07.- Islandia, tierra de fuego y hielo

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Cuando desperté, estaba muchísimo más descansado que nunca en la vida. Mi Harry estaba abrazado aun a mi cuerpo y me deleite unos minutos en verlo dormir y aspirar su aroma. Nunca lo habíamos hecho así de lento, definitivamente repetiríamos lo de anoche. Empecé a acariciar su rostro y seguí hacia sus hombros, ¡Por Merlín! Cuanto lo amaba. Muchas veces me arrepentía de todo el tiempo que perdí odiándolo por su parecido con su padre, podíamos haber sido amigos desde el principio, llevarnos bien al menos, pero había demasiado rencor aun, y todo el rencor de él hacia mí, había sido por entero mi culpa. Siempre me recordaba a mí mismo que ahora estábamos bien, estábamos juntos y nos amábamos, nos hacíamos felices el uno al otro. Pero, aun así, pensé varias veces en estos años, lo idiota que fui con él mientras estudiaba conmigo.

Lo oía respirar contra mi pecho, y su rostro era de una paz infinita, pero por más que adorará estos momentos, teníamos que comer algo y buscar a nuestros amigos para explicarles las conclusiones a las que habíamos llegado sobre el porqué de estas anomalías mágicas. Así que al menos haría que su despertar fuera dulce. Besé sus labios, apenas un roce y repetí la acción. Después de un par de besos más, Harry reaccionó y abrió sus labios, permitiéndome profundizar el beso y dejar que mi lengua jugara un poco con la de él. Nos separamos luego de unos instantes y me dedicó una enorme sonrisa, y esa mirada de "te amo" que conocía desde la primera vez que despertamos juntos.

—Buenos días Sev—.

—Buenos días Harry—.

—¡Por Merlín! Me siento renovado, estoy muy descansado. ¿Tú no? —.

—De hecho... ya que lo mencionas... sí, me siento muy, pero muy descansado. Pero también estoy hambriento, así que levanta tu lindo trasero de la cama y vamos a buscar el desayuno, además tenemos que decirle a la parejita sobre nuestros descubrimientos y nuestro nuevo destino a visitar—.

Nos levantamos, nos vestimos y salimos de la tienda directo a ver a nuestros amigos que, esperábamos ya estuvieran vestidos en su tienda. Afortunadamente estaban sentados en la mesa de picnic que ocupábamos como "comedor", y ya con el desayuno listo.

—Buenos días Harry, Severus—.

—Buenos días Luna—Dijimos al unísono.

—Preparamos el desayuno, pensamos que necesitarían comer algo más sustancioso luego de sus actividades nocturnas—.

Estaba tomando mi café en esos momentos y lo escupí de la sorpresa, mientras Harry soltó su pan tostado.

—¿A q-que te r-refieres Luna? —Genial, el tartamudeo, señal universal de nerviosismo.

—Me refiero a que ayer nos vieron teniendo sexo a mí y a Rolf—Rolf no parecía inmutarse por la forma tan directa como Luna nos decía voyeristas, básicamente.

—Discúlpanos Luna, no quisimos violar su privacidad así, solo estábamos paseando por qué no podíamos dormir y luego, no pudimos evitar verlos—.

—No te preocupes Harry, solo no entiendo por qué nos vieron todo el tiempo que estuvimos teniendo sexo—.

—¿No viste las luces? —.

—¿Qué luces? —.

Harry volteo a verme, pidiendo que interviniera en la conversación y buscando apoyo, ambos sabíamos lo que vimos, además de lo obvio. Así que me dirigí a la pareja.

—Luna, Rolf, lamentamos haberlos visto en un momento tan íntimo, pero no nos pudimos ir de ahí porque vimos una anomalía mágica alrededor de ustedes. Mientras ustedes estaban ocupados, había luces mágicas rodeándolos, conforme avanzaban sus escarceos amorosos, estas luces empezaban a moverse como si bailaran y en un momento dado, se estiraron formando hilos luminosos y tomaron diversos colores—.

Elementales, La Última BarreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora