26.- Donde la muerte y la vida son uno

1.2K 152 37
                                    

Ya habían pasado casi dos semanas, y no estábamos ni cerca de localizar el lugar que menciono Albus. Luna y Rolf estaban igual de perdidos que nosotros. Según Albus, el lugar existía, ese portal era real, el problema era que con la información que teníamos era como buscar una aguja en un pajar.

Primero pensamos en lugares donde la vida fuera inhóspita, desiertos, volcanes, zonas de guerra, lugares como Chernóbil, pero eso solo resolvía la mitad que correspondía con la muerte, no con la de la vida. Se refería a un lugar donde la muerte convivía con la vida una junto a la otra, y eso era prácticamente cualquier lugar del mundo. ¡En todas partes la vida crecía y moría! ¡Todos los días! Y al parecer, era un lugar específico del planeta.

Finalmente, un día antes de Halloween, Rolf vino a nuestra casa con una pista, o más bien, con la idea de alguien que podría darnos una pista.

—Lo he estado pensando, creo que mi abuelo podría ayudarnos a resolver esto, el viajo mucho por lo de su libro y creo que él podría saber algo—.

—¿Qué tan rápido podremos verlo? —.

—Mañana por la tarde—.

—Bien, le avisaré a Harry. Podemos partir desde aquí si gustan—.

—Sí, será lo mejor—.

Al día siguiente, luego de ir a visitar a mis suegros (y amiga querida y ya-no-tan-odiado-enemigo) al cementerio en el valle de Godric, una tradición que Harry y yo empezamos a tener luego de casarnos; también decidimos pasar a Hogwarts a visitar la tumba de Albus, y de ahí regresamos a nuestra casa. Harry siempre necesitaba unos momentos a solas después de visitar a sus padres. Ya en la tarde se encontraba lo suficientemente tranquilo para ir a ver al abuelo de Rolf. Rolf y Luna llegaron justo después de la comida y partimos por red flu hasta la casa del señor Scamander.

La casa de Newt Scamander era muy similar a la madriguera, excepto que no tenía tantos pisos, rodeada de un jardín donde los troncos de los árboles tenían enredaderas cubriendo al menos un costado de ellos, y había tantas criaturas que parecía un pequeño zoológico, había Bowtruckles en un par de árboles, Doxys a un costado que nos ignoraban por fortuna, un Augurey con su nido en una zarza cerca de la puerta, y eso solo era un poco de lo que había. Era por mucho, una de las casas más fascinantes a las que había ido.

Una pareja adorable nos esperaba en la puerta, ambos ya con el pelo cano y una sonrisa en los labios, los señores Scamander se presentaron con un abrazo, a la usanza de los Weasley y nos invitaron a pasar a tomar el té en la sala. Por dentro había aún más criaturas, un crup que seguía al señor Scamander por todos lados, un Kneazle que estaba repantigado en el sofá y varias hadas revoloteando entre las plantas de la señora Scamander, por mencionar algunas.

—¿Azúcar señor Snape? —.

—No gracias señor Scamander, prefiero el té solo—.

—Igual que tu Tina—.

La señora Scamander solo hizo una mueca parecida a un intento de reprimir una sonrisa. Parecía el tipo de mujer con la cual uno podía establecer una conversación inteligente. Después de una hora, más o menos, pudimos pasar al asunto que nos atañía.

—Señor Scamander... —.

—Llámame Newt, señor me parece de viejos y yo apenas tengo 105 años, ¡Estoy en la flor de la vida! —.

Definitivamente Luna se iba a llevar bien con el abuelo de su prometido.

—De acuerdo, Newt; espero que su nieto le haya comentado sobre nuestro dilema... —.

—¡Ah sí! Su acertijo... lo estuve pensando... mucho rato... y lo hable con Tina también... verá Severus, creo que quien tiene la respuesta es mi esposa. Ella convivió con gente que era originaria de ese lugar mientras estudiaba en Ilvermorny—.

Elementales, La Última BarreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora