24.- Fin de la diáspora

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El lugar al que llegamos en cuanto estuvo listo el traslador era, por decir lo menos, impresionante. Un enorme domo de hielo, pero que gracias a la magia era cálido en su interior, casi como un terrario si obviábamos el material de las paredes. El agua de la red de ríos y lagunas que había era cálida al tacto, pero había enormes zonas de "hielo" donde las criaturas se tendían a descansar.

—No sabía que hubiera tantas... —Murmuro Luna completamente extasiada.

—Ni que hubiera en tantas formas y colores, amor... —Añadió Rolf, lo cual era lógico tomando en cuenta a su familia.

Una pequeña niña caminaba hacia nosotros, vestida solo con un abrigo blanco, conforme se iba acercando la reconocimos.

—¿¡Saoirse!? —Pregunto Harry agachándose al nivel de la pequeña.

—Sí, ese es mi nombre. ¡Hola!, ustedes deben ser los que me curaron, los recuerdo, pero no me acuerdo de sus nombres—.

—No importa pequeña, nosotros si te recordamos—Añadí sonriendo.

—Me dijeron que los llevará, síganme por favor—.

Seguimos a la pequeña a través de todo ese extraño domo, por todos lados, las criaturas del agua nos veían y saludaban con movimientos de cabeza, algunos alzaban sus "manos" o aletas, en una laguna, vimos un calamar gigante que parecía estar sonriéndonos y en otra una especie de ballena cuya piel brillaba como madreperla. Al fin llegamos ante un grupo de Selkies, las mismas que habíamos conocido en Irlanda.

—Duláman, es un placer volver a verte, a ti y a tu grupo—Dije dirigiéndome a la Selkie que sabía era la líder.

—Bienvenido Severus Snape, también conocido como el señor del fuego—.

—¿Cómo lo supieron? —.

—No solo los humanos saben espiar. Mi gente los ha estado siguiendo y observando a la distancia, en Islandia, en esos oasis que crearon en Tabesti, en donde hubiera agua, había uno de los nuestros siguiendo sus progresos—.

—No sé si debemos sentirnos halagados u ofendidos por tanta atención—.

—¡Queríamos protegerlos!, desde que los conocimos supimos que eran los señores de los elementos, pero no podíamos decírselos, son reglas tácitas. Pero eso no quería decir que no intervendríamos si algo los ponía en peligro. Afortunadamente; ustedes estaban listos para controlar sus poderes—.

—De nuevo, ¿Cómo lo supieron? —.

—Sentimos la magia de nuestro elemento en los nuestros, cuando los conocimos, sentimos nuestra propia magia en uno de ustedes, cuando estuve más cerca de ti, reconocí la magia de los nuestros en tu compañero. Eso era imposible, ningún mago puede poseer la magia del agua, a menos que sea su señor. Y si él era el señor del agua, los demás señores debían estar cerca de él—.

>> Hablamos con las otras criaturas de los demás elementos, pedimos que los vigilaran también, todas ellas nos confirmaron lo que sospechábamos, que tú también eras un señor elemental, el señor del fuego, y sus compañeros, los señores del aire y la tierra. Todas las que los conocieron en estos meses fueron trayendo las noticias hacia las demás, después de eso—.

—Conocimos a algunos magos que también sabían de nosotros... eso... ¿Fueron ustedes? —.

—Sí, algunos magos son de nuestra confianza y podían ayudarlos y protegerlos en donde nosotros no podíamos—.

No podía decir que me sintiera sorprendido, durante todos estos meses, a pesar de lo difícil de nuestras investigaciones y demás, sentía que esto estaba siendo algo "fácil", es decir; no había habido nadie que nos impidiera el paso, ninguna criatura, mago o muggle que se preocupara por ver que estábamos haciendo, o que notara algo extraño cuando usábamos nuestros poderes.

Elementales, La Última BarreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora