04.- Una nueva vida

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—¿Perdón? —Dijeron Luna y Harry al mismo tiempo.

—La pequeña es humana, completamente, de hecho, es una muggle. Una muggle que puede usar la piel de una Selkie. ¿Cómo paso? —.

Dije esto último dirigiéndome al grupo de Selkies. Cuchichearon un poco entre ellas, antes de que una se acercara a la orilla para hablarme.

—No sabemos, la pequeña es huérfana. Llegó un día al rio y nos dijo que se escapó del hogar donde la habían dejado. Una de nuestras hermanas estaba enferma y la pequeña nos ayudó a cuidarla. Desafortunadamente nuestra hermana murió, cuando nos llevamos su cuerpo para enterrarlo en el fondo del río, como solemos hacerlo, la pequeña se puso el abrigo de nuestra hermana fallecida y se transformó en una de nosotras... casi—.

>> Sabemos que los humanos no pueden usar nuestros abrigos como nosotros. Para ustedes debería ser imposible hacerlo. La niña ni siquiera tiene sangre feérica... lo sabemos. Pero así pasaron las cosas. Ahora no podemos regresarla al mundo de los humanos, el abrigo la ha tomado como su dueña, si se lo quitamos mucho tiempo, correrá el mismo destino que cualquiera de nuestra especie cuando esta mucho tiempo separado del agua—.

Así que no solo eran muggles "con magia", sino también muggles "convirtiéndose en criaturas mágicas". Empezaba a tener una idea de que podría estar pasando, pero era tan inverosímil de tan sencilla que me daba miedo expresarla en voz alta. Tenía que investigar un poco.

—Veremos qué podemos hacer para ayudarle. Nos retiramos por el momento—.

Fue todo lo que dije, antes de encaminarme hacia el campamento con mis compañeros siguiéndome de cerca. Harry, Luna y Rolf no dijeron nada durante el resto del día. Cuando terminamos de cenar, llevé a Harry hasta mi baúl para abrí la habitación de la biblioteca y entramos en ella.

—¿Trajiste toda la biblioteca de Hogwarts? —.

—No seas idiota, Harry. Es solo mi biblioteca personal—.

—No son los de la casa, ni los de tu habitación en Hogwarts—.

—Estos son los que había en mi bóveda de Gringotts. Si pusieras atención en vez de poner los ojos en blanco cuando te hablo de libros, lo sabrías—.

—De acuerdo, ya entendí. ¿Crees que alguno de estos pueda ayudar con la pequeña "Selkie"? —.

—Creo que alguno de estos podría tener la clave para empezar a entender lo que está pasando incluso con tus casos, y con el caso sellado que te entrego Kingsley—.

—Sev, ¿Por qué tienes también libros muggles aquí? —.

—La gran mayoría, me los enviaron durante esa época que tuve un sequito de fans, ¿Recuerdas esa época? —.

—No me la recuerdes, quería enviarles un Avada Kedavra a cada uno de ellos—.

—Señor Potter, ¿Aún esta celoso? —.

—Claro que no, profesor Snape, solo quiero dejar patente que no dudare en enviarle un Crucio a cualquiera que ose tocar su trasero aparte de mí—.

Era reconfortante ver que algunas cosas nunca cambiaban, como mi manía de molestarlo. Pero es que seguía siendo terriblemente divertido incordiarlo. Me acerque para calmar a mi amado mocoso idiota.

—Ven acá, ¿No te he dicho que no seas impertinente? —.

—¿Y yo no te he dicho que no me recuerdes que por mi idiotez casi te pierdo? —.

—Mi zoquete, hay mejores cosas que puedes hacer con tus labios que molestarme—.

Un beso profundo, eso es lo que quería de él. Un breve momento de paz entre todo lo que vivíamos. Ya no había un Lord Oscuro, ya habíamos pasado por mucho los dos, incluyendo ese año en que nos empezamos a enamorar uno del otro. Y, aun así, a veces; teníamos miedo de que todo fuera un sueño, por eso nos seguíamos molestando, y reconciliando, ambas cosas con toda la pasión que podíamos. Sabíamos por experiencia que nada es seguro.

Elementales, La Última BarreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora