17.- Una decisión

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Ya habíamos "descansado" un día y dos noches, en otro par de días volveríamos al "trabajo". Fuimos a buscar alimento y hacer "acto de presencia" ante nuestros compañeros, pero después de que comimos en silencio por casi media hora, simplemente desaparecimos los trastes de la comida y no volvimos a salir de la tienda, suponemos que Luna y Rolf tampoco. Antes de ir a dormir me dedique a molestar un poco a Harry.

—Recuérdame que en cuanto acabe esto, debemos ir a cenar o algo, por el aniversario que no celebramos este año—.

—¿Qué no estábamos celebrando con una misión para salvar al mundo y sexo durante la misma? —.

—¿Siempre has tenido ese humor tan sarcástico mocoso? —.

—Solo desde que me case con el murciélago de las mazmorras—.

Después de otro rato de "molestarnos" mutuamente, nos fuimos a dormir. Estuvimos otros dos días en la tienda volviendo a conectarnos en todos los sentidos, ¡Dios! Como había extrañado esto. No me refería al sexo, sino a tener el tiempo de estar con Harry, hablar, contarnos nuestros sueños, decirnos palabras tiernas, esas que no ocupábamos en público, los dos podíamos ser tan cursis cuando estábamos solos. Ya habían pasado meses de que empezamos este viaje y no podía imaginarme no ver a Harry a diario nunca más. Cuando resolviéramos esto, el volvería a su trabajo y yo volvería a ser director. Pero no quería. No quería volver a separarme de él. Ninguno de los dos necesitaba en realidad trabajar. Harry tenía suficiente dinero para no volver a trabajar en toda su vida y yo, bueno, había ventajas en haber vivido casi como un asceta por más de 20 años. Para ninguno de los dos el dinero era en realidad un problema.

Trabajábamos para tener algo que hacer, pero estos meses simplemente me di cuenta de que ya no iba a poder soportar ninguna distancia entre nosotros. Necesitábamos desaparecer del mundo. Los dos seríamos arrastrados siempre a esta locura de "debes-salvar-al-mundo-y-ayudarnos-solo-por-que-eres-el-niño-que-vivió". Los dos queríamos una familia. Los dos queríamos vivir tranquilos. Los dos queríamos ser felices. Los dos queríamos ser simplemente "nosotros".

Había estado pensando durante estos días que después de que terminara esto, renunciaría a Hogwarts, le dejaría la dirección a Minerva y le diría que buscarán un nuevo profesor de pociones. ¡Al carajo con todo! Quería que tuviéramos un hijo, o dos, o tres. Si Harry quería continuar siendo Auror, alguno de los dos debía estar en casa, y la verdad, no me importaba mandar a Hogwarts a la mierda si era necesario para ser padre.

Estábamos tomando una siesta antes de cenar, disfrutando nuestro último día de descanso. Mientras más tenía a Harry entre mis brazos, más deseaba ver un bebé en nuestro futuro próximo. ¡Quería una vida normal! ¡Quería una casa con niños! ¡Quería poder besar a mi esposo sin que eso fuera noticia de primera plana!

En cuanto Harry despertó, le dije que tenía algo que hablar con él. Quería decirle lo que estaba en mi mente antes de tener que volver a preocuparnos por el mundo.

—Harry, ¡Quiero un bebé! —.

—Yo también—.

—No, me refiero a que DE VERDAD quiero que tengamos un bebé, quiero adoptar—.

—Y yo hablo también en serio. ¡Quiero un bebé tanto como tú! —.

—¿Entonces? ¿Por qué no lo hemos hecho? —.

—No lo sé, sinceramente. Creo que... simplemente... no hemos tenido tiempo—.

—De eso es lo que quería hablarte, yo... pienso renunciar—.

Harry bufo divertido mientras me miraba.

—Es gracioso que digas eso, pensaba hacer eso mismo—.

Elementales, La Última BarreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora