XIX

20 4 0
                                    

Mis palabras habían logrado tranquilizarlo, después de ello permanecimos en silencio, no hiso un intento de alejarse de mí, permaneció a mi lado en todo momento. Eso me pareció curioso, después de todo éramos lo único que teníamos como una familia, muchos de ellos habían perdido a sus padres después de dar una guerra contra los humanos para proteger a los suyos y mantener a salvo lo que amaban demasiado.

Por alguien del personal, nos llevaron a nuestra habitaciones temporales donde pude aislarme por un momento de todo esto, realmente era difícil mantener el cargo de líder, saber que solo estaba en mi tomar toda decisión, la cual debía pensar en el resto antes que mi propio bienestar y seguridad.

Solo deseaba que esta maldita guerra se acabara, para poder irnos y no volver a pisar tierras del exterior, teníamos que retirarnos de los humanos que tanto nos odiaban, tendría que romper lazos con ellos, salvaría la vida de los míos antes de tener que poner en riesgo sus vidas simplemente por el egoísmo del hombre.

Tras un descanso después de lo sucedido me permitió estar mucho mejor y relajado, me despoje de todo mi equipo, puesto que era más cómodo aunque este no era pesado a decir verdad, me permití salir al saber que no había nadie, debía volver a cuidarme sin necesidad de que alguien me lo recordara, ya era lo suficiente adulto para valerme por mí mismo.
Mientras caminaba me encontré en mi caminata a un par de cachorros jugar por el pasillo, al verme no tardaron en detenerse mientras me miraban atentamente, pero teniendo una distancia considerada, deducía que debían tener alrededor de entre tres a seis años, puesto que tenían una gran fluidez de palabras al igual hacían muchos movimientos que un cachorro humano no lograría hacer como ellos.

—Os he dicho muchas veces, que no debéis estar fuera a esta hora— una voz femenina se hiso presente y que además me era muy familiar— ¿pero qué aséis vosotros ahí, moveros?

Me quede tan quieto como una estatua, al ver de quien se trataba exactamente, no podía creer que la estaba viendo ahí, seguía igual de hermosa como la recordaba.

—Os he hablado, pequeños demonios— expreso dulcemente.

Aún seguía igual de enana, la única diferencia es que ahora usaba su cabello más largo de lo habitual, contaba con unas cuantas pecas en su nariz haciéndola ver más dulce y adorable, pero esa apariencia engañaba a simple vista, era tan mortal.

Desde mi posición podía ver algunas viejas heridas en su tórax ocultándose en su blusa sin mangas, y que el cuello era algo holgado, además que en su brazo izquierdo yacía una de las más grandes.

Al ver que no le prestaban atención levanto la vista, terminando de encontrarse conmigo, expresó su sorpresa por un momento, antes de borrarla para concentrase en los cachorros.

—Demonios traviesos, regresaos a su habitación.
Estos al escucharla dieron un brinco antes de girarse para verla y por ultimo salir corriendo al pasillo detrás de ellos hasta perderse.

—Rose— susurre.
—Vaya, no tenía idea de que voz estarías por aquí— lucia tan seria que sentí mi corazón latir deprisa ante su reacción—venga, no me miráis así, idiota— dejo salir una sonrisa ladina.

Cuando la vi hacer eso, deje salir un suspiro largo, mientras la estrechaba fuertemente entre mis brazos, tenía tanto sin verla, pero tenerla en este modo, sentía una calidez enorme tan familiar.
Podía sentir sus pequeñas manos tocar mi espalda para dejar unas cuantas palmadas indicando que debía soltarla, apenas y llegaba a mi pecho, a lo cual debía elevar su vista para observarme.

—Eres tan enorme como te recuerdo— soltó una leve risa—venga debéis seguirme, ahora entiendo porque los tremendos cachorros te observaban tan fijamente.

No me dio ni tiempo para hablar, cuando era llevado de la mano hacia alguna parte, su esencia tan energética y llena de vida era tras pasado por su tacto, pasábamos entre pasillos hasta llegar a un lugar que debía de suponer que se trataba del área de enfermería que tenía ellos.

—Toma asiento— no era una petición, sino una orden—en este momento no tienes por qué actuar ser el hombre indomable, eh.

Torcí los ojos al escuchar su comentario, realmente cuando se proponía ser hostigar lo lograba, hice lo que me dijo, tan rápido como me senté, ya estaba enfrente mío con un pequeño trapo, para acercármelo.

—Espera un momento, ¿qué piensas hacer? —cuestione, mientras impedía que acercara su manos a mi rostro.

El guardián de la noche, la historia del monarca. [PAUSADA]Onde histórias criam vida. Descubra agora