La isla de Katnup

Detras De Escena

*Lucy
Ahogué un grito. ¿Dónde se había metido Hector? Intenté levantarme.
-La señora de la última fila-dijo Amon al verme-No se puede levantar hasta el final-
Me senté de nuevo. Esperé hasta el final. Amon hizo flotar cosas, congeló sillas, quemó otras...Hicieron una despedida y Amon se marchó a la parte trasera de la carpa. Me escabullí como pude entre la muchedumbre. En la parte trasera había una entrada protegida por los dos fortachones del circo. Eran prácticamente iguales. Eran altos y de hombros anchos. Los dos iban sin camiseta. La única diferencia era su pelo. Uno era pelirrojo y el otro rubio. Me escondí tras una de sus caravanas. Me asomé y dije:
-¡Dormiros!-
Los dos cayeron al suelo profundamente dormidos. Tenía que esconderlos. Probé a abrir la caravana en la que me escondía. La puerta se abrió sin oponer resistencia. Exceptuando unos cuantos golpes de cabeza para los fortachones, conseguí meterlos sin problemas en la caravana. Después me deslicé por la entrada a la carpa. Llegué a una habitación iluminada por velas. En el medio atado a una silla se encontraba Hector. A su lado se encontraba Amon.
-¿Qué quieres de mí?-le dijo Hector a Amon.
-Te quiero a ti-contestó Amon sonriendo.
-No te entiendo-dijo Hector.
-No te hagas el tonto-siguió Amon-Se que el rey te busca y ofrece una recompensa-
Hubo un silencio.
-Si el rey te quiere es porque sabes algo que hay que mantener en secreto-dijo Amon.
Pensé en la isla de Katnup y en la rebelión contra el rey. ¿Le obligaría a decir todo?
Amon se giró y agarró un libro que descansaba en una caja. Era morado con las esquinas doradas. En el centro había un símbolo. Consistía en un diamante con un centro de oro. Ese símbolo era el equivalente a magia.
-Debe de haber alguna forma de usar mis poderes como utensilio de tortura.-murmuraba Amon mientras buscaba entre las páginas del libro.
Aproveché y me acerqué a Hector. El me miró. Me puse el dedo índice sobre mi boca. Le comencéis desatar las piernas.
-¡Aquí!-dijo Amon.
Me escondí otra vez. Había conseguido desatarle una pierna a Héctor. Amon se volvió hacia Hector. Este fue listo y mantuvo la pierna pegada a la silla de forma que pareciese que estaba atado. Amon se colocó los dedos de las manos como si estuviese agarrando algo y comenzó a mirar a Héctor fijamente. De repente Héctor se comenzó a retorcer y a gemir. Le comenzaron a salir heridas por los brazos. Abrí la boca asombrada. ¿Qué clase de hombre usaba su magia a modo de tortura?
Héctor siguió retorciéndose y no pudo evitar mover la pierna desatada hacia delante. Amon miró la pierna.
-Alguien te ha desatado-dijo.
Comenzó a mirar a todos lados.
-Mi poder base es el de la curación-dijo-Puedo curar y hacer daño. También puedo percibir como cada célula de un ser se mueven. Puedo oír los latidos de tu corazón latiendo. Puedo percibirte tras esas cajas niña. No puedes esconderte.-
Yo salí.
-No quiero tener que pelear-dije mirándome los pies-Solo quiero que me enseñes-
Alcé la mirada y abrí los ojos como platos. La cara de Amon estaba cubierta de granos y el párpado izquierdo se movía mucho más rápido. Amon sonrió. De repente colocó sus manos de la forma anterior. Caí al suelo retorciéndome de dolor. Noté como cortes me comenzaban a salir y un terrible dolor de cabeza apareció. De repente dejé de respirar. Amon se reía como un maniaco. La cara se me comenzó a tornar morada. Mi mirada se volvió borrosa. De esa no iba a salir.