25.- La última audiencia

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Las cosas entre Harry y yo estaban, no mal, pero si diferentes, un poco tensas. Seguía recibiendo cartas de Ginny y Viktor, y él las ocultaba de mi apenas las recibía. Yo por mi parte, fingía no darme cuenta de esto. Él estaba tan ocupado en esto que tampoco me ponía atención cuando yo mismo recibía cartas muy sospechosas, y aunque me sentía algo desplazado, también agradecía esta falta de atención para llevar a cabo mis planes antes de hablar con Harry sobre lo que quería hacer.

Durante todo este viaje, estuve pensando en lo que habíamos hablado Harry y yo sobre desaparecer un tiempo, mientras estuviéramos en Inglaterra, seguiríamos bajo el escrutinio público, toda acción que hiciéramos sería motivo de chismes y publicaciones sin fin en la prensa amarillista, y siendo que pensábamos empezar a formar una familia, era aún más apremiante el salir de ahí.

Nuestra primera opción había sido huir a Francia, al departamento de París. Pero eso sólo retrasaría lo inevitable un par de semanas, con suerte un par de meses. En cuanto algún periodista con suficiente "constancia" pudiera seguir la mínima pista sobre nosotros o nuestros amigos, averiguaría nuestro paradero y volveríamos a estar sitiados por los periodistas.

Lo había pensado y pensado muy profundamente, todos estos meses, solo poca gente pudo localizarnos, y era gente a la cual previamente habíamos autorizado a localizarnos, excepto algunas personas que lograron averiguar nuestro paradero, pero no eran periodistas y en general, no les importo nuestra vida personal, sino el formar una buena relación con nosotros, incluyendo a las criaturas mágicas de las cuales, ya teníamos varios amigos.

Luna y Rolf seguían escribiendo desde sus distintas ubicaciones, Luna seguía insistiendo en poder escribir sobre todas las criaturas mágicas y Rolf estaba extasiado con las especies que podían ver en los distintos santuarios, y gracias a mi hechizo de idiomas, pudieron preguntarles directamente todo lo que querían saber en vez de estar observando su comportamiento y de él sacar conclusiones que casi siempre, no era lo que estaba sucediendo.

Rolf tenía como sueño poder ampliar el libro que hizo famoso a su abuelo. Y Luna quería lo mismo. Gracias a los trasladores, ellos venían a cenar con nosotros al menos un par de veces a la semana y nos platicaban sobre todo lo que habían logrado con las criaturas mágicas, sobre lo errados que estábamos de ciertos comportamientos. Y de que, si solo hubiéramos pedido amablemente algunas crines, pedacitos de cuerno o escamas, nos hubiéramos ahorrado mordidas, quemadas, laceraciones, venenos y etcétera.

Y fue gracias a ellos, que había terminado de decidir mi plan. Primero necesitaba contactar a Eiji y su red de magos y muggles, ellos eran fundamentales para poder ocultarnos y poder vivir una vida, si no normal, al menos alejada de la fama. Y segundo, necesitaba comprar unas cosas en el callejón Diagon. Visite varias tiendas antes de completar mi lista. Por eso digo que era una suerte que Harry estuviera tan ocupado ocultándome sus cartas o se hubiera dado cuenta de que yo también le ocultaba algo.

Estábamos a mediados de octubre cuando decidí que era hora de hablar con mi esposo. Fui a su restaurante favorito de esa semana y compré varios platillos. Desde que regresamos del viaje, su interés por la comida exótica había aumentado y casi a diario estaba dispuesto a probar algo nuevo, esta vez era comida hindú y los pasteles de queso japoneses. Llegue a casa, serví los platillos que compre en varias fuentes y puse el postre en esa cosa muggle llamada refrigerador. Aliste las cosas que había comprado en el callejón Diagon un par de semanas antes. Harry llegó apenas un cuarto de hora después de que termine.

Fui directo hasta él y antes de que pudiera decir su acostumbrado "buenas noches Sev", llegue hasta su rostro y bese sus siempre dulces labios. No deje que se apartara de mí, había extrañado besarlo, y esta noche era especial. Permanecimos unos momentos deleitándonos en el beso, perdiéndonos uno en el otro, no importaba cuantas veces ya hubiera probado su boca, siempre sentía fuegos artificiales bajo mi piel y sabía que el sentía lo mismo. Nos separamos cuando el aire empezó a escasear en nuestros pulmones.

Elementales, La Última BarreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora