Recuerdo de la tragica noche

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Había demasiado frío esa noche, recuerdo aun el vestido rojo que llevaba puesto, el collar de perlas, los tacones. Esa noche en particular tenia un mal presentimiento, como si la fría brisa tratara de decirme “Oye deberías quedarte en casa esta noche, algo horrible puede suceder” pero los humanos somos tan tercos cuando los presentimientos nos hablan, recuerdo haber mirado mi reflejo en el espejo, haber sonreído un poco sintiendo que este seria mi ultimo año en la preparatoria, podía percibir el olor a diploma, a toga y birrete, podía percibir el olor de haber cumplido una meta mas, aunque con eso dejara muchas cosas atrás.

Revise mi celular una vez mas, pensando en por qué Lía no había llegado a buscarnos, ella tenia auto, yo soñaba con tener uno, pero seguía siendo tan frustrante esperar. Decidí bajar a la sala, mi madre estaba viendo la televisión con un gran bol de palomitas de maíz, recuerdo haber observado su rostro, sus ojos entornados sumamente concentrada en la película que estaba viendo, estaba sumergida en un montón de sabanas, en la comodidad del gran mueble, por un momento quise quitarme el vestido, ponerme una pijama y sentarme en el mueble a ver películas también, ojala lo hubiese hecho.

—Evi ¿cuánto tiempo llevas ahí mirándome? Pensé que te habías ido sin despedirte.

—No llevo mucho tiempo ma, y no podía irme sin despedirme, lo sabes. A menos claro que fuera a salir por la ventana, a media noche, a ver a mi novio secreto.— Bromeé sentándome a su lado y quitándole unas cuantas palomitas de maíz.

Se echó a reír.

—Pues en ese caso creo que seria un buen momento para que me presentaras a ese novio que te hace bajar por la ventana y hasta convertirte en mono querida.— Dijo entre risas y me guiño un ojo.

Justo en ese momento llegó Lía tocando el claxon, me despedí de mi madre con un fuerte abrazo y un beso, y con lo que nunca puede faltar, la charla de siempre antes de ir a una fiesta: Hija por favor no hables ni aceptes nada de extraños y menos tomes licor.

Así que luego de eso nos fuimos cantando a todo pulmón por todo el camino.

—¿Creen que hayan chicos guapos? O dios muero por verlos.— Dijo Brenda entusiasmada.

—No lo sé, lo mas seguro es que si los haya.— Contesto Lía no tan entusiasmada.

—Quizás hoy tenga un acoston, ya hace tiempo que me viene haciendo falta.— Exclamó Brenda.

—¿No has pensado en el amor Bren?— Pregunté.

—El amor eh... El amor es una masa verde y asquerosa con olor rancio que destruye todo a su paso, se aloja en tu cerebro y luego te hace actuar como un ridículo, te destruye los sentimientos y cuando ya es suficiente se va, dejándote un dolor punzante y adormecedor en el pecho.— Respiró profundamente—.Bah, no quiero eso para mi, es mejor follar sin arrepentimientos y sin dolor.

Todas comenzamos a reír, Brenda siempre ha sido así, para ella eso del amor es una maldición oscura que ningún ser puede despertar, yo no opino lo mismo.

Estábamos esperando que el semáforo se pusiera en verde para pasar, la avenida estaba bastante sola, uno que otro carro pasaba delante de nosotras, Lía decidió que era buena idea bajar los vidrios para respirar la brisa fresca de afuera, pero lo que entro fue una brisa helada, tan helada que todas la sentimos hasta en los huesos.

—El clima esta algo raro hoy ¿no?— Preguntó Lía.

—Demasiado raro Li, demasiado.— Contesté entornando los ojos.

—Chicas y ¿si nos devolvemos?— Preguntó Brenda desde el asiento de atrás.

—No sean miedosas chicas es solo una brisa por dios.— Refutó Lía.

Y fue en ese momento cuando debimos haber hecho caso a la brisa helada, a las calles solas y al notorio miedo de Brenda.

Primero vi unas luces cegadoras frente al auto y muy cerca, luego sentí como alguien a mi lado gritaba a toda voz tratando de esquivar lo que fuera que tuviéramos en frente, luego sentí como dábamos vueltas en la carretera, el pánico y el horror me estaban invadiendo, me golpeé varias veces con las ventanas y otras partes del auto, tenia ganas de vomitar, y por un momento sentí que moriría, pero entonces chocamos con un árbol y el auto comenzó a desprender humo, así que Lía y yo salimos como pudimos, mi pie se había quedado atascado y Brenda estaba inconsciente pero el pánico me dio fuerzas para sacar mi pie y ayudar a Lía a sacar a Brenda antes de que el auto se incendiara, fue entonces cuando vimos a un tipo alto, vestido de negro, con una mascara extraña, nos observaba, sentía las palpitaciones de mi corazón en la garganta, estaba tirada en el piso junto a Lía y Brenda desmayada en mis piernas, débil, golpeada, herida, y asustada, así me encontraba.

El tipo comenzó a acercarse lentamente, como una serpiente victoriosa que acaba de encontrar buenas presas, las lágrimas comenzaron a brotar de mi, espesas y gruesas y el tipo habló.

—Una de ustedes se me hace muy familiar.— Dijo el tipo —. ¿Acaso te llamas Melanie? —Me preguntó.

La voz no salia de mi boca, el miedo había dormido mi lengua y mis cuerdas vocales.

—Así que te comieron la lengua los ratones chiquita. Yo te haré recordar.

Entonces saco un objeto que no pude identificar y lo estampó en mi cabeza produciendo un dolor horrible que me hizo escuchar un pitido extraño, luego todo se puso borroso, después no supe mas de mi.

Salvame de ti (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora