Elementales, La Última Barrera

12.- La puesta en marcha

Empezamos al día siguiente con el desayuno, donde tuvimos que presentarle a Laurélie, nuestra ama de llaves, al resto de la comitiva.

La conocimos por unos vecinos que también eran magos, al contrario de la mayoría que prefería usar elfos domésticos, ellos preferían a Laurélie. Ella en especial hacia los quehaceres domésticos por sí misma, aunque tenía a un par de elfos para ayudarle. Y fue la mejor decisión que tomamos, Kreacher incluso disfrutaba sus "vacaciones" cuando venía con nosotros, ya que Laurélie lo "dejaba" ayudarle, al grado que ya la conocía como "Ama Laurélie". Era una extraña mezcla entre mi madre, Lily como la recordaba de niña, Molly y Minerva, con la personalidad afable de Albus y Remus, si es que era posible imaginar tal combinación de personalidades tan diferentes en una persona.

—¿Necesitan ayuda con algo más? ¿Harry? ¿Severus? —.

—¿Hiciste pastel de chocolate amargo y esos panes con mantequilla que le gustan a Harry? —.

—Sí, están en la parte de arriba de la alacena—.

—¿Tenemos mermelada de moras? —.

—Al lado del pastel de chocolate—.

—Es todo Laurélie, ¡Oh! Antes de que te retires, ¿Podrías llamar a Kreacher? —.

—Claro que sí Severus, díganle que le deje sus dulces favoritos en su casita—.

—¡Gfacias! —.

—Harry, primero mastica y luego traga antes de hablar—.

—Señores, me retiro, deje más panes en la alacena, y hay comida suficiente para varios días. Voy a llamar a Kreacher por la red flu antes de irme—.

Después de unos minutos oímos el crack típico de la desaparición y oímos otro indicando que Kreacher ya estaba en la casa.

—Amos, la ama Laurélie me pidió venir, ¿En qué puede servirles Kreacher? —.

—Por el momento Kreacher, solo ve por Hocicos a Hogwarts y tráelo aquí, luego puedes descansar, Laurélie te dejo tus dulces en tu casita—.

—Kreacher traerá al perro—Y sonó un crack indicando que el elfo se retiraba.

—¿Hocicos? ¿Para qué quieren al perro Severus? —.

—Minerva, ha estado solo por meses, no quiero que piense que ya no lo queremos, además, extraño al saco de pulgas. Y Ron, ¡Por Merlín! Deja algo de pan para los demás, te aseguro que habrá más, estamos en París, si necesitas más, podemos comprarlo, pero no tan temprano por la mañana—.

Un compungido Ron, tuvo que dejar la canasta de pan que se estaba escondiendo, de vuelta en la mesa. Luna estaba maravillada de la variedad de comida, Rolf estaba en la biblioteca armado solo con un té y un sándwich, y el resto de nosotros deambulábamos en la mesa y la sala con un plato lleno o a medio llenar de la comida que dejo Laurélie y alguna bebida caliente. Estábamos disfrutando un desayuno como si fuéramos una familia numerosa, quizás porque así nos sentíamos cuando estábamos juntos. En cuanto terminamos de comer, limpiamos la cocina y los platos.

Nos movimos a la biblioteca, ya que ahí tenía todo el material de investigación y podíamos empezar a usarlo como "base de operaciones". Aparecí un globo terráqueo enorme para marcar en él, los países a los que mandáramos correspondencia solicitando su cooperación. También lo usaríamos para marcar las distintas escuelas mágicas. Conocíamos y teníamos contactos con Durmstrang y Beauxbatons, pero en Castelobruxo e Ilvermorny no, además de que había algunas que no conocíamos. Estas últimas las agrego Hermione a la lista, Koldovstoretz, Mahoutokoro y Uagadou. Había países un poco más difíciles, sobre todo los de América, donde mucho de la educación mágica era con tutores o en comunidades cerradas.