06.- Dulzura

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—¿Islandia? ¿Por qué Islandia? —.

—Islandia tiene 18 volcanes activos, si quieres atrapar una criatura que vive cerca de volcanes ¿Dónde crees que pueda haber más probabilidades de atraparlo? —Conteste, haciéndole rodar los ojos—Es un país con suficientes volcanes activos. Y nos queda más cerca que Rusia o Chile. Además, tiene mucho hielo y agua, si mi teoría es cierta, las criaturas de agua también estarán por ahí, siguiendo las líneas—.

—Bueno, es un plan lógico. Entonces tendremos que esperar a que Luna y Rolf regresen de su... paseo—.

—Bonito eufemismo—.

—Cállate Sev—.

—¿Sabes? Van a tardar un poco, supongo... podríamos aprovechar el tiempo también—.

Me fui acercando a Harry, siempre ponía esa cara de "estoy acorralado" cuando le decía esas cosas. Era bueno saber que aun ponía nervioso a mi esposo.

—Sev—.

—Sí... Harry—Cada vez estaba más cerca de sus labios.

—Me gustaría... —.

—Sí... —.

—Podríamos intentarlo... ya sabes... imitarlos... hacerlo dulce—.

—No veo por qué no—.

Y tome su barbilla para acercar sus labios a los míos y besarlo suavemente. Si quería dulzura, eso tendría. Murmure un hechizo sin varita para cerrar la tienda y Harry murmuró otro para insonorizarla. Lo tomé de la mano y lo fui llevando hacia nuestra cama, sin dejar de besarlo lento. Habían pasado semanas desde que tuvimos tanto tiempo para nosotros dos. Entre su trabajo como jefe de Aurores y el mío como Director y profesor, limitábamos nuestro tiempo "juntos" a ser rápidos, a tomar nuestro placer de forma esporádica, a veces muy esporádica, y un poco brusca. No nos quejábamos, lo disfrutábamos también de esa forma, pero ¡demonios!, esta era una oportunidad única para darnos el tiempo de hacerlo sin prisas.

Harry me sacó la camisa por la cabeza, dejándome el torso a su merced, recorría con sus manos mi piel desnuda, reconociéndola, llevó sus manos a mi cuello y toco suavemente las cicatrices que me dejo Nagini, nunca pude borrarlas. Para mí no significaban más que el hecho de que sobreviví a la guerra, pero para Harry eran un recordatorio de lo cerca que ambos estuvimos de morir. Llevó sus labios a la cicatriz y fue dejando besos por toda ella, rozando apenas la piel con sus labios. Tal vez había subestimado el potencial de la dulzura en el sexo, hacerlo lento también tenía lo suyo.

Harry se separó de mí, y alzó los brazos por encima de su cabeza mientras me miraba, entendí perfectamente y le saqué su camisa. Ambos teníamos las marcas de nuestras batallas, yo; las marcas de los Crucios, cuchillos y Nagini, y Harry, las marcas de la maldición asesina y todas las batallas que vivió cada año en la escuela, nunca tuvimos una infancia normal y feliz, por eso ambos nos esforzábamos tanto en ser felices ahora. No es que nos esforzáramos mucho, ¡Éramos felices! ¡Muy felices juntos!, pero nunca lo dábamos por descontado, menos con el recordatorio de esas líneas en nuestra piel.

Imite sus caricias en él y en cuanto mis manos tocaron su piel suspiro suavemente, llevaba mis labios a su brazo, como si con mi cariño pudiera borrar las líneas que la bruja cara-de-sapo había marcado en él. Lo recosté contra el colchón y me puse encima de él, tomé su rostro entre mis manos y empecé a besarlo lentamente, sus labios seguían tan dulces como ese primer beso que tuvimos esa navidad. Nuestras manos continuaban su exploración pausada por nuestros cuerpos. Después de unos minutos, Harry me volteo y se puso encima mío, besándome desde el cuello hasta el brazo donde antes había estado la marca tenebrosa.

Elementales, La Última BarreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora