo de descanso de tus problemas, eres bienvenido a quedarte con nosotros hasta que ya no lo veas necesario— le dije para besar su mejilla y volverme a colocar en mi lugar.

Limpie una lagrima que llego a salir, si fuera por mi estaría sobre sus piernas mientras lo abrazaba para consolarlo, pero el manejaba y debía guardar mi compostura, para aliviar este momento, encendí el estéreo dejando que la música ambientara nuestros ánimos, llegamos a cantar algunas canciones, después de eso terminamos en un silencio cómodo.

Logre notar que aún había unas cuantas personas en la calle, al ver por la ventanilla toda la calle, estaríamos en grabes problemas si no hubiera ningún alma en este preciso momento, al llegar estaciono el auto en el porche y bajamos al mismo tiempo, para entrar por la puerta que se encontraba en su interior justo en la sala de estar.


Gracias por leer 

El guardián de la noche, la historia del monarca. [PAUSADA]Onde histórias criam vida. Descubra agora